martes, 17 de mayo de 2016

UN POEMA DE ALFONSO PASCAL


Alfonso Pascual Ros (Iruña 1965) ganó en 2014 el XXX Premio Jaén de Poesía con un poemario dedicado al segundo de sus hijos, Pedro (“Cuaderno para Pedro – Un día de estos se nos va a morir Juan Gelman”). Ya lo había hecho con el primero de ellos, Miguel, en 2008 (“Cuaderno para Miguel – Oteizas”). Ambos son, pues, libros complementarios con segundas referencias, el poeta argentino Juan Gelman y el arquitecto vasco, Jorge de Oteiza.


Lo he leído con cierto retraso alentado por una crítica bondadosa y la verdad es que, pese a que o quizás porque se trata de una poesía que me es formalmente lejana, me ha sorprendido, lo que ya es…

Con una temática pelín endogámica a mi gusto, centrada en el oficio propio, el de poeta, Pascal hace uso del anacronismo para conversar o apelar al citado Gelman, Cernuda, Labordeta, Carver o Bukowski, entre otros…con un estilo sarcástico que come de todos ellos.

Recurro a este poema porque, además de bueno, me parece representativo de un punto de vista sobre la poesía, evidentemente terrenal, que comparto. Para interesados, el libro está publicado por Hiperión y es baratito.

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Poeta de provincias con paisaje de constable al fondo
sigue las instrucciones de un manual del buen poeta

Mira que no hay manera, Pedro, 
de entusiasmarme con amaneceres, 
puedes testificarlo, hijo, 
que llevo una semana como liebre 
saltando de la cama hacia las cuatro 
armado con el lápiz y el cuaderno, 
llegar de noche al campo y esperar 
que salga el sol. Hasta he probado 
sentarme junto a un río como dicen 
con rumor de fontanas, escuchar 
el canto de los pájaros, 
mover los cangilones, 
desnudarme y tumbarme boca arriba 
para entrar en contacto con la tierra, 
ver pasar las ovejas por el fondo 
soñando mientras tanto en amoríos, 
en tu madre también, que no hay manera 
de entrar en comunión con el paisaje. 
He probado a cambiarme de cuaderno 
y de marca de lápiz, la tonsura, 
a recoger frambuesas, nomeolvides, 
contar versos de once con los dedos, 
recitar poesía pastoril 
mientras escucho a Mozart 
y las Cuatro Estaciones de Vivaldi, 
doblarme en las posturas y ejercicios 
de las respiraciones básicas, 
el loto y las flexiones espinales. 
Desisto, hijo, lo dejo, ser poeta 
se escapa de mi alcance. No he ganado 
más que para pinchazos, pulmonías 
y para que tu madre 
me espere en el salón más que enfadada, 
que a ver qué explicación y que a estas horas, 
y padre de familia, tú de dónde, 
con la ropa empapada y sin zapatos, 
qué ejemplo tú para tus hijos, 
abierta la bragueta, oliendo a flores.