jueves, 15 de diciembre de 2016

Fuentes

FUENTES

En esta edad previa a la senectud observo que hay dos servicios públicos que mis congéneres tienen muy presentes: los urinarios y las fuentes.  Me refiero, claro, a las fuentes de beber, no a las ornamentales, aunque a estas también voy a dedicar algún espacio. De los urinarios ya hablé en su momento en una entrada gloriosa: 
http://charlievedella.blogspot.com.es/2013_06_12_archive.html

Fuente de Iturribide (BIlbao)
Las primeras fuentes que recuerdo estaban en las esquinas del patio del colegio. Solía haber una cola no respetada por los grandullones, que aprovechaban para poner el índice en el chorrito y regarnos con saña especial.  Los muy cabrones se apoderaban del elemento, mientras los pequeñajos, acojonados, nos moríamos de sed. Así que pasar a ser tú el “puteador” era, como colgar las pelotas de fútbol  de los chiquitines, un símbolo de madurez.

Y es que hay que tener en cuenta que hubo un tiempo en el que no existían las botellas de plástico, no estaban de moda las dietas líquidas, y si eras niño o adolescente y tenías sed, había que conocer al dueño de algún bar aledaño dispuesto a proporcionarte un vaso de agua del grifo o conocer el mapa de las fuentes cercanas. Como la vejez es una vuelta al exceso de tiempo y aire libre, se da como un retorno metafórico y real a las fuentes, y previamente al poteo casi diario, l@s jubilad@s rastrea/n/mos los senderos como avezados zahoríes en la perspectiva de refrescar el gaznate.

Fuente de Montjuic
También me gustan las fuentes ornamentales. Refrescan las ciudades calurosas y son, con el plácet de los urbanistas, referentes históricos y/o estéticos. Una imagen de mis veranos infantiles es presenciar embobado la que Carles Buigas diseñó en Montjuic  (Barcelona) para la celebración de la exposición universal de 1929. Supongo que ahora puede parecer algo kitsch, pero en su momento fue de lo más vanguardista. Además. No nos preocupemos. Lo kitsch sigue teniendo seguidores acérrimos. Véase si no la que, también con el plácet o la empanada de algún urbanista, padecemos en la plaza de Jado de Bilbao.

Fuente de la Plaza de Jado (Bilbao)
Si las fuentes pequeñas parecen recobrar su viveza pasada, las ornamentales encuentran nuevos usos. Así que si en el pasado eran un lugar ideal para quedar con la novia o el novio o tirar una moneda de espaldas pidiendo algún deseo, hoy son punto de celebración de aficionados al fútbol dispuestos a descabezar a la diosa Cibeles o a despeñarse en Canaletas. “Pan y circo”. Es lo que hay…



Solo habla de un manantial metafórico pero como Julio Bustamante es un habitual…: “Una casa en el sol” con Carol McCloskey https://open.spotify.com/track/3XExJgcvm2IxxlQWD5Wx2l