lunes, 3 de marzo de 2014

REIVINDICACIÓN DE CIRIACO PÁRRAGA
LOS RETRATOS DE ERCORECA, AZKUE Y MARCOS ANA (II)

El retrato de Franco fue una penosa anécdota que Párraga purgó pintando y dibujando a numerosos personajes del bando republicano. Así, entre los retratos de la sucesión de alcaldes de Bilbao que hay en uno de los pasillos de la primera planta del viejo ayuntamiento de Bilbao, hoy en pleno debate sobre la oportunidad de su mantenimiento, figura el que dedicó a Ernesto Ercoreca, último regidor republicano.

Delineante de profesión, Ercoreca fue elegido alcalde en las elecciones de 1931, a las que acudió en las filas de Izquierda Republicana. Tenía ya sesenta y cinco años pero aún le quedaban un montón de experiencias por vivir.

Participó en la asamblea de ayuntamientos que aprobó el Estatuto de Autonomía  de 1933, por lo que fue detenido y encarcelado en la cárcel de Larrínaga por el gobierno de la Confederación Española  de Derechas Autónomas (CEDA) hasta la victoria del Frente Popular en febrero de 1936. Repuesto por éste  en la alcaldía, vuelve a ser detenido en Miranda de Ebro por las fuerzas fascistas que sustentan el golpe de estado  y condenado a muerte junto a otros 65 presos republicanos, ejecutados en el monte de Valdecalderas.  Ercoreca salva la vida, al ser canjeado por el líder carlista Esteban Bilbao, que más tarde sería ministro y presidente de las cortes franquistas, pero vuelve a la cárcel al ser entregado poco después por el gobierno colaboracionista de Vichy. Tras cuatro años de cárcel y destierro vuelve a Bilbao, donde fallecería en 1957.

Ercoreca era amigo de Párraga, ambos compartían ideas y vivencias, y éste, que pintó el retrato en 1948, quiso y supo envolver la figura del alcalde, su rostro sereno, las manos apoyadas plácidamente en una butaca aterciopelada, en una atmósfera que es la prolongación de un personaje en el que destaca el humanismo y la dignidad de su figura histórica.

El retrato de Azkue
A Resurrección María de Azkue, primer director de Euskaltzaindia (Academia de la Lengua Vasca) lo pinta solo dos años después. Lo hace por voluntad propia, movido únicamente por la personalidad del filólogo, en el despacho que éste ocupa en la antigua sede de la academia, primera planta de la calle Ribera. Allí trabaja durante  varios meses con una pincelada cuidada y concisa que acaba dotando de movimiento al gesto serio y la mirada atenta del académico.

Para la mayoría de críticos de la obra de Párraga se trata de su mejor retrato, incluso de su obra cumbre, pero Camón Aznar va más allá y lo califica como uno de los mejores retratos de todos los tiempos. Como en la mayoría de ellos, en un porcentaje altísimo pintados del natural, el pintor exalta la personalidad del personaje, que parece que en cualquier momento va a poder levantarse o simplemente cambiar de postura, en una ademán que le hace partícipe activo del trabajo del artista.

El poeta Marcos Ana

 Durante su última estancia en la prisión de Burgos, tras su detención en la jornada de reconciliación nacional convocada por el PCE el 23 de abril de 1958, Párraga dibujó y pintó numerosas cabezas de militantes y dirigentes antifranquistas, principalmente del propio partido. Entre éstas destaca la que dedicó al poeta Marcos Ana, que llevaba en la cárcel desde el fin de la guerra en 1939. La mirada del poeta en el cuadro de Párraga parece atravesar la frontera del lienzo como si éste fuera una ventana al futuro. Es quizás un cuadro de pequeña proporción pero en ningún caso un cuadro menor. 

Continuará...