viernes, 20 de septiembre de 2013

EL FRUTERO DEL BARRIO

Los clientes del frutero del barrio nos dividimos entre los que creemos que se parece a Robben, uno de los jugadores del Bayern que ridiculizó al Barça hace unos meses, y los que no. Es una exageración, pero también es cierto que no soy el único que se acuerda de él cuando ve correr la banda al delantero holandés.
el falso frutero

Además de parecerse a Robben, el frutero se adelantó a la crisis antes de que Santiago Niño, pariente y amigo, acertara de lleno y se paseara por las cadenas de televisión como un nostradamus laureado. Algunos años antes de que se produjera, el frutero predijo el pinchazo inmobiliario y la debacle bancaria cuando vio aflorar aberraciones como Seseña y observó que bancos y cajas cambiaban la oferta de créditos por la de depósitos. Ambos somos aficionados a la economía, aunque no sepamos un carajo ni seamos capaces de ligar dos de sus términos seguidos, pero no parecía difícil presagiar que el castillo de naipes tenía que derrumbarse más temprano que tarde. La precisión y calidad del presagio se la dejamos a Santiago Niño, porque es justo reconocer que nunca pensamos, como él, que el cataclismo se pudiera llevar tanta gente por delante.

Como el protagonista de “Para después de la nada”, dueño de una tienda de ultramarinos, el frutero del barrio ha ido viviendo el desarrollo de la crisis con la mengua de los pedidos y el cambio de la demanda. Las ciruelas de importación a precios superiores a los 15 euros el kilo, que antes traía fuera de temporada para estómagos caprichosos, han dado paso a la yuca, el mango, la papaya, el cilantro, que gente de países lejanos compra en medidas medidas, valga la redundancia, porque no está la vida para ir tirando mercancía costosa. Describe Mercabilbao como un espacio cada vez más desolador y me dice que la gente mira y remira los precios, se tira a los más bajos y compra por cantidades a veces irrisorias.

Siempre generaliza y jamás habla de gente que puedas conocer, y si alguna vez le quieres dar el motivo de algo concreto evade la información con un definitivo, “sí, por lo que sea”, como cerrando cualquier puerta al cotilleo, pero a veces, sin darte más referencia, te habla con sentimiento de las pequeñas catástrofes personales que nos rodean: la enfermedad, la vejez, el hambre, la pobreza…

Este tipo, como antes el peluquero, otro hombre discreto, y tantos otros, forma parte de una pequeña patria, el barrio, con personajes que nacen, crecen y envejecen, un país con fronteras inconscientes y sitios intemporales que cabe en unas cuantas calles.

El frutero del barrio solo tiene un defecto: en navidades tortura a sus clientes con una cassette de villancicos que repite durante todo el día. Pero como “nothing is perfect”, este año le regalo una canción que llega a reconciliarnos con festejos tan odiosos y ahora puedes ver en youtube: