ABATIDOS
EL
TARAJAL
Pensaba
que el Estado había asumido que el deleznable episodio de la playa
de El Tarajal merecía una depuración de quienes, por activa o por
pasiva, provocaron la muerte por ahogamiento de quince emigrantes en
2014. Por el contrario, la Abogacía del Estado ha recurrido el
procesamiento de 16 guardias civiles iniciado por un Juzgado de
Instrucción de Ceuta, cuya jueza había señalado de modo impecable
que “la
protección de la frontera...no puede dar pábulo a sobreentender, ni
remotamente, que las fronteras o espacios entre las mismas son zonas
de excepción en relación a los derechos humanos".
Pues
bien, el
recurso de la abogacía del estado se basa en
tres elementos que, siendo suave, me
atrevo a
calificar de pintorescos: 1) los hechos se produjeron tras un intento
de traspasar la frontera en avalancha 2) las muertes se dieron en el
lado marroquí y 3) ninguna de las muertes fue directamente provocada
por agentes de la guardia civil.
Como
no soy jurista no sé si de esas afirmaciones se puede derivar algún
atenuante, bienvenida
sea, pero
1)
¿se
quiere decir que tras una avalancha los cuerpos de seguridad tienen
barra libre? 2)
En
el caso de admitir que las
muertes fueron provocadas por la actuación de los agentes imputados,
¿tiene alguna importancia que aquellas se produjeran en territorio
extranjero? y
3) por mi experiencia como nadador en
mar abierto sé
lo difícil que es mantener la calma, la respiración, en situaciones
complicadas (en mi caso el oleaje, la desorientación…), en el caso
que nos ocupa, además
de eso, ser
recibidos desde la orilla con pelotas de goma, aunque éstas no
fueran a dar; en consecuencia, ¿se puede decir que semejante
recibimiento no tuvo nada que ver con la muerte por “anoxia
anóxica” (ahogamiento)
de
los emigrantes?
Tengo
que advertir que no soy un radical en este tipo de temas. No creo que
los policías o los guardias civiles sean seres perversos a los que
simplemente les va la marcha. Los hay, seguro que los hay, pero creo
que si
ocurren estas cosas es porque hay mandos que las auspician y
abogacías del estado dispuestas a no depurarlas.
Este
caso, que de verdad creía ventilado, y la actitud nociva de la
abogacía ante algo tan natural en un estado democrático como es
aceptar el error, la negligencia, el delito, llámese como se quiera,
me ha empujado a dedicar el blog al palabro que lo encabeza,
ABATIDOS, ese eufemismo tan en boga desde hace años para amparar
determinadas acciones más que discutibles de cuerpos de seguridad de
procedencia varia.
¿VUELTA
A LA LEY DE FUGAS?
Es
evidente que Eduardo Dato fue un legislador creativo. No solo se le
conoce por ser el promotor de la primera normativa de seguridad
social, la Ley de Accidentes de Trabajo del año 1900. Ante el
creciente auge de los movimientos sindicales, principalmente en
Barcelona, Dato, en su condición de presidente de gobierno de
España, firmó en 1921 la denominada Ley de Fugas, un engendro que
permitía asesinar a toda persona que “huyera” de las fuerzas del
orden, en aquel momento a decenas de sindicalistas de la CNT. Por
cierto, él mismo fue “abatido” tiempo después por un grupo de
anarquistas.
Casi
100 años después el espíritu de esa ley se ha extendido por toda
Europa, incluido el Estado Español, donde demasiado a menudo ni
siquiera se intenta detener a los “terroristas”, supuestos o no,
sino que simplemente se les “abate” sin más remilgos por
policías bien pertrechados y protegidos por infinitas medidas de
seguridad. Lo peor es que se aplaude esa actuación, y en algún caso
hasta se condecora a sus artífices con el silencio casi unánime de
los partidos políticos y medios de comunicación, que anuncian que
los terroristas fueron ABATIDOS con una banalidad insultante. Me ha
parecido curioso, yo diría que molestado por defecto, que uno de los
pocos artículos que denuncia esta lacra haya sido publicado en un
periódico de derecha dura con la firma de Amando de Miguel.
Y
bien, como dicen que una imagen vale más que mil palabras he creído
conveniente acompañar el texto con dos videos, ambos de sobra
conocidos: El primero es un excelente trabajo de Diario.es sobre lo
sucedido en El Tarajal, y pone de manifiesto el “bananerismo” de
los diálogos de los agentes de la guardia civil y el cinismo de los
responsables políticos, principalmente del ex ministro Fernández
Díaz.
El
segundo no se produce en una ciudad de Texas. Los policías no son
blancos supremacistas a la caza de un delincuente negro que se
defiende con un cuchillo. Son mossos de escuadra “abatiendo” a
uno de los terroristas del atentado de Las Ramblas. Se trata por lo
tanto de un asesino, cierto, en un clima de emoción desatada,
cierto, aparentando que llevaba explosivos, cierto, pero según
nuestras leyes y principios morales, alguien que tenía el derecho a
ser detenido y poder defenderse ante un juez. Quizás, incluso a
reisentarse, pero nunca a ser cazado con las normas de la denostada
Ley de Fugas.
He recordado para la
ocasión a este grupo mestizo, No Blues, que tenía olvidado y del
que me entero que hace dos años perdió a su alma máter, el
holandés Ad van Meurs. No eran virtuosos, pero esa mezcla acústica
de blues y música árabe que ellos llamaban “arabicana” tenía
un encanto muy especial.
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