miércoles, 3 de junio de 2015

¿QUÉ HICISTE EL 23 DE FEBRERO DE 1981?

Parece el título de una película y una pregunta pasada de moda pero se debe a mi lectura, también con retraso, de “Anatomía de un instante” de Javier Cercas, un relato más o menos novelado del golpe del 23-F.

El libro me ha parecido apasionante, pueda uno estar o no de acuerdo con sus juicios de valor, pero imagino que su contenido sonará a antigualla a mucha gente. Hay que pensar que ya han pasado 34 años desde que aconteció, y a los nacidos después de aquel  desatino este les sonará como me sonaba a mi la guerra de Cuba o la dictadura de Primo de Rivera.

La pregunta de la entradilla tiene en mi caso una respuesta que aparece en el libro y transcribo más adelante: el 23 de febrero de 1981 me metí  en casa a esperar a que amainara. Formaba parte de la masa de desencantados que había abandonado toda militancia y estábamos a otra cosa.

En fin, soy de los que creo que la transición fue lo que fue porque no había fuerza para reorientarla, y que el 23-F fue una demostración palpable de la debilidad de los demócratas. Muy vaciadas las organizaciones que habían llevado el peso de la oposición al franquismo, ya antes muy minoritarias, reconozcámoslo, la resistencia al golpe fue, como bien dice Cercas “ninguna”. He aquí el texto:


“Apenas hubo un gesto de rechazo público al golpe en toda España hasta que ya de madrugada el Rey compareció en televisión condenando el asalto al Congreso y se dio por fracasada la intentona: salvo el jefe del gobierno provisional nombrado por el rey, Francisco Laína, o el presidente del gobierno autonómico catalán, Jordi Pujol, en la tarde del 23 de febrero todos o casi todos los responsables políticos que no habían sido secuestrados por Tejero - dirigentes de partidos, senadores, presidentes y diputados autonómicos, gobernadores civiles, alcaldes y concejales – se limitaron a aguardar el desenlace de los acontecimientos, y algunos se escondieron o escaparon o intentaron escapar al extranjero; salvo el diario El País – que sacó una edición especial a las diez de la noche – y Diario16 – que lo sacó a las doce -, apenas hubo un solo medio de comunicación que saliera en defensa de la democracia; salvo la Unión Sindical de Policía y el PSUC, el partido comunista catalán, apenas hubo una sola organización política o social que emitiera una nota de protesta y, cuando algún sindicato discutió la posibilidad de movilizar a sus afiliados, fue de inmediato disuadido de hacerlo con el argumento de que cualquier manifestación podía provocar nuevos movimientos militares. Por lo demás, aquella tarde la memoria de la guerra encerró a la gente en su casa, paralizó el país, lo silenció: nadie ofreció la menor resistencia al golpe y todo el mundo acogió el secuestro del Congreso y la toma de Valencia por los tanques con humores que variaban desde el terror a la euforia pasando por la apatía, pero con idéntica pasividad. Esa fue la respuesta popular al golpe: ninguna.”

He vuelto a oír la parodia que La Trinca dedicó por entonces al evento y hay qué ver cómo acertaron...