miércoles, 23 de diciembre de 2015

Joseph Brodsky

UN POEMA DE NAVIDAD DE JOSEPH BRODSKY 

Encarcelado cinco años por su condición de poeta, es decir, de “parásito social”, en los años de esplendor de la Unión Soviética, el poeta y premio Nobel de literatura de 1987, Joseph Brodsky, inició en 1962 un curioso proyecto, escribir un poema sobre la navidad todos los años, cosa que hizo hasta su muerte. 

Aunque recientemente he leído alguna crítica sobre la rentabilidad que Brodsky le sacó al cautiverio, una vez exiliado en los Estados Unidos (ver “Limonov” de Emmanuel Carrère), su obsesión me ha parecido merecedora de un homenaje, así que he aquí el poema compuesto en 1986.

Cae la nieve dejando al mundo reducido.
En esa época, se dan al desenfreno, los Pinkerton,
y te descubre a ti mismo, de cualquier manera,
la huella impresa en ella con descuido.
Esos hallazgos no exigen tributo.
Silencio por todo el barrio.
!Cuánta luz se metió en ese trozo de estrella
al llegar la noche! Tanta como fugitivos en una balsa.
No te ciegues, !mira! Tú también eres huérfano,
Desarraigado, canalla, estás fuera de la ley;
no busques, porque nada tienes. De tu boca,
como de un dragón, salen bocanadas de humo.
Mejor será que reces en voz alta, como un segundo Nazareno,
por los reyes sin reino que vagan por los presentes
en ambos confines de la tierra,
y por todos los niños en sus cunas.

De acompañamiento musical una rareza de Tom Waits que he encontrado buscando una de las canciones de navidad que conservo en vinilo, “Christmas card from a hooker in Minneapolis”, la amarga postal de navidad de una prostituta en un remix con la inevitable “Silent night” (Noche de paz).

Pues eso, felices fiestas…



viernes, 11 de diciembre de 2015

UNA CANCIÓN PARA EL VIERNES

Llevo unos días escuchando el último disco de "Yo la la tengo", un grupo de culto con 30 años de historia pero desconocido para mí hasta hace unas semanas, y como entre otras joyas hay una interpretación folk de "Friday i´m in love" ("Viernes,estoy enamorado"), uno de los himnos de The Cure, qué mejor para empezar el fin de semana que las dos versiones amorosas de un mismo viernes.





jueves, 3 de diciembre de 2015

LA “CLACA”

Esta semana me he acercado a la sala de exposiciones del Archivo Foral para ver la que han dedicado a la censura en los carteles cinematográficos durante el franquismo y la transición, en torno a la figura de Francisco Fernández Zarza, más conocido como Jano.

Jano no fue solo un buen y prolífico ilustrador y cartelista, sino un malabarista del mensaje visual, un moderno Daniele da Volterra, alias “Il braghettone”. Si éste se dedicó a cubrir los genitales que iba descubriendo su maestro Miguel Ángel, Jano tapaba escotes, alargaba faldas y convertía bikinis en bañadores recatados.

Como en otras ocasiones, la exposición solo tenía dos visitantes: otro señor y yo. Digo como otras veces que he ido yo y, por lo que me dicen, lo habitual vaya quien vaya, lo que es un poco triste, porque las propuestas de la sala suelen ser originales. Ahora bien, ¿quién es el otro señor? Lo he comentado con un amigo y hemos fabulado que debe ser un contratado, un figurante pagado que impide la desertización de la galería, alguien que hace de claca.

Al nombrar la palabra claca, equivalente catalán a claque, ambas en desuso, he recordado que gracias a un compañero de universidad practiqué ese oficio en alguna ocasión en el teatro Poliorama de Barcelona. Para los más jóvenes informar de que se llamaba claca o claque a un grupo de personas que cobraban por asistir a una representación para aplaudir y asegurar su éxito.

El caso es que mi amigo conocía por alguna circunstancia al hombre que la dirigía, un señor muy mayor que solía estar frente al local, y si el evento lo merecía ofrecía nuestros servicios. Creo recordar que el pase era una especie de cartón numerado que nos permitía acceder a un lugar del anfiteatro no especialmente bueno para seguir el espectáculo, pero a nosotros,
Teatro Poliorama
que no cobrábamos en dinero sino en especie, ver alguna obra teatral o cantante nos parecía premio suficiente, así que aplaudíamos más por convicción que porque se nos obligara.

El truco dejó de funcionar hace tiempo. Solo se me ocurre algo similar en la calificación que las redes hoteleras dejan a sus huéspedes, porque a menudo parecen falseadas por “claqueros” entusiastas o derrotistas, así que, literatura aparte, no creo que el espectador de la exposición de carteles cobre por ello, salvo que aceptemos que una buena parte de nuestras vidas es la claca que nos permite sobrevivirlas.


Como la que más recuerdo es la que practiqué viendo a Pau Riba en el viejo Poliorama, qué mejor que acabar con el primer éxito del muchacho: https://open.spotify.com/track/5ApXaLRBjPPVJlqtGNfCWL