miércoles, 12 de febrero de 2014

Mascota

LA MASCOTA

Hoy he visto un anuncio callejero en el que un pequeño perro comunicaba que se había perdido. Lo decía así, en primera persona, mostrando su imagen y dando razón del lugar de su extravío, en un parque cercano, y de su número de móvil.

Dada la situación económica de muchas familias, que apenas pueden dar de comer a sus hijos, he imaginado que tal vez “le habían perdido”. Del mismo modo que antaño las madres pobres abandonaban a sus criaturas recién nacidas a la puerta de los orfanatos o casas de misericordia, qué mejor que “perder” el perro en un parque, a mano de otro amante de las mascotas con más posibles.

El hecho me ha recordado un poema de José Agustín Goytisolo que me impresionó cuando se publicó hace casi cuarenta años. Habla del abandono de perros en una coyuntura muy distinta, las elecciones que siguieron a la revolución portuguesa de los claveles de 1974. Helo aquí:

LOS PERROS VAGABUNDOS MÁS LUJOSOS DE LA TIERRA ESTABAN TRISTES
¿Conocéis los matices del brillo del sol de un perro afgano
sabéis lo que cuesta tener en casa a una pareja de chihuahuas
de un pedigrée probado hasta diez generaciones
recordáis el ladrido inigualable de un setter irlandés pintado
la mirada altiva de los galgos rusos
o el temblor en las ingles de un braque alemán?
Pues bien
yo vi en Lisboa a estos vagabundeando con los ojos tristes y
como perdidos
oliendo las esquinas de los barrios de postín de la ciudad
y a pesar de su hambre se negaban a revolver en los cubos
de basura
o a encontrar un cobijo más seguro en las zonas periféricas
y en los suburbios de hojalata y madera
y buscaban a sus antiguos amos en las puertas de los grandes hoteles
el Sheraton el Ritz el Avenida Palace el Embaixador
saltaban luego o se arrastraban hasta restaurantes como el Ahmad
el Londres el Seaford o el Asia
y desde allí continuaban hacia las boites como Frou-Frou Carrousel
Souk o Barracuda
para regresar una vez más ya con el alba a sus casas vacías
y atrancadas persiguiendo aún con un latido de esperanza
a los hombres y mujeres que fueron sus amos
y que ya no estaban allí sino muy lejos
y todo esto ocurría porque ellos los perros vagabundos más lujosos
/de la tierra no sabían
que sus dueños les habían dejado precipitadamente
como luego se ha visto ya que hubo marcha atrás
cuando huyeron del país al conocer el resultado de unas elecciones
/mínimamente libres
y tampoco sabían
que los burgueses aunque juren lo contrario después y digan que
/esto es una calumnia
solo aman su dinero
-que es lo primero que ponen a salvo cuando olfatean un peligro
/que no es tal peligro
sino únicamente la posibilidad de que se instaure un poco de justicia
/y libertad en cualquier parte de la tierra-
y que no aman tampoco a sus mujeres ni a sus hijos ni a sus amantes
/ni a la madre que los parió a todos
y que los dejarían abandonados si fuera preciso lo mismo que a ellos
/y vagabundeando
y esto lo escribo porque creo que es bueno que se repita y lo
/conozcan los que aún no lo sabían
y porque aunque increíble por lo simple resulta esplendorosamente verdadero
elemental como las amapolas del desierto.


Y ya que hemos empezado con José Agustín Goytisolo, por qué no acabar con la versión apabullante del "Palabras para Julia" de Los Suaves...