domingo, 22 de diciembre de 2013

El nombre de las calles

EL NOMBRE DE LAS CALLES

Hay quien dice que los nombres de las personas crean maneras. También se dice que los perros acaban pareciéndose a los dueños y viceversa. Mi calle se llama Santa Lucía (patrona de los ciegos) y con solo dos tramos tiene al menos una invidente. No sé si la calle Santa Cecilia, patrona de los músicos, la siguiente camino de Bolueta, tiene al suyo, pero, por si acaso, en la nuestra se oye el piano de una profesora de ídem en la acera de enfrente. Por si la calle Pintor Losada se quedó sin seguidores, en la casa de al lado vive el tipo que ganó el concurso de carteles de la semana grande, y si en Médico Eguiluz no hay galeno, nosotros tenemos a mi tocayo Carlos por si una gripe,  de modo, que nadie podrá decir que en tan poco trayecto no hay cantera…De todos modos lo más apropiado es que nuestra calle se hubiera llamado San José, porque llegó a alojar hasta cinco carpinterías.

Con los cambios de régimen o gobierno el nombre de las calles suele modificarse, y personajes secundarios, odiados o queridos, pasan a glosar las esquinas en un rótulo más o menos hermoso. Pero la ciudadanía, sea por motivos ideológicos o pura inercia, se rebela. En Barcelona, mi pueblo, el paseo de San Juan nunca fue General Mola, y ni la Diagonal ni la Gran Vía, a lo mejor hasta por ahorro vocal, obtuvieron el beneplácito  popular para pasar a ser avenidas del  Generalísimo Franco y José Antonio Primo de Rivera. Ejemplos similares podrán contarse en capitales y pueblos del Estado, un trabajillo que dejo a blogueros de otras latitudes.
la campa del muerto
A solo dos cuadras de casa, como dicen los sudamericanos, está la campa de Basarrate, desde luego que para los viejos del lugar y una parte del vecindario: la campa del muerto.

Sobre el origen de tal denominación hay al menos dos teorías. La primera hace mención a la aparición de un vecino ahorcado en uno de los plátanos del lugar y es la más reconocida. La otra es, sin embargo, más verosímil, ya que hace referencia a la costumbre de descansar en la campa que tenían las comitivas mortuorias que iban desde Bolueta hasta el camposanto de Begoña, un remanso al final de la cuesta pronunciada de la hoy calle del Pintor Losada.

el poeta Gabriel Aresti
Hay  aspirantes a desclasarse que anhelan cambiar de domicilio porque tiene más caché vivir en la Gran Vía de Don Diego López de Haro que en Particular de Arsuaga,  y famosetes, incluidos políticos y gentes del mundo cultural o del deporte, que venderían su alma por aparecer como ilustres en el rotulado callejero.

Muy otra fue la voluntad del poeta Gabriel Aresti, que en este poema pidió a Dios que no le pusieran calle, un deseo que ha sido traicionado hasta cuatro veces, en Bilbao, Barakaldo, Santurtzi y Vitoria, que yo sepa…

“Jainkoak etezala ni Bilboko karrika bati
nire izenik eman dezaiotela.
Eztut nahi bizargile hordi batek esan dezala:
Ni Arestin bizi naiz, anaiaren
koinata nagusiarekin. Badakizu. Maingua.”

“No quiera Dios que pongan mi nombre a una calle de Bilbao.
No quiero que un barbero borracho pueda decir:
Yo vivo en Aresti con la cuñada
vieja de mi hermano. Ya sabes. La coja.”

(del poema “Nire izena” – “Mi nombre” )

viernes, 13 de diciembre de 2013

PAOLO FRESU, TROMPETISTA SARDO

Como  a mí me lo han recomendado y hay que ser agradecido, sigo la cadena. Aunque lleva unos cuantos años, lo conocí el año pasado por el disco “Alma”, que sacó junto a Omar Sosa y el violonchelista Morelenbaum, y también contenía varias joyas musicales, pero el último es que se sobra.

El disco se llama "Vino dentro" y por lo que he encontrado en internet se trata del desarrollo digital de una actuación dedicada al vino en un conocido local de Barcelona. Vale la pena oírlo todo, porque está concebido como una obra cuasi sinfónica, pero para que entre el apetito recomiendo estas dos piezas (la bebida la ponéis vosotr@s): Paolo Fresu – Classico y Paolo Fresu – Vals des souers belles et sages

Y como en esto de la música todo es empezar, tampoco está nada mal esta versión de Les poètes, de mi querido Leo Ferré, en la voz de Gianmaria Testa y el grupo de Fresu: Paolo Fresu – Les poètes (Live).


Buen fin de semana.

sábado, 7 de diciembre de 2013

EL ANUNCIO

Supongo que mi desafecto a los gin-tonics ha hecho que no me llamara la atención hasta el otro día; que no hubiera descubierto lo que debe ser un secreto a voces entre sus consumidores: “el gin-tonic perfecto empieza entre el Congo y Ruanda”.
Lo decía el anuncio a página entera de una tónica “sutil, de sabor limpio y con sus burbujas finas e integradas”. Joder con el redactor…

Entre 1994 y 1995 fueron asesinadas 800.000 personas en Ruanda, en una guerra que se tildó de genocidio de ciudadanos hutus contra tutsis, las dos etnias mayoritarias del país, pero fue más bien una guerra entre grupos corruptos en un contexto de fuerte crisis económica provocada por el descenso a la mitad del precio del café, principal producto exportador en aquel tiempo.
Campo de refugiados en el Congo
En el otro edén del agua tónica, el Congo, antiguo Zaire, solo desde 1998 han sido asesinadas unas cinco millones de personas, una bagatela si lo comparamos con los cerca de diez millones que se cargó Leopoldo II de Bélgica, dueño personal del que con todo el cinismo del mundo  denominaba Estado Libre del Congo (debo reconocer que no he leído El corazón de las tinieblas, de Conrad, pero sí El sueño del celta, de Vargas Llosa, cuya primera parte es una buena aproximación a la época).

El motivo de que la zona siga siendo ahora mismo un avispero en el que guerrean ugandeses, ruandeses y congoleños no es el café ni la tónica, sino el coltan (columbita-talantita), el mineral óxido del que se nutren la casi totalidad de dispositivos electrónicos, entre ellos los teléfonos móviles. No en vano en el Congo está el 80% de la extracción mundial de coltan. Como directamente interesadas están  grandes empresas extractivas, como Barrick Gold Corporation, de Canadá, y la American Mineral Fields, entre cuyos propietarios está la saga de los Bush, e indirectamente la totalidad de los fabricantes de teléfonos móviles.

Ante tanta desolación y barbarie es fácil olvidarse del anuncio y del gin-tonic, pero es cierto que en la frontera de Ruanda y Congo subsiste la última plantación salvaje de cinchona, el llamado árbol de la fiebre, especie de la que se extrae la quinina, base de la bebida tónica y curativo de la malaria, aunque el entorno sea como para aborrecer el gin-tonic y no usar nunca más un teléfono móvil.


Para los que no lo hayáis descubierto todavía, recomiendo vagar por los numerosos intérpretes del ritmo hipnótico de la zona, el soukous, que nació en el Congo pero se ha extendido por toda África central. Empezar con el grupo Zaiko Langa Langa es una opción más que razonable.