lunes, 10 de septiembre de 2018

La revancha del plátano


LA REVANCHA DEL PLÁTANO
No es el título de un ensayo ecológico ni de una novela o cómic, una referencia a Gotan Project o un texto surrealista. Se trata simplemente de que los plátanos vuelven a brotar en el tramo recto que separa la última curva de la Barrerilla de la muy noble ciudad de Orduña.

la vía aún de tierra y el arbolado de tronco delgado
Cuando despojaron la carretera de los inmensos plátanos que la dotaban de una sombra y una mayor belleza no solo me llevé un gran disgusto, sino que no entendí el motivo de tala tan radical. Entre sus beneficios recordaba el tiempo en que volviendo de correr por las pistas sin sombra del valle, ya cansado, descendía al cobijo de la umbría que me aliviaba. En algunos tramos bancos de piedra abandonados descubrían un tiempo en el que los paseantes, quizás las parejas, los poblaban.
Invierno antes de la tala
Sin ser un árbol especialmente bello, su crecimiento rápido y la esbeltez de sus hojas lo hace un atractivo para ramblas y lugares necesitados de sombra. Comunes en las ciudades que bordean el Mediterráneo, a veces engarzadas unos con otros, es, con las acacias, el árbol urbano de mi adolescencia. En cierta ocasión, ya treintañero, escalé uno de los más altos aupado por la euforia del alcohol.
Se dice que la tala en Orduña se debió a que carretera y arbolado no cumplían las medidas legales, así como a reclamaciones de conductores quejosos de que sus raíces invadían la calzada. También es cierto que en esa recta han caído vecinos y viajeros desconocidos, aunque por las noticias que tengo más por la imprudencia y el sueño inoportuno de los accidentados que por apenas un kilómetro de arbolado sin arcén.
La desaparición se une a la de tantas rutas peninsulares, que han cambiado esos túneles de frondosidad natural por eriales con arcenes llenos de matojos secos. Muchas carreteras francesas se han sabido desdoblar para mantener la frescura del arbolado, y a mí me da una envidia malsana y algo de ira cuando veo que les hemos copiado lo peor, las rotondas.
También compruebo en internet que algunos amantes y coleccionistas de vías arboladas desconocen que esta cayó hace unos años, y que los nuevos brotes, creciendo sin el permiso de los humanos que los eliminaron, han iniciado una revancha, retoñando a ambos lados, a la que deseo el mayor de los éxitos.
No quiero dejar pasar la ocasión sin dejar de homenajear a los inmensos plátanos del Arenal de Bilbao, que incluso rebasan los edificios colindantes. Espero no dar ideas al alcalde actual que, como es obvio y merecido, no goza de mis simpatías.

De acompañamiento musical una canción de Radiohead que habla de la plaga de árboles y amores de plástico de los años ochenta del pasado siglo.