miércoles, 8 de enero de 2014

PUENTES

Puente de Mostar
Me gustan las ciudades con río y los puentes que unen sus riberas. Son como puntadas que hilvanan a los habitantes de barrios antes separados. La imagen más diáfana de lo que representan como punto de unión entre comunidades es la destrucción del puente de Mostar en la guerra que enfrentó a croatas y bosnios, cristianos y musulmanes a principio de los años noventa del pasado siglo. Afortunadamente fue reconstruido y hoy, toquemos madera, es  un aparente símbolo de reconciliación.

Aunque algunos han desaparecido o sido sustituidos por otros con poca personalidad, Bilbao cada vez tiene más puentes, lo que es, sin duda, una alegría. La razón de su ubicación y características concretas son históricamente muy diversas, entre ellas, el simple acceso a conventos situados en una u otra orilla.

También tengo una teoría no verificada estadísticamente sobre la modalidad de los suicidios. Mi experiencia me dice que en los ambientes rurales y entre la gente que procede de ellos la gente se cuelga de los árboles, de las vigas, de las puertas, y que con la industrialización y el urbanismo nacieron nuevas posibilidades y la gente empezó a tirarse a las vías de los trenes o de los metros, y también desde edificios y puentes cada vez más altos a un vacío que prometía un final rápido.


La desaparecida Isla de San Cristóbal - Bilbao
De modo que las ciudades que se precien tienen puentes o viaductos convertidos en estructuras idóneas y han obtenido el halo romántico que acompaña a los suicidas. Ese es el caso del Viaducto de Segovia, en Madrid, o del puente de Vallcarca de Barcelona. Mi abuela paterna me contó hace un montón de años que en el primero de ellos se suicidó un primo hermano suyo que era militar, aunque dudaba si había sido por un desengaño amoroso o por ser acusado de meter mano en la caja. Por cercanía me referiré al alto viaducto que une los barrios de Santutxu y Miribilla y conduce a la autopista, una obra importante que parece haber sustituido dos puentes más modestos y frágiles, los que unían la desaparecida isla de San Cristóbal con las dos márgenes de la aún ría, y ha ofrecido una altura más propicia para que la gente vuele y huya de sus demonios.

Este alto viaducto tuvo hasta hace no mucho otra de las utilidades típicas de los puentes, dar techo a personas sin recursos. No hay que olvidar que por aquí siempre fue tradición lo “de vivir debajo de un puente”, pero no sé por qué razón el grupo de indigentes que lo habitó desapareció poco después de salir en “Salvados”.

Así que también habrá que hablar de puentes de primera y de segunda, entre aquéllos la controvertida pasarela Calatrava, un producto de la idiotez que hizo que no hubiera ciudad que se preciara sin puente del arquitecto. No es feo. Sí, se parece a los costillares de mamífero de otras ciudades, pero tiene una medida humilde, y al lado de la grandilocuencia grisácea de las torres de Isozaki parece doméstica y hasta humana, tan humana que no hubo miembro de la especie que mantuviera el equilibrio antes de su antideslizante alfombrado actual.

Puente de Portugalete
Lo del puente colgante de Portugalete son palabras mayores. Forma parte de la escenografía de la etapa de esplendor de la revolución industrial en la comarca del Gran Bilbao y hace pocos años fue declarado Patrimonio de la Humanidad.

Entre los puentes foráneos y por razones de nostalgia infantil me referiré al puente del Diablo, en Martorell, que pese a sus múltiples renovaciones mantiene la estructura romana y la leyenda que le da nombre, pero nada puede competir con la influencia del cine rellenando nuestra memoria de puentes añorados, en Kwai, Mahattan, San Francisco, cualquiera de los puentes de París, por qué no el que abre “La chica del puente”, de Patrice Leconte, con esa suicida milagrosamente “salvada” por un lanzador de cuchillos…
La chica del puente

Para acompañar este repasito pontonero, los versos y la música de “Zubia” (“El puente”), de Mikel Urdangarin, creo que nada que ver con el príncipe consorte:
Beirazko landare
izan gura nuke
irauteko, ez galtzeko
gaur urrun zaidan pausua ibil dezadan...

...Bihar berriz luma hotz
hitz polittak arrotz, beldur esateko
ispiluaren aurrean mintzo nintzaizun bart

Eta zuk, badakizu, gertu ez baina
zubiaren bestaldean nago

Paperezko ametsak, azken negu beltza margotu, argia piztu
oinak behenganean, bihotza soinean ta sentitu, eta ez gelditu
zauria eta laztana, musua eta orbana

Eta zuk, badakizu, lorak zimur
ibaiaren beste ertzean nauzu
isilpean, gertu ez baina
zubiaren bestaldean nago.
………………………………………………………
Quisiera ser una planta de cristal,
para  perdurar, para no perderme
para  dar mañana el paso que hoy
no alcanzo a dar…

…Mañana, en cambio, la pluma fría,
la falta de palabras bellas,
el temor a hablarte
delante del espejo

Y tú, lo sabes, no estoy sino
al otro lado del puente.

Los sueños de papel, pintar el pasado duro invierno,
los pies sobre el suelo, el corazón a cuestas
y sentir, y no detenerse para  nada
la herida y la caricia, el beso y el moratón.

Y tú, lo sabes,
me tienes al otro lado del río
con las flores marchitas,
en silencio, no estoy sino
al otro lado del puente.