LOS NADIES
A veces no hacen falta muchos oropeles, solo una pared y las palabras adecuadas...
Le robo este poema a la gente de La Poetería: www.facebook.com/lapoeteria
Hace un calor achicharrante. Han descansado bajo un olivo, buscando la poca
sombra que el sol, que cae a plomo, deja bajo el tronco trenzado y el ramaje.
Pega un último trago del botijo. Sabe a barro y anís. Se ha ajustado un pañuelo
a la cabeza con cuatro nudos y agarrado el pico. Se acerca a la zanja, mira el
horizonte, levanta el mango con fuerza, lo descarga sobre la tierra seca y
alienta el vuelo en desbandada de un puñado de grajos. El duodécimo golpe suena
a cáscara, a crujiente. Se agacha. Es una calavera.
Cincuenta años después un grupo de gente de edad variada levanta una
excavación a pocos metros del lugar donde él abrió la zanja. Dos de sus
compañeros le dijeron entonces que más valía no remover la tierra y el pasado y
él se asustó, pero conoce el paraje como la palma de su mano porque lo ha
recorrido innumerables veces. Sigue allí el olivo retorcido y la hilera de
amapolas que festeja la primavera y los grajos que esperan echar a volar, y
podría contar los pasos en dirección correcta y sentenciar: ahí hay al menos el
cadáver de un hombre. Hay dieciséis.