LA TRADUCCIÓN
En una de las entregas
del blog, la dedicada al semáforo, tuve la tentación de corregir un par de
palabras de La noia del semàfor, el poema de Joan Margarit. Un error y un
atrevimiento, ya que el caso de Margarit es un tanto singular, al tratarse de un poeta
bilingüe en toda la extensión de la palabra, un poeta que no traduce de una
lengua a otra, sino que versifica en ambas.
Dicen los grandes
lectores que hay que leer una obra en su versión original. Pero
es evidente que traducir los giros y continuos usos específicos de una lengua
entraña una gran dificultad. ¿Cómo pasar al inglés expresiones populares como
“se ha pasado tres pueblos” o, la afortunadamente pasada de moda gracias a
Camilo Sesto, “mola mazo”?
Al hilo de esta
dificultad he recordado y recopilado tres historias divertidas sobre el mundo
de los intérpretes, las traducciones y los doblajes.
La primera entrega
es un comic de Lauzier, un dibujante ya fallecido que mostró en “Las cosas de
la vida” una apasionante y corrosiva visión del mundo con los ojos de los años
ochenta del pasado siglo. Pues bien, en el número 2 aparece “Diálogo en la
cumbre”, la amarga historia de un intérprete africano obligado a traducir su
propia condena. He colgado el comic en Picasa para que se pueda degustar: https://picasaweb.google.com/101454337953235625264/LauzierDialogoEnLaCumbre
La segunda
referencia la leí en un artículo de Jacinto Antón dedicado a los llamados
“pieles rojas”, los indígenas que poblaban América del Norte antes de su
colonización. Archie Fire Lame Deer era un chamán de una tribu nómada, la de
los lakota, que trabajó en Hollywood como extra y especialista en decenas de
películas, “La diligencia” y “Flecha rota”, entre otras. Ya veterano, Archie se
recicló como asesor y doblador de películas de sioux, y aprovechó la ocasión
para vengar las afrentas sufridas por su pueblo a lo largo de los siglos.
Cuenta Antón que el doblador traducía a su aire, burlándose de los directores
de western y de su visión estereotipada de la realidad indígena. Colocaba
canciones infantiles en vez de cantos fúnebres, o frases del estilo de “a ese blanco no se le
levanta”, mientras el subtítulo rezaba “mi hermano blanco habla con lengua
recta”. El tipo se lo tenía que pasar pipa…
El último
regalito es un clásico. La famosa parodia de Tip y Coll sobre cómo llenar un
vaso de agua y su traducción al francés. A la derecha está el enlace a una de sus
múltiples versiones.
Bon appétit