martes, 10 de febrero de 2015

LA NEVADA

Hacía tiempo que la nieve no cuajaba en Bilbao y sus cercanías, y la gente se ha llenado de entusiasmo y ha llenado las calles y los balcones de cámaras fotográficas para inmortalizar el momento. 

Pues bien, a la constatación de que veo difícil una instantánea potable de una nevada sumo mi alergia a producto tan gélido y pastosete. Creo que fui el único habitante de la ciudad que no tiró de móvil, ni disfrutó pisándolo. 

La Diagonal de Barcelona en la nevada de 1962
Casi siempre ha sido así. Solo cuando lo descubrí  en la nevada que aisló Barcelona del resto del planeta las navidades del sesenta y dos del pasado siglo pude disfrutar de sus virtudes lúdicas. Quizás por la novedad y porque solo tenía diez años de edad. La azotea de la casa familiar había acumulado un metro de espesor y mi madre temía que el suelo, nuestro techo, no acostumbrado a soportar peso y temperatura semejante, acabara cediendo. Una vez avisó a los ciudadanos de que los quitanieves que venían a liberarnos desde Andorra tardarían más de un día en alcanzar la Diagonal, el alcalde Porcioles, ataviado con polainas, así lo anunciaban por la radio, se echó a la calle a dar ejemplo y repartió miles de palas para abrir camino en las calles y aligerar los terrados. 

Eso sí estaba bien. No hubo viandante que no sufriera la abatida de las paladas que arrancábamos de la azotea y lanzábamos sin orden al vacío durante los días que la nieve mantuvo consistencia.

Pese a tener amigos aficionados nunca he ido a esquiar, y la textura crujiente de la nieve, su humedad permanente, me parece incómoda. Tampoco aprecio que sea bella por sí misma, sino únicamente cuando esa ausencia de color combate con el verde de las arboledas o la gama de las ciudades.

Pese a todo, no he evitado que mis hijas la conocieran cuando eran pequeñas. Recuerdo el día que llevamos a la menor por un hecho luctuoso. Esa misma mañana, en la zona del Vivero, a pocos metros de donde ella tiró bolas de nieve por primera vez, se descubrió el cadáver de una joven de nuestro barrio. Lo más terrible es que, tras varias conjeturas y pesquisas que apuntaban a otra persona, se descubrió que el asesino era el hijo de una conocida. Bilbao mantiene una medida asequible que no hace difícil que conozcas o hayas coincidido directa o indirectamente con todo tipo de gente, también con algún que otro asesino…

Aunque como sintonía de programa de radio está un poco sobada “Snow” (Nieve), de Red Hot Chili Peppers, sigue siendo una bonita canción. Y ojo con el hielo!!!