domingo, 31 de diciembre de 2023

La pesca del salmón

LOS PESCADORES DE SALMÓN

Tras haber pescado y cazado personas, principalmente rojos, durante los años cuarenta, un Franco cada vez más perezoso y enriquecido se dedicó a partir de los cincuenta a otro tipo de caza y pesca, en el segundo caso principalmente la del salmón. Aunque la prensa y el NODO de la época cantaban sus excelencias como pescador avezado, lo cierto es que la guardia civil cerraba zonas de los ríos Sella y Narcea durante semanas, de tal modo que en cuanto el caudillo lanzara la caña los salmones picaran el anzuelo sin remisión. Múltiples son los testimonios gráficos de semejante desaguisado, como el que acompaña el texto, con un Franco ya en despistada decadencia.

Tantos años después de la muerte del dictador, la pesca del salmón sigue, ahora en sentido metafórico, cada vez más de moda, y así lo describe en un pequeño manual sobre “bulos, narrativas y poder en la prensa económica” el periodista Yago Álvarez Barba bajo el nombre más que evidente de “Pescar el salmón”.

El salmón al que hace referencia es el color del papel heredado por la prensa económica de uno de los periódicos decanos, el Finantial Times, fundado en 1888. Desde entonces, siglo y medio, no hay prensa dedicada a la “ciencia” económica que haya osado desviar su imagen a otro casilla del Pantone.

Este ejemplo sobre el color puede servir de introducción a la perspectiva esclerotizada de una disciplina, la económica, que algunos de sus cultivadores críticos y sociólogos califican de “teológica”, por seguir aceptando mayoritariamente lo que David Graeber define como “providencia” del mercado. Como bien explica Álvarez “la economía no es como la física, en la primera no se pueden establecer regularidades empíricas inmutables en el tiempo porque en ella participan seres humanos, y cada uno de ellos es diferente y con infinitas posibilidades de acción”. Pero claro, todo empeora cuando es el periodismo asalmonado, es decir, el que está a sueldo de lobbys varios quien se mete a economista con el fin de ideologizar datos, encuestas y previsiones.


Para demostrar sus tesis Álvarez echa mano de varios recursos, estos sí que empíricos, como el listado de los medios salmón (Expansión, Cinco Días, El Economista, Invertia, etc, etc.) y su dependencia de poderes que no tienen nada que ver con la ciencia sino con el negocio, así como unos cuantos ejemplos, a mi modo de ver cortos y misericordes, de economistas y periodistas, algunos de ellos dedicados a la política, que han errado estrepitosamente en sus previsiones, amén de aquellos que ni siquiera disimulan.

Hace unos días el propio Álvarez criticaba en Twitter que El Economista anunciara a bombo y platillo que Indonesia adelantaba a España en PIB y la relegaba al puesto 15. Álvarez apuntaba que se trata de un país con una población seis veces mayor que la española y que, como el propio artículo puntualiza luego, eso se dará en 2038. Como bien subraya a lo largo del libro, el uso avieso del titular es una de las herramientas históricas de manipulación ideológica, algo que, en una sociedad que cada vez lee más titulares y menos texto, adormece e/o idiotiza a la opinión pública. Pero ¿qué interés tiene El Economista en dejar caer que la economía española pierde posiciones, cosa que puede ser cierta, pero no a costa de titulares engañosos o medias verdades?

Con el fin de despejar esa duda me he dedicado a ver quién estaba detrás de la publicación y he visto que los socios mayoritarios, con cerca del 40%, son Resco Prens, S.L. e Industrias Mecánicas de Extremadura, S.A. La primera tiene dos administradores solidarios de larga vinculación empresarial, principalmente a través de Campofrío Food Group, conocida empresa de alimentación y según Greenpeace en el top ten de los “trileros del clima” como una de las más contaminantes de España; la segunda está dirigida por Gregorio Peña Varona, abogado y tiburón empresarial que ha desempeñado hasta 100 cargos en 76 mercantiles, desde la estructura metálica hasta el detergente, pasando, cómo no, por el “negocio” de la comunicación a través de El Mundo, Telva o, en la actualidad, El Economista. Peña Varona es el presidente y al parecer responsable “ideológico” del periódico salmón, línea ideológica incómoda con un gobierno que apenas intente entorpecer la acumulación de poder y, por tanto, proclive a amplificar cualquier noticia que remarque que ese no es el camino…

No quiero pasar por alto que el tal Peña estuvo envuelto en 2022 en la peculiar  enajenación de un cuadro de Goya por menos de la mitad de su valor, en este caso como presidente de la Fundación Selgas-Fagalde de Cudillero, un hecho que los vecinos del pueblo consideran ha podido servir "para financiar sus negocios privados: su empresa periodística, sus hoteles, su inmobiliaria”. Y es que son insaciables...

Vuelvo a los titulares y al libro de Álvarez para cerrar el blog con un ejemplo palmario de la servidumbre del poder mediático al económico, o cómo convertir una multa por esclavitud infantil en una donación para combatirla por mor del “benefactor” Amancio Ortega, la Agencia EFE y la prensa asalmonada. Sé que la foto no favorece su lectura, siempre se puede comprar el libro, pero vale la pena hacerlo por lo bochornoso del tema:



Para desengrasar la lectura, páginas y estrellas multicolores: "My back pages". 


https://youtu.be/rEoZfu-XNZc


1 comentario:

  1. Felicidades por el artículo, siempre hay que ver quién está detrás de las noticias publicadas.

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