martes, 31 de octubre de 2017

Lars Noren

UN POEMA DE LARS NOREN 
PARA EL 1 DE NOVIEMBRE

Suelo abastecer los camposantos virtuales con un poema ad hoc para el día 1 de noviembre, y para esta entrega he recurrido a un libro anciano, uno de esos ejemplares que por antigüedad o porque ya no interesan son almacenados como paso previo a su alejamiento. 

Ya hablé de ello en un blog anterior dedicado a poetas británicos (http://charlievedella.blogspot.com.es/2017/05/un-poema-patriotico-de-roger-mcgough.html), así que en esta ocasión voy a hacer uso de una adquisición de nada menos que del día de reyes de 1973, seguramente un regalo familiar.

Lars Noren en la actualidad
Se trata de “La nueva poesía sueca”, una selección efectuada y traducida por Justo Jorge Padrón (poeta al que se podrá recordar porque recogió el premio Nobel otorgado a Vicente Aleixandre en 1977), libro de Plaza&Janés que a día de hoy es ya una reliquia viejuna.  Los autores recopilados o han fallecido o son ancianos nada novedosos. Entre ellos, Lars Noren, entonces el más joven (Estocolmo-1944), que ni siquiera escribe poesía desde 1980.

Sin embargo, los poemas de Noren incluidos en la recopilación conservan un aire juvenil muy actual. Rebelde, obsesivo (pasó por varios psiquiátricos en los años sesenta del pasado siglo), volcaba su mundo atormentado en largas versificaciones que algunos críticos califican de “verborragia”. Entre 2000 y 2005 escribió un diario de 1.680 páginas.

El poema de Noren elegido para el evento se llama “Lisbeth, 23 años, in memoriam”, y en traducción de Padrón dice tal que así:

LISBETH, 23 AÑOS, IN MEMORIAM

Habíamos de vernos para ir  comer juntos
ya que estaba tan enfebrecida y delgada,
pero murió de muerte conservadora.
Murió como una rigidez pasajera,
una súbita operación facial.
El viernes, después del trabajo,
se tomó como siempre los somníferos
suficientes para poder dormir
hasta el lunes y evitar la soledad.
Esta vez estuvo echada tres días
satisfecha en el suelo del cuarto de estar
con los auriculares puestos, escuchando
a Bach y se tragó la lengua.
El sonido no se aislaba suficientemente
en los oídos y le hacía estremecerse.
Unos días más tarde
fue enterrada pronto y para siempre.
Todos sus enemigos acudieron.


De acompañamiento musical una bella pieza, “Kristallen”, interpretada por los dos más conocidos músicos de jazz suecos,  Nils Landgren y Esbjörn Svensson, este último fallecido en 2008.


domingo, 22 de octubre de 2017

L´Estany de Banyoles

NADANDO EN 
L´ESTANY DE BANYOLES

Debo a Rafael Argullol (Barcelona 1949) dos de esos hechos a los que uno acaba dando relevancia vital. Del primero hace ya la friolera de 47 años y forma parte de esas batallitas que los abueletes compartimos entre vinos. Se celebraba un acto en el aula Magna de la universidad de Barcelona en homenaje a Bertrand Russell, referente ético de la izquierda no dogmática y del pacifismo militante, que acababa de fallecer (febrero de 1970). El ponente era Jesús Mosterín (Bilbao 1941- Barcelona 2017), entonces un joven profesor que también nos ha dejado el pasado 4 de octubre. Cuando la disertación había acabado, Rafael Argullol, creo que delegado del recién creado sindicato democrático de estudiantes, se levantó e invitó a Mosterín y a los dos centenares de asistentes, entre los que me encontraba, a homenajear a Russell de la mejor manera, saliendo en manifestación a la plaza Universidad. Supongo que era una complicidad pactada, dado el carácter heterodoxo y siempre atrevido de Mosterín, porque éste se avino. Como es evidente mi bautizo de fuego manifestante duró los dos minutos que tardaron los grises en empezar a repartir hostias.

yo mismo al fondo entre 1.200 locos
En 2003 reencontré a Argullol en un curioso libro de debate entre culturas  con un sabio indio, Vidya Nivas Mishra (“Del Ganges al Mediterráneo”). Gracias a esa suculenta controversia de ideas descubrí el concepto de “interdependencia”, que el sabio hindú enfrentaba al más occidental de igualdad, un principio que, según él, generaba uniformidad, es decir, anulaba la diversidad.

Viene esto de la interdependencia a cuento de mi reciente viaje a Catalunya con un fin “menor”, atravesar a nado l’Estany de Banyoles  el 15 de setiembre, rodeado de un clamor épico y “mayor”, la reivindicación de su independencia como República por una parte importante de su ciudadanía.


L´Estany de Banyoles es para mí una cita nostálgica. Mi padre nos había llevado más de una vez cuando yo era un crío y los Maristas, que tenían un colegio macizo en las afueras de Girona, nos acercaban a comer el bocata de tortilla en sus riberas cada dos o tres años. La última vez que lo había visitado nos subimos a un barco turístico que se hundió al año siguiente dejando varios muertos.

La travesía en sí (2.150 metros) me duró 48 minutos y 4 segundos, una eternidad para recapacitar mientras se bracea en una suerte de placenta algaida, porque el viaje, mi pequeña odisea, con sus cíclopes, sus hechiceros y sus cantos de sirena duró una semana llena de anécdotas, acontecimientos y convulsiones.

Veamos: los días 6 y 7 de setiembre, en dos sesiones que para ser indulgente solo calificaré de peculiares, el Parlament de Catalunya había aprobado las leyes que pretendían culminar el procés hacia la independencia, de modo que una semana después mi mujer y yo nos tomamos el recorrido hacia l´estany como una crónica periodística. Durante el viaje enviábamos guasap graciosos a nuestros amigos/as indepes, equidistantes y unionistas en la creencia de que la sangre no llegaría al río.

Pintada en la parte vieja de Huesca
Antes de llegar dos paradas:

Huesca: una de esas ciudades que injustamente, como Soria o Ciudad Real, nadie conoce ni sabe situar en el mapa. Es coqueta y se ve en una tarde. Me llamó la atención que a algunos maños también les hubiera dado cierto hervor identitario y reivindicaran la fabla aragonesa, así que foto.

Y Vic: hervor multiplicado. La plaza mayor estaba llena de esteladas y propaganda por el sí. El dueño del restaurante era francés. Nos dijo que tanto él como su mujer habían sido ejecutivos de una empresa del pueblo  con más de doscientos trabajadores. Ahora se ganan la vida preparando escudella amb carn d´olla, butifarras caseras y unos pasteles al ron que están de muerte.
El antiguo Cine Rosa de Cornellá de Terri

El destino: la casualidad nos llevó a pernoctar en Cornellá de Terri, a apenas unos kilómetros del lago. Sí, el pueblo en el que solo una semana después votaría Carles Puigdemont, tras intentarlo sin éxito en el pueblo en el que está empadronado. Su única notoriedad turística es el edificio que albergó el cine Rosa, actualmente un bar restaurante. Así que foto.


El día 20, ya en Barcelona, detienen a varios responsables de la consellería de Economía y Hacienda y nos joden la visita Castelldefels. Pues sí, en cualquier momento me pueden detener y enviar a Soto del Real, porque soy uno de los miles de manifestantes que rodearon “pacíficamente” la conselleria de la Rambla de  Catalunya. Como interdependentista, es decir, equidistante según unionistas e indepes, me mosqueaba cada vez que oía que el “votarem” estaba indisolublemente ligado al “inde, independencia”, pero me sigue pareciendo increíble que se detenga a la gente porque defienda poder votar un divorcio colectivo. Así que había que estar.

De vuelta a Bilbao solo tres días antes del “referéndum” enviábamos guasap absolutamente acojonados, porque no parábamos de cruzarnos con convoys de tocineras de la policía nacional.

En fin, mientras cruzaba a nado L´Estany de Banyoles desconocía que las cosas aún iban a ir a peor. Ya he hablado del nadar, (¿vendrá de ahí lo de nadar y guardar la ropa?) como una especie de Nirvana, como si ese mundo acuático te pudiera aislar de un mundo exterior incómodo, pero no es así.  Lo que me había dado era un baño de realidad y lo que me esperaba fuera era solo un jarro de agua fría.

Postdata: Tras un singular cruce epistolar entre dos pirómanos, el sábado el señor Rajoy decidió restaurar la democracia en Catalunya aboliendo la democracia representativa. Olé sus güevos…


Para rebajar la tensión un tema en directo de Camera Obscura que habla de nadar en una piscina. Que la música nos consuele una vez más…

jueves, 12 de octubre de 2017

Joan Margarit 2

LA MÚSICA CONSUELA (2)

Joan Margarit pertenece a una generación muy influenciada por la cultura y la canción francesa. Para un catalán nacido a pocos kilómetros de su frontera, el país cercano y sobre todo París era un destino que contrastaba con la grisura de la dictadura franquista. En un primer momento, en sus poemarios de la época, como referencia presente. Más adelante como una muestra del tiempo irrecuperable. No en vano Joan Margarit dedicó un libro a la “Estació de França” en 1999, una clara metáfora de la puerta de “hierro y de cristal” “con olor a carbón en los andenes/ y el mostrador mojado en la cantina”, que conducía a la libertad.

Ejemplos de esta influencia son:
“Ciutat d´ahir/Ciudad de ayer”, en el que homenajea a cantautores de ayer, como Leo Ferré o Paco Ibáñez, pero coloca a la misma altura que Lucho Gatica, cuyos  boleros, “en la muerte seguiremos bailando”.
“Sonets a dues ciutats/Sonetos en dos ciudades”, en el que ambas, Barcelona y París, se unen en la cita de una canción de Leo Ferré, “Thank you Satan” (“El rojo para nacer en Barcelona,/el negro para morir en París”).
En “Últims combats/Últimos combates” la canción francesa acompaña a “Franco en los periódicos y Marx en los discursos clandestinos”.
En “Mentre tu dorms/Mientras tú duermes” (un poema que se incluye como poema prólogo de la antología de “Poesía amorosa completa”, publicada por Hiperión en 2001) la música, “una voz ronca de canción francesa”, es el fondo de las primeras fases de su historia de amor con Mariona Ribalta, su mujer.
“Fars en la nit/Faros en la noche” recurre a una de las constantes de su poesía, la vuelta del pasado. En este caso a través de la imagen de un coche que le lanza una ráfaga de luces, quizás “el dos caballos/de los años sesenta hacia París/Je ne regrette rien canta Edith Piaff”.

Pero para la ocasión he querido transcribir la totalidad de dos espléndidos poemas, “Fulgors/Fulgores”, una suerte de manifiesto poético en el que Margarit relativiza el valor de la poesía y de la música, pero insiste en su capacidad de consuelo; y “Quadres d´una exposició/Cuadros de una exposición”, el nombre de una suite de Mussorgsky, escrito en 1995 en un tono nostálgico y lleno de referencias a la cultura y la canción francesa.

FULGORS
                            "Nadie es la patria."
                                       J. L. Borges

Res ni ningú no és la poesia.
Ni el personatge sol en una roca
mirant com bat el mar. Ni el mar, que és l'únic
que ha perdurat de la mitologia.
Poesia no ets tu. Ni cap crepuscle,
ni el vell prestigi inútil de la rosa,
ni escriure el vers més trist aquesta nit.
Res ni ningú no és la poesia.
Ni cendra i marbre, aparellats pels clàssics,
ni els molls a l'alba, ni les fulles mortes,
ni escoltar la cançó Les feuilles mortes.
Res ni ningú no és la poesia.
Ni les cartes de Rilke, ni Venècia,
ni la bala en el cap de Maiacovski,
ni la llum del fanal entre la boira
on sempre esperarà Lili Marlene.
Res ni ningú no és la poesia,
però és ella qui em salva d'aquest monstre
que és a l'aguait en algun lloc dins meu,
la meva bèstia de companyia.
FULGORES
                             "Nadie es la patria."
                                         J. L. Borges

Nada ni nadie es la poesía.
Ni el personaje solo en una roca
que mira los embates
del mar. Ni el mar, lo único
que ha perdurado en la mitología.
Poesía no eres tú. Ni los crepúsculos,
ni el inútil prestigio de la rosa,
ni haber escrito el verso más triste alguna noche.
Nada ni nadie es la poesía.
Ni el ínfimo temblor de las estrellas,
ni mármol y ceniza, reunidos por los clásicos,
ni los muelles al alba, ni las hojas muertas,
ni escuchar la canción Les feuilles mortes.
Nada ni nadie es la poesía.
Ni las cartas de Rilke, ni Venecia,
ni la bala en la sien de Maiacovski,
ni la luz del farol entre la niebla
donde siempre esperará Lili Marlene.
Nada ni nadie es la poesía,
pero ella es quien me salva de este monstruo
que acecha en un lugar dentro de mí,
la bestia que me hace compañía.
QUADRES D´UNA EXPOSICIÓ
                                        A la Raquel
Tu i jo sempre hem tornat junts a París.
L´Estació de França queda enrere
-uns ferros dins la nit- com el passat.
És blavosa la lluna vista des del tren,
la lluna feta de records de l´ombra,
com, per a mi, el París de fa trenta anys
en els teus ulls
-vull dir els d´aquella noia:
literatura, exili, la cançó francesa.
Érem joves, buscàvem les ciutats
plujoses amb mansardes de pissarra,
les ciutats sota zero de grans guerres
i grans poetes. Ens feien sentir herois,
politics, cultes,
perseguidors d´una literature
que s´ha acabat per sempre. Sartre dorm
en la grisa tardor de Montparnasse,
a prop de Baudelaire, les flors marcides
i una nota d´agenda d´una desconeguda,
lletra mig esborrada per la pluja.
Ara podem entendre aquest verd fosc
dels racons més ombrívols de Cézanne
i la plujosa llum de Montparnasse
sota els alts castanyers de branques nues,
on Simone de Beauvoir,
com tots els de llavors, també dorm, ja,
en l´exposició de quadres d´ombra.
Tu i jo sempre hem tornat junts a París.
I ara que de Cézanne ja fa cent anys,
qué significa per a ell el quadre
del pont, que tant t´estimes?
Ara mirem en una sala càlida
el drap blanco on rodolen pomes roges,
verdes, blaves: la nostra joventut.
Tots els paisatges d´aquest verd lluent,
què són dins la seva ombra sense quadres?
Amb la mirada malva dels joueurs de cartes
i amb aquells negres ulls desconfiats
dels seus autoretrats,
Cézanne va mirar un dia aquest llac verd
profunsíssim de fosca
que mirem entre quadres i murmuris
sota els llums tenues del Grand Palais:
una dona de cinquanta anys
i un home seixanta
busquen noves nostàlgies.
Tornem al metro que, sense adonar-nos-en,
ha anat modernitzant els vells vagons.
Ja és difícil sentir Leo Ferré,
però encara és la pluja de París.
En un p
etit hotel de nom terrible
-Hôtel de l´Avenir-
vora la fosca, gran com un Cézanne,
dels jardins verd obscur del Luxembourg,
una nit de noviembre del noranta-cinc,
escric aquest poema.


CUADROS DE UNA EXPOSICIÓN
                                           A Raquel
Siempre hemos vuelto juntos a París.
Atrás dejamos – hierros en la noche-
nuestro pasado, la Estación de Francia.
La luna es azulada desde el tren,
una luna de recuerdos de sombra,
igual que aquel París de hace treinta años
en tos ojos
-quiero decir en los de aquella chica:
literatura, exilio, la canción francesa.
Éramos jóvenes, buscábamos ciudades
lluviosas, con mansardas de pizarra,
ciudades bajo cero de dos guerras
y de grandes poetas. Nos hacían
sentir políticos, heroicos, cultos,
y perseguir una literatura
que acabó para siempre. Sartre duerme
en el otoño gris de Montparnasse,
cerca de Baudelaire, las flores mustias
y una nota de agenda de una desconocida,
letra medio borrada por la lluvia.
Ahora entendemos este verde oscuro
de rincones sombríos de Cézanne
y la lluviosa luz de Montparnasse
bajo castaños de desnudas ramas,
con Simone de Beauvoir que, como todos
los de entonces, también está dormida
en esta exposición de los cuadros de sombra.
Siempre hemos vuelto juntos a París.
Y hoy que de Cézanne hace ya cien años,
¿qué significa para él el cuadro
del puente que tanto amas?
Ahora miramos en la sala cálida
el trapo blanco con manzanas rojas,
verdes, azules: nuestra juventud.
Estos paisajes de un brillante verde
¿qué son en una sombra sin los cuadros?
Con la mirada malva de los joueurs de cartes
y con los negros ojos desconfiados
de sus autorretratos,
Cézanne contempló un día el lago verde
que, de sombra, ahora miramos
entre los cuadros y entre los murmullos
bajo la tenue luz del Grand Palais:
una mujer de cincuenta años
y un hombre de sesenta
buscando nuevas nostalgias.
Vamos en metro, que ha modernizado,
sin que nos demos cuenta, sus vagones.
Ya es difícil oír a Leo Ferré,
pero aún es la lluvia de París.
En un pequeño hotel con un nombre terrible
-Hôtel de l´Avenir- junto a la sombra,
grande como un Cézanne, de los jardines del Louxembourg, de un color verde oscuro,
una noche de noviembre del noventa y cinco,
escribo este poema.

Como fondo musical he elegido a un asiduo de Margarit, también asiduo de este blog, Leo Ferré. Se trata de una interpretación de “La melancolie” en el Olympia de París en  1972. Es emocionante ver a ese hombre, ya muy mayor, cantando ese precioso poema con el solo acompañamiento de un piano y oír, por ejemplo, una bellísima, simple y sutil definición de la melancolía: “volver a ver a Charlot a la edad de Chaplin”.

Que el pasado, la poesía y la música os consuele…