miércoles, 30 de octubre de 2019

Cunliffe


UN POEMA DE DAVE CUNLIFFE 
PARA EL DÍA DE LOS DIFUNTOS

Vuelvo a un doble clásico para la ocasión. Publicar un poema sobre muertos y ver qué ha sido de poetas que en su momento fueron “antologados”.

En este caso se trata de David Cunliffe, nacido en Blackburn (Reino Unido) en 1941, e incluido en una selección de poetas ingleses de 1975 que he utilizado alguna vez por su diversidad.

Cunliffe en el centro en una presentación
Cunliffe es un tipo curioso que me ha recordado algunas experiencias personales de finales de los años setenta del pasado siglo (https://charlievedella.blogspot.com/2018/03/facebook-1.html). He buscado en internet qué fue de él tras una publicación que el mismo antólogo se cuestionó en su momento y apenas da señales de vida. En las primeras pesquisas solo he encontrado breves referencias a la revista que fundó junto a su novia, posterior esposa y divorciada, Tina Morris, y un par de fotos que reproduzco por lo que tienen de testimonio gráfico de la época.

Cunliffe enfrentándose a Enoch Powell
Más tarde, incentivado por la aparente desaparición de un señor que llegó a compartir páginas con autores muy reconocidos como Kingsley Amis, Geoffrey Hill o Philip Larkin, he encontrado un estudio dedicado a su obra y una nota final que lo ubica actualmente, ya con 78 años de edad, en la redacción de “Beat scene”, revista sobre la generación beat fundada en 1988.

El trabajo de Bruce Wilkison (Cultura oculta, historia olvidada -Penniless Press, 2017), estudioso y “conservador” de la obra de Cunliffe, repasa los únicos años de una actividad creadora que culmina con su detención en 1966, por publicación de poesía obscena. Desde ese momento hasta la noticia de su presencia en “Beat scene”, Cunliffe es un poeta fantasmal al que podría darse por muerto. Nunca mejor dicho.

Portada de PoetMeat
De procedencia humilde, casi marginal, vive de forma autónoma aún adolescente y se gana la vida trapicheando con las sustancias más de moda en los años cincuenta y sesenta, marihuana, heroína, LSD...hasta que conecta por esa vía con la bohemia que se refugia en el Soho londinense.


última portada de Beat Scene
Su politización en los primeros años sesenta le lleva a aparecer en marchas y manifiestos antinucleares de carácter anarquista, y ya en 1963 a crear la revista POETMEAT (¿poeta carnal?), casi principio y fin de su obra poética.

“Poetmeat” era un pequeño panfleto de pocas páginas e impresión artesanal que se vendía por un chelín en pubs, tugurios y envíos postales a unas centenas de seguidores que también escribían poesía, practicaban sexo libre y participaban en movimientos alternativos. Su exotismo y singularidad hace que esas revistas se pueden comprar actualmente por entre 45 y 100 libras.

Y bien, el poema elegido pertenece a uno de sus contados libros, “Night book of the mad”, publicado en 1964, que por su fuerza expresiva creo que ni piripintado para la ocasión.



LAS VIDAS Y LAS MUERTES DE UNA RAMERA

Ellos desfilan lentamente a través de tu vida y han probado
la piel estirada y reseca de tu gastado cuerpo, resplandeciendo
suavemente en la noche mientras te penetraban.

Nunca vieron tus muslos desnudos, magullados, apaleados estúpidamente
entre los suelos fríos y de barro; humedecidos débilmente con esa rancia orina;
absorviendo los vinos poco a poco a través de la espesa frazada marrón
y las sábanas delgadas y manchadas de amor.

Has muerto joven, sin cariño,
y tu desalentadora tragedia es que a los que
que han sido sensibles a tus necesidades y a nosotros,
que te hemos visto morir, ni siquiera nos importa.


Pese a la rebeldía de Dave Cunliffe, el hit número uno del Reino Unido en 1964 no pertenecía a los Rolling, Beatles o Kinks. Era esta empalagosa balada interpretada por un olvidado Jim Reeves. Es posible que esto se debiera a que el cantante falleció ese mismo año en un accidente de avión, tras una exitosa gira por Irlanda e Inglaterra.

Joee...con tanto muerto me ha quedado el blog la mar de lapidario.