sábado, 27 de enero de 2024

Rafael Guastavino

 RAFAEL GUASTAVINO, BOVEDISTA

Mi amigo y compañero de fatigas Juanan me descubrió al valenciano Rafael Guastavino (Valencia 1842-1908), un curioso tipo, olvidado por la historia, al que en su época nombraron como “el arquitecto de Nueva York”.

Nacido en una familia numerosa de tradición musical, Guastavino trabaja algún tiempo en un estudio de arquitectura de su ciudad natal, quien sabe si empujado por la memoria de su tatarabuelo, Juan José Nadal (Belchite 1690-1762), arquitecto de las iglesias de Sant Jaume de Villarreal y Nuestra Sra. de la Piedad de Azuara. Con solo 16 años viaja a Barcelona, es acogido por un hermano de su padre y cursa estudios en la escuela de Maestros de Obra, equivalente a las actuales escuelas de arquitectura, donde aprenderá los trucos de la profesión.

Guastavino destacó pronto en dos facetas, el ingenio y la bragueta, y en ambas por mediación del tío Ramón, ya que deja embarazada a su hija y consigue sustituir al mano de obra de la fábrica Batlló, posterior Escuela Industrial y actual espacio multifuncional, gracias a la influencia de aquel como sastre de prestigio. Esta fábrica de hilados y tejidos de algodón fue un debut espectacular, ya que equivale a cuatro manzanas del ensanche de Barcelona. Por cierto, yo jugué durante un par de años en su campo de fútbol, de tierra como la mayoría de los de la época, pero también un lujo comparado con los del Remedios o San Juan de Dios, donde también había puesto en riesgo las espinillas años antes.


Teatro La Massa 
Inaugurada en 1870, cuando el maestro de obra aún no ha llegado a los 30 años de edad, se supone que su construcción le proporcionó importantes ingresos. Sin embargo, la muerte de su protector barcelonés, el tío Ramón, antes de 1875, el mantenimiento de mujer y cuatro hijos, además de alguna que otra amante, quebraron su patrimonio, “empujándole” a crear una estafa piramidal que le obligaría a huir de la justicia y dar el gran giro a su vida personal y profesional, viajar a los Estados Unidos.

Antes ideará y desarrollará una pequeña obra, el teatro La Massa, en Vilassar de Dalt, la más emblemática de su etapa barcelonesa, por contener el primer uso de la bóveda tabicada, una técnica constructiva heredada de la arquitectura de origen islámico, muy extendida por la zona mediterránea. Este uso enlaza, además, con las bóvedas que dan techo a las iglesias de su tatarabuelo, Juan José.

La inauguración del teatro en 1881 casi coincide con la separación de su esposa, que se va a Argentina con tres de sus hijos, y la huida de Guastavino a Nueva York con Rafael, su hijo menor, que acaba de cumplir nueve años de edad. Atrás deja una deuda considerable, acusación de fraude y apropiación indebida, pero no a su última amante, Paulina Roig y a sus dos hijas, que le acompañan. Estas volverán a Barcelona solo un año después, incapaces de aguantar la situación de precariedad y el clima social y literal de la ciudad. Guastavino, por el contrario, nunca volvería a cruzar el charco. Ya con 40 años de edad, el arquitecto da un giro a su vida y en Nueva York alcanzará, no sin altibajos, su momento de zénit profesional.

Si bien subsiste inicialmente con dibujos e ilustraciones para una revista de decoración, en 1884 gana el concurso para la construcción del Progress Club, lo que le da cierta fama y una pasta que invertirá en la compra y promoción de viviendas en el centro de la ciudad. Siempre dispuesto a vivir en una montaña rusa se ve arrastrado nuevamente a la ruina por la crisis financiera de ese mismo año.

Biblioteca de Boston
Apurado por su situación económica da el paso que le acabará convirtiendo en un referente arquitectónico a nivel mundial: patenta la bóveda tabicada. A mediados del siglo XIX las ciudades de Boston y Chicago habían sufrido grandes incendios, ya que las estructuras de las casas eran de madera. Además de patentar el método constructivo Guastavino hizo varias perfomances con pequeñas muestras a las que él mismo intentaba dar fuego, demostrando su carácter ignífugo, además de barato. Es evidente que era un tanto manirroto, pero también un excelente comercial.

Como parece lógico su primera gran obra se da en Boston, la Biblioteca Pública, hoy considerada una de los mejores edificios de la época. El contrato fue de 90.000 dólares, un estipendio que le aventura a crear la Compañía Gustavino junto a su hijo Rafael, desde entonces una de las más importantes del país, creando 1.000 edificios hasta 1960, momento de su desaparición definitiva, no solo en USA, también en India, Cuba y Canadá.

Oyster Bar
Es curioso que la figura de Guastavino no haya sido conocida en su tierra hasta
hace pocos años, ni siquiera entre la mayoría de los arquitectos. De hecho no aparece en los manuales de la profesión hasta 1972, cuando goza de obra tan inmensa, inmortalizada en parte en películas con Nueva York de fondo, como es el caso de la bóveda del actual Museo de la Inmigración, antigua vía de entrada a los Estados Unidos en la isla de Ellis, una construcción espectacular con 14.000 azulejos; el bar de ostras y la llamada “galería de los susurros” en la Gran Estación Central, o la bóveda del Puente de Queensboro. Sin olvidar su participación en la construcción de la iglesia de Saint John Divine, aún inacabada al no reanudarse su obra tras la segunda guerra mundial.

Espero que este pequeño resumen active la curiosidad por conocer mejor a personaje tan importante en la arquitectura como peculiar en su vida privada. Para ello hay bastantes entradas en internet y un interesante documental con este enlace: https://www.rtve.es/play/videos/imprescindibles/imprescindibles-arquitecto-nueva-york-rafael-guastavino/3571098/

De acompañamiento musical el grupo Al Tall con uno de sus primeros éxitos, "Darrer diumenge d´octubre" (Último domingo de octubre), día de celebración nacionalista del País Valencià.





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