martes, 21 de julio de 2015

TONTERIECES Y ESTUPIDERÍAS


El juego de palabras pertenece a un tal Betoret, uno de esos tipos que uno conoce en la mili y no vuelve a ver nunca jamás, pero pese a los decenios pasados aún lo uso de vez en cuando. Así que ahí va el recuerdo, el reconocimiento y el homenaje. Y como estamos en verano, una entrada ligerita, como de playa.

El titulillo viene al dedo de algunas noticias que he leído estos días en medios diversos, noticias de descubrimientos científicos que parecen responder a las preguntas ontológicas con las que Luis Piedrahita empieza sus monólogos, léase: ¿Cuánto tardan los niños en decir “cuánto falta” en un viaje largo? Y un estudio, vaya usted a saber con qué meticulosidad y fundamento,  sentencia: una hora.

el típico ácaro veloz
No sé quién encarga y financia semejantes estudios, pero sobre todo: ¿para qué sirven y cómo coño los hacen? Qué más da que el ácaro sea el animal más rápido en proporción a su tamaño o que un 47% de las personas tome directamente la leche del envase cuando nadie las ve?

Claro, siempre podrá afirmarse que la constatación de que la siesta, según un informe de nada más y nada menos que la NASA, disminuye el riesgo de infarto, aligera la depresión y ayuda a adelgazar acabará abocando a que gobiernos serios y consecuentes propongan leyes que obliguen a los trabajadores a pegarse una cabezadita después de comer. Al fin y al cabo otro riguroso estudio  de la Universidad de Loughborough ha concluido que la siesta evita errores y aumenta la productividad. Pero hay más, leo al final del mismo artículo que la NASA cree que “la falta de siesta contribuyó al desastre ecológico de Chernóbil”. Joder!!! De ser creíbles semejantes trabajos tendrían utilidad y ya tendríamos la solución para los desastres y tristezas que asolan la tierra, siestorra que te crió, pero, sinceramente, a mí me suena a campaña publicitaria de la marca España. O no?