LA MASCOTA
Hoy he visto un anuncio callejero en el que un pequeño perro comunicaba que
se había perdido. Lo decía así, en primera persona, mostrando su imagen y dando
razón del lugar de su extravío, en un parque cercano, y de su número de móvil.
Dada la situación económica de muchas familias, que apenas pueden dar de
comer a sus hijos, he imaginado que tal vez “le habían perdido”. Del mismo modo
que antaño las madres pobres abandonaban a sus criaturas recién nacidas a la
puerta de los orfanatos o casas de misericordia, qué mejor que “perder” el
perro en un parque, a mano de otro amante de las mascotas con más posibles.
El hecho me ha recordado un poema de José Agustín Goytisolo que me
impresionó cuando se publicó hace casi cuarenta años. Habla del abandono de
perros en una coyuntura muy distinta, las elecciones que siguieron a la revolución
portuguesa de los claveles de 1974. Helo aquí:
LOS PERROS
VAGABUNDOS MÁS LUJOSOS DE LA TIERRA ESTABAN TRISTES
¿Conocéis los matices del
brillo del sol de un perro afgano
sabéis lo que cuesta tener
en casa a una pareja de chihuahuas
de un pedigrée probado hasta
diez generaciones
recordáis el ladrido
inigualable de un setter irlandés pintado
la mirada altiva de los
galgos rusos
o el temblor en las ingles
de un braque alemán?
Pues bien
yo vi en Lisboa a estos
vagabundeando con los ojos tristes y
como perdidos
oliendo las esquinas de los barrios
de postín de la ciudad
y a pesar de su hambre se
negaban a revolver en los cubos
de basura
o a encontrar un cobijo más
seguro en las zonas periféricas
y en los suburbios de
hojalata y madera
y buscaban a sus antiguos
amos en las puertas de los grandes hoteles
el Sheraton el Ritz el
Avenida Palace el Embaixador
saltaban luego o se arrastraban
hasta restaurantes como el Ahmad
el Londres el Seaford o el
Asia
y desde allí continuaban
hacia las boites como Frou-Frou Carrousel
Souk o Barracuda
para regresar una vez más ya
con el alba a sus casas vacías
y atrancadas persiguiendo
aún con un latido de esperanza
a los hombres y mujeres que
fueron sus amos
y que ya no estaban allí
sino muy lejos
y todo esto ocurría porque
ellos los perros vagabundos más lujosos
/de la tierra no sabían
que sus dueños les habían
dejado precipitadamente
como luego se ha visto ya
que hubo marcha atrás
cuando huyeron del país al
conocer el resultado de unas elecciones
/mínimamente libres
y tampoco sabían
que los burgueses aunque
juren lo contrario después y digan que
/esto es una calumnia
solo aman su dinero
-que es lo primero que ponen
a salvo cuando olfatean un peligro
/que no es tal peligro
sino únicamente la
posibilidad de que se instaure un poco de justicia
/y libertad en cualquier
parte de la tierra-
y que no aman tampoco a sus
mujeres ni a sus hijos ni a sus amantes
/ni a la madre que los parió
a todos
y que los dejarían
abandonados si fuera preciso lo mismo que a ellos
/y vagabundeando
y esto lo escribo porque
creo que es bueno que se repita y lo
/conozcan los que aún no lo
sabían
y porque aunque increíble
por lo simple resulta esplendorosamente verdadero
elemental como las amapolas
del desierto.
Y ya que hemos empezado con José Agustín Goytisolo, por qué no acabar con la versión apabullante del "Palabras para Julia" de Los Suaves...