Hace unos días
le oí decir al cocinero Ferrán Adriá que sus mayores placeres
culinarios eran la centolla, a la que definió como araña amiga, el
caviar, la sardina, la tortilla de patatas de su madre y el cuscurro
de la baguette que te comes antes de llegar a casa. Me quedo con este
último porque en mi familia es motivo de controversia y me sirve para
seguir hablando de las cosas secundarias de este mundo, a las que por
suerte o por desgracia sigo abonado.
Ya sé que más
de uno no estará de acuerdo, tratándose como se trata de un bien
tan elemental, histórico y con connotaciones religiosas, pero al
lado de lo de Puigdemont y el vídeo de Felipe VI, todo parece filfa.
Escuchando a varios tertulianos y periodistas quejarse de que un
señor les marque el sumario desde Bruselas, cuando el día anterior
la fiscalía del reino consideraba que el borrado de los discos duros
del PP no era cosa relevante y no dedicaban a semejante
escándalo ni un sola palabra, constaté que lo noticiable es tan
voluble y subjetivo como el valor de la centolla o el cuscurro, así
que a lo mío, a lo del pan.
En el mundo
católico el pan tiene buena prensa, al tratarse del alimento de la
transustanciacion, el que el sacerdote hace dios en la eucaristía, y tal
como dice el padre nuestro, la oración standard, el bocado necesario. Supongo que es la razón por la que se dice de
alguien bondadoso que es un pedazo de pan, y de un trabajo sencillo que es pan comido. Cuando yo era niño me podía llevar una reprimenda si
se me caía alguna sobra de comida al suelo, pero si lo caído era
el pan de dios el accidente se convertía en pecado. Podía sobrar o estropearse algo
de comida pero el pan nunca acababa en la basura. Para eso estaba mi
madre sumergiendo las sobras troceadas en un tazón de café con
leche a la mañana siguiente o aprovechándolas para sopas varias.
El pan vuelve a
estar de moda. En Bilbao se hace cola en los comercios que usan masa
madre, tienen horno de leña o elaboran todo tipo de formas (hogaza,
mollete, pistola, baguette…) y contenidos (de maíz, centeno,
espelta, trigo…), y las panaderías de franquicia se acomodan a la
moda con sucedáneos de buena apariencia. Una de esas franquicias, de
nombre vasco también aparente, ha llenado el centro de expendedurías.
Según las malas lenguas detrás del apellido autóctono hay un fondo
de inversión alemán. Así que a por el currusco (en casa lo
nombramos así y dice la RAE que también es correcto).
Silvia Pérez Cruz ofreció esta versión de “No hay tanto pan” en el Auditòrium de Palma de Mallorca el 2 de junio de 2016. Esta frase, cerrada con “para tanto chorizo”, era y es una de las consignas que los desahuciados de la crisis dedican a corruptos y banqueros. Toma currusco!!!
Durante los últimos dos o tres meses he estado trabajando en hacer
el retrato de Emilio González. Para mí ha sido un orgullo, porque
además de ser el padre de nuestro amigo Alfonso, Emilio era un ser
admirable. No fue premio Nobel, ni doctor cum laude, ni le
concedieron la medalla del Mérito Civil. No sale en ninguna
enciclopedia, ni tiene página de Wikipedia, pero era una de esas
personas que ayudan a cambiar el mundo. Nacido en Orozko en 1920, es
decir, perteneciente a la quinta del biberón, sobrevivió a la
guerra y a la dictadura con la dignidad de la gente sencilla:
trabajando sin bajar la cabeza ni doblar la cerviz.
Obrero manual pero sabio autodidacta, estudió no solo la mejor de
las carreras, la de la honradez, en las calles de Pamplona y Bilbao,
sino todo cuanto pudiera aprender de la lectura, la conversación o
cuánto estuviera a su alcance. Cuando le conocí, ya mayor y
jubilado, peleaba en la asociación de vecinos por la urbanización
de su barriada, y si había que hablar con el alcalde o el concejal
de urbanismo, Emilio era el más indicado por su capacidad y su
sensatez. Tuve la fortuna de ser su amigo y compartir muchas charlas
sobre lo que fuera. Era un gran conversador. Mi último recuerdo,
semanas antes de que muriera, convaleciente en el hospital, me
confirmaron la serenidad y bonhomía que caracterizó su vida. Como
solo soy un pintor aficionado no sé si habré estado a su altura.
Por siempre, Emilio!!!
Como Emilio vivió en una de la siete calles de Bilbao, fue
chiquitero y amante de las bilbainadas que cantan las lindezas del
vino y el buen vivir. Aunque parezca mentira hay poca cosa de calidad
auditiva en youtube. Este “Beber, beber”, de Los Chimberos es de
lo mejor.
El pasado día 15 de enero cerraron un centro de la Seguridad Social en el que trabajé a principios de los años noventa del pasado siglo. No es el primero ni el último. Hace un mes más o menos estuve allí para hacer una consulta y ya encontré una oficina destartalada y medio desértica. Me dio pena, aunque no es algo que no se viera venir.
El modelo de descentralización administrativa y acercamiento al ciudadano en la seguridad social se inició a mediados de los años ochenta. Era la época en la que Felipe González quería ser Willy Brandt u Olof Palme, alentaba el sistema de pensiones y desarrollaba una administración cercana al ciudadano, con jóvenes que, no relevados, se acercan ahora a los sesenta años de edad.
El símbolo de la marea marrón de los jubiletas
Más o menos por aquellos tiempos asistí a un acto convocado por una conocida aseguradora. El ponente daba cifras sobre el peso de los fondos de pensiones en los Estados Unidos, que en aquel momento ya igualaba al PIB (ahora es el 127%), y casi babeaba intentándonos convencer del consumo de fondos y planes de pensiones. La perorata venía acompañada de las primeras campañas de los agoreros interesados de la banca, que vaticinaban que el sistema público no llegaría a los años noventa. No solo no acertaron, sino que poco a poco, y gracias a un lenguaje olvidado, el del pacto, y sucesivas reformas legales, el sistema tuvo superávit y creó un fondo de reserva para tiempos peores (el mismo que están liquidando), de modo que el funcionamiento más que potable del sistema desbarató el proyecto de bancos y aseguradoras.
Relaciono estos dos hechos porque el primero, el cierre de la oficina de la seguridad social, es una metáfora de lo que se pretende: el arrumbamiento del sistema público y el triunfo, por fin, de los sistemas privados (fondos y planes). Hay que pensar que el mercado español de fondos y planes solo suponía un 9,5% del PIB en 2016, una birria para los que manejan el cotarro.
Y es que la estrategia de quienes no soportan que las pensiones no formen parte de su cartera de negocio está por fin llegando a buen término. Se dilapida la hucha, se vende la inviabilidad del sistema, es decir, se convence a los trabajadores en activo que ellos pagan a sus mayores pero no cobrarán ni en broma lo mismo que ellos, y se les ofrece la alternativa feroz del sálvese quien pueda: los fondos y planes de pensiones. Con ese futuro, ¿para qué oficinas?
Como no soy economista no me veo capaz de dar soluciones, pero parece penoso que a mayor productividad (robotización, economía 4.0…), menor viabilidad del sistema. Por cierto, y ya acabo, en países más o menos boyantes, Francia, Alemania o Italia, el mercado de los fondos de pensiones es aún menor que en España con respecto al PIB. Supongo que ese hecho confirma en gran parte un análisis nada sospechoso, el de Ignacio Fuentes, técnico del Banco de España: “los sistemas privados tienden a estar más desarrollados en aquellas economías en las que la cobertura pública es menor y en las que las autoridades han tomado medidas para fomentarlos, incluso introduciendo en algunos casos la obligatoriedad de establecer planes ocupacionales”. Que la marea marrón nos proteja!!!
Como es de mi quinta y una de las mejores voces que conozco, he escogido de acompañamiento al siempre joven Luis Pastor, con su hijo Pedro y su mujer Lourdes, cantando a eso que nunca dejamos de buscar, nuestra libertad.
Hace
un montón de años que no veía un HOLA (*). En las peluquerías de caballeros
(vuelve a usarse este genérico) la revista habitual era el Interviú hasta su
recientísima desaparición. Descansaba junto al perchero y entre diarios deportivos.
El HOLA me pareció de un formato más grande que como yo lo recordaba, pero
siempre con su elegante papel cuché y sus fotografías de más de media página.
Estaba abierto de par en par en la residencia de ancianos en la que vive mi
madre desde hace casi un año. Seguramente abandonada por algún familiar, porque
ya son pocos los ancianos capaces de pasar las páginas, menos, como es
evidente, de captar su contenido.
Al
pensar en ese contenido concluí que hay dos universos paralelos. El de ellos
y ellas en el escenario, siempre triunfando, elegantes, bellos y bellas,
aparentemente felices, y el exterior de la gente común, ocupando la grada. Allí
estaba nuestro monarca asistiendo a la boda de una ahijada junto a Marta Gayá,
dicen que amante de su viejo, el emérito, y Rodrigo Rato (qué hostias hace Rato campando libre por
esos mundos como si nada hubiera pasado). Tías y tíos buenísimos, vestidas y
trajeados con ropajes para mí excesivos, pero joder, qué envidia! a todos les
queda como un guante. Es gente que ha nacido para ser rica, vivir del cuento o
de lo que sea, ser fotografiada y envidiada. También había múltiples fotos de
pijos y pijas haciéndose selfies, riéndose a carcajada limpia, quiero pensar
que no de nosotros, los lacayos de la plebe, porque en el fondo nos ignoran. El
maestro Vicent contaba que un día una aristócrata se asustó al ver a un pobre
mientras paseaba por el Paseo de Recoletos de Madrid, y exclamó sobresaltada:
¡¡pero qué le pasa a este hombre!!
El
HOLA también me ha hecho recordar a un personaje familiar, un anticuario amigo de
mis abuelos paternos que se coló en los saraos de la gente muy bien y vivió de
ella creo que casi hasta su muerte. Cuando yo lo conocí ya era setentón, y
aunque en horas bajas, conservaba el porte elegante que le había permitido
moverse entre nobles y burgueses de postín, a los que vendía joyas, muebles y
pieles que, imagino, compraba a bajo precio a gente venida a menos. Por
entonces ya usaba ropa pasada de moda y parecía un personaje salido de una
película.
Pero
por lo que veo la corte no ha desaparecido. Han cambiado las formas pero no su
contenido. Están los aristócratas que salen en las revistas (en el HOLA digital
hay una sección dedicada a Casas Reales), y todavía sus bufones, futbolistas,
toreros, jugadores de golf, cómicos, cantantes… y los pillos y pillas que
flirtean y hacen pequeños negocios para sobrevivir. Como decía aquel, ¡¡¡joder, qué fauna!!!
(*) Según
datos de OJD la revista HOLA tira una media de 368.613 ejemplares semanales y
en 2016 tuvo una facturación de 87 millones
de euros, con un beneficio de 1,7 millones (tras algunos años de pérdidas en el peor momento de la crisis).
Como
viejo fan de The Kinks (el primer disco que me compré fue el "All
Day and All of the Night") he
recordado este “A well respected man” que habla de un hombre respetable, conservador,
que compra acciones y valores, adora las regatas, y espera hacerse con la
fortuna de su padre cuando pase a mejor vida.
Joan Margarit sigue en activo. Hace poco ha ganado
el Premio Pablo Neruda, de modo que el trayecto a través de su poesía no ha
terminado y se me ha hecho corto. Empecé las entregas hablando de mi viejo
deseo de que la vida tuviera música de fondo. La tiene. Solo hay que leer sus
poemas para entender que aguzando el oído, abriendo los sentidos, el viento
hace sonar un órgano en la noche (“Collserola”), las hojas secas un rumor de
batería (“Plaza Rovira”); que escuchar el hierro de los tranvías, que cuando
era joven pasaban por la Rambla, era hacerlo de una sonata de pobreza y rosas
(“Barcelona”);que la curva delicada de
un talón marca, despacio, el ritmo de la música (“Tarde de lluvia”), la música
que suena por todas partes, en la lluvia de las tejas, en elagua que mana en la cisterna, con su voz profunda,
o en la gotera, rítmica, que hace su solo en vuestra oscuridad (“Tormenta”), la
música última, quizás, que marca el ruido de ciudad en los cristales (“No tires
las cartas de amor”), y es, en “Querrán que te mueras”, el sonido del mar tranquilo, al
atardecer, mitad órgano y mitad violonchelo.
Joan Margarit en pleno recital
Se puede decir que Margarit es además
un compositor “sui generis”, un compositor que nos ha dejado un buen número de
canciones “de cuna”, “de la luna gris”, “de los lunes”, “de la mala mar”; “Tres
boleros para un recuerdo”, una “Balada de Montjuich”, una genérica “Melodía” y
un “Réquiem por Anna”, entre otras tantas, además de un bellísimo “Tango”, el
mismo que bailaban sus padres los domingos en el pasillo de la casa, como
recuerda en “Bandoneón”, poema de uno de sus últimos libros, “Misteriosamente
feliz”, que luego transcribo.
El
tango también sonaba en casa de mis padres, creo recordar que en algún disco de
Gardel y en una versión de “Yira yira” que Sara Montiel cantaba en los años
cincuenta o sesenta del pasado siglo. Pero para acompañamiento, uno de los
grandes, Leopoldo Federico, interpretando “El abrojito”.
Mi primer libro de poesía, “A la pintura”, era de Rafael Alberti
(Puerto de Santa María 1902). Me lo regaló un tío lejano que había
pertenecido al Partido Comunista cuando yo sólo tenía quince o dieciséis años.
Así que debo a ambos mi afición, si bien el tiempo y un mayor conocimiento de
su obra me han reubicado a Alberti como un poeta desigual, quizás excesivamente
prolífico. Un ejemplo de su tendencia a la canción es este villancico de su
etapa “popularista”.
Primer no —Pastor
que vas con tus cabras cantando
por los caminos, ¿quieres
darme una cabrita para que
juegue mi niño? —Muy
contento se la diera Si el
dueño de mi ganado, Señora ,
lo permitiera
Segundo no —Aceitunero
que estás vareando
los olivos, ¿me das
tres aceitunitas para que
juegue mi niño? —Muy
contento se las diera si el
dueño del olivar, Señora,
lo permitiera.
Tercer no —Ventero
amigo que estás, Sentado
en un ventorrillo, ¿quieres
darme una cunita para que
duerma mi niño? —Muy
contento se lo diera, si
hubiese sitio y el ama, Señora,
lo permitiera.
Pero como esto de las fiestas va por barrios (yo diría que casi por edades…) l@s amig@s Andrea Uña y Roberto López San José vienen preparando un recital de poesía antinavidad para el próximo día 28 de diciembre, con una nueva sorpresa, la actuación del cantautor Txo Braceras. A por ello!!!
He encontrado entre varias decenas esta vieja versión de "Santa Claus is coming town", de Bruce Springsteen con su E Street Band.
Hace unas semanas encontré esta obra de arte a unos metros de casa. Los propietarios, o quizás el mismo autor o autora, sea por hartazgo, falta de espacio, renovación decorativa,
arte en la basura
vete tú a saber…se había desprendido abruptamente de algo que en su momento debió tener sentido. La obra era, como se puede ver, un conjunto de colores llamativos, injustamente desordenados sobre una capa de montículos de pasta extraña.
Durante dos años asistí a clases del prestigioso “ruso”, un niño de la guerra que enseñaba dibujo y pintura en el Museo de Reproducciones de Bilbao. Entre aspirantes a arquitectos que venían a foguearse en dibujo artístico, decenas de jubilad@s y similares distraían dos horas de su tiempo diario en culminar obras generalmente naif que “el ruso” despreciaba a sus espaldas.
Como aficionado a la pintura creo que cualquier resultado ante unos centímetros de tela o tablero merece respeto, más allá de la torpeza del dibujo, la perspectiva, el uso del color; que siempre hay una intención, generalmente ingenua, que expele dignidad. A fin de cuentas el valor del arte contemporáneo es puro marketing, y sus actores, dominen o no el oficio (que los hay que no) acaban viviendo más de la firma que de la obra.
Obra callejera de "El Banksy de Orduña"
Pei-shen-qian, un artista callejero residente en Nueva York se dedicó durante veinte años a fabricar falsos Pollock, de Kooning, Rothko y otros (se ha demostrado que como simple imitación y no con afán suplantador), que eran vendidos como tales por una avispada marchante mexicana. En su momento me llamó la atención que uno de los ricachones estafados denunciara a ambos, pintor y marchante, porque la marchante se lo podía merecer, pero se supone que el pintor era al menos tan bueno como Pollock, a quien había sabido reinterpretar. Lo cierto es que las obras personales de Pei-shen-qian, ya casi ochentón, son vendidas a precios más o menos módicos cuando es él quien las firma.
Mural en el puente de Miraflores (Bilbao)
No quiero terminar sin referirme a dos pintores anónimos: al primero me he atrevido a nombrar “el Banksy de Orduña”, y digo anónimo aunque en una población que no llega a 5.000 habitantes, donde la gente se reconoce de lejos por la manera de andar, el anonimato es una entelequia. El otro anónimo es el autor de la maravilla que alumbra uno de los soportes arquitectónicos del puente de Miraflores, en concreto el que está en el barrio de La Peña. Centenares de paseantes pueden alegrarse la mirada a diario con esta proeza de la pintura/dibujo. ¿No es esa al fin y al cabo una finalidad del arte?
Me gusta Martin Scorsese; me fascina Nick Nolte; no puedo estar mucho tiempo sin escuchar "A white shade of pale"...
No deja de sorprender que haya fulanos que aborrezcan las que llaman "lenguas vernáculas" mientras se lanzan a la calle a disfrutar lo que apellidan "black friday". Claro, que de este fenómeno de la anglofilia no se libra ni el Jordi del "Omnium Cultural", que le puso Aranow Packaging Machinery a la empresa de la que es propietario (aprovecho la ocasión para pedir su llibertat, que lo cortés no quita lo valiente). Asín que mi propuesta es que celebremos un euskaldún Ostirala beltza, qué caray...
Pero vayamos al grano. Mi amigo Trespa me recomienda de vez en cuando maravillas musicales. Hace no mucho esta versión salvaje de la más conocida canción de Tomasito, "Camino del hoyo", con el rumbero desatado cantando y bailando a lo Chuck Berry. Una bestieza para semejante celebración...
Empecé las entradas dedicadas a Joan Margarit hablando de
los cassettes portátiles que aparecieron a finales de los años setenta del
pasado siglo y me voy a ir aún más atrás para recordar las gramolas,
seguramente el primer intento de arropar la vida con canciones de tres o cuatro
minutos. Parece mentira que parte de nuestra juventud transcurriera alrededor
de aquellos artefactos y que, por lo menos en mi caso, asociemos cierta clase
de música a ellos y a los autos de choque, donde la canción del momento sonaba
una y otra vez, durante horas.
Una gramola muy parecida a las de los bares de mi barrio
El prologuista de “Arquitecturas de la memoria”, antología
de 2006, dice que “la música nunca es un espacio indiferente. Los discos
sobrecargan el grave peso del ayer y lo contraponen a la eventualidad del
presente”. Supongo que Margarit, nacido en 1938, también rodearía alguna
gramola cuando era joven, y es, desde luego, contemporáneo de los pickups y los
vinilos, a los que hace abundantes referencias. En “Recordar el Besòs (1980)”,
un poema que describe una vivienda del Besós y su entorno, contrapone la
crudeza ambiental a la música de Bach, su compositor preferido. Así, entre “…un
montón de platos descompuestos, /pone un joven sus discos de trapero/ en un
viejo pick-up.”. El poema acaba con lo que parece una respuesta al entonces en
boga “no future” de los punks: “Únicamente Bach, / este mundo no tiene otro
futuro”.
Junto a la canción francesa, a la que dediqué la entrada
anterior, la música clásica es, con el jazz, una presencia permanente en su poesía. Un ejemplo es “Tchaicovsky”,
uno de los múltiples poemas dedicados a su hija Joana, afectada desde su
nacimiento por el síndrome Rubinstein-Taybe y fallecida en setiembre de 2001,
que se contrapone a “Nit fosca al carrer Balmes” (“Noche oscura en la calle
Balmes”), del libro “Estació de França” (“Estación de Francia”), en el que reconoce
que por un momento deseó su muerte: “Escucho la Patética y me veo/deseando la
muerte de Joana”, y denuncia “la complicidad de aquella música” fúnebre.
El poema “Jazz” está dedicado a otro de sus hijos, Carles
Margarit. Habla de la noche en que Carles, seguramente aún niño, descubre el centelleo
de un saxo, un instrumento que es, hoy día, su principal herramienta de trabajo
(“Avui aquell infant/és un músic de jazz”- “Hoy aquel niño es músico de jazz”,
del poema “Fill a l´hivern”). Vuelve al final del poema la idea de la música
que consuela, que “l´abrigarà de la desemparança” (“su abrigo contra el
desamparo”), que da calor (“l´escalf de la germana morta” / “el calor de
aquella hermana muerta”) y compañía (“La nostra compañía” / “Nuestra
compañía”).
No es excepcional que Margarit asocie la música de jazz a la
ternura, como la melodía que acompaña y transmite recuerdos, sea en soledad
(“Te gusta el jazz muy lento si estás solo”, del poema “Melodía”) o en el
escenario de los clubs, hoy desaparecidos o luchando aguerridamente por
subsistir. Garitos en los que hay “algú que crida amb veu enrogallada”
(“alguien que grita con voz enronquecida”), “hi ha aplaudiments; una copa
trencada” (“hay aplausos; una copa rota”), versos de una composición que no en
vano titula “Tendresa de fons” (“Ternura de fondo”).
Como ya reproduje “Remolcadors entre la boira”
(“Remolcadores en la niebla”), poema representativo de la influencia del jazz
en la obra de Margarit, rescato ahora “Concert a l´Europa” (“Concierto en el
Europa”), que subtitulado (Herb Heller 24/3/1991) dedica a la mítica sala de
Lleida y a un saxofonista de la costa oeste que, según parece, tocó con Charlie
Parker. El poema describe a un viejo músico de “cejas blancas” que, “dándose
masaje en las rodillas, sonríe y sigue el ritmo de la música moviendo la
cabeza”; que toca “como una alarma aérea” y “sostiene el saxo” como si fuera
“el fusil de un soldado que descansa, en su última noche, antes de la batalla”.
Es un corto poema de una gran belleza sobre el ocaso de la vida, así que nada
mejor que reproducirlo.
CONCERT A L´EUROPA
(Herb Heller, 24-III-91)
Podria ser un comptable o un profesor,
però fa quaranta
anys tocava amb Charlie Parker.
Comptables en som
tots, o professors,
però existeix l´instant durant el qual
un es pot escapar de la derrota.
Sota les celles blanques
tanca els ulls i desperten els seus llavis
el so d´alarma aèria del saxo.
Després del solo, seu a un tamboret
i es fa massatges
als genolls, somriu
I va seguint la música amb el cap.
Sosté el saxo entre els braços, el fusell
d´un soldat que reposa,
l´ultima nit abans de la batalla.
CONCIERTO EN EL EUROPA
(Herb Heller, 24-III-91)
Podría ser contable o profesor,
pero hace cuarenta años tocó con Charlie Parker.
Todos somos contables, profesores,
pero existe el instante en el cual uno
puede escapar de la derrota.
Bajo las cejas blancas, cierra los ojos
y sus labios despiertan
el sonido del saxo, como una alarma aérea.
Tras el solo, se sienta
y, dándose masaje en las rodillas,
sonríe y sigue el ritmo de la música
moviendo la cabeza.
Sostiene el saxo entre sus brazos,
el fusil de un soldado que descansa,
en su última noche, antes de la batalla.
Joan Margarit y su hijo Carles colaboran habitualmente.
Fruto de esa simbiosis son las dos versiones discográficas de “No era lluny ni
difícil” (“No estaba lejos, no era difícil”). Yo he elegido esta emocionante
interpretación sinfónica de “Cançó de bressol per la Joana” (“Canción de cuna
para Joana”) como una especie de resumen de esta tercera y penúltima entrada de
“La música consuela”. Que así sea...
Suelo abastecer los camposantos
virtuales con un poema ad hoc para el día 1 de noviembre, y para esta entrega
he recurrido a un libro anciano, uno de esos ejemplares que por antigüedad o
porque ya no interesan son almacenados como paso previo a su alejamiento.
Se trata de “La nueva poesía
sueca”, una selección efectuada y traducida por Justo Jorge Padrón (poeta al
que se podrá recordar porque recogió el premio Nobel otorgado a Vicente
Aleixandre en 1977), libro de Plaza&Janés que a día de hoy es ya una
reliquia viejuna. Los autores
recopilados o han fallecido o son ancianos nada novedosos. Entre ellos, Lars
Noren, entonces el más joven (Estocolmo-1944), que ni siquiera escribe poesía
desde 1980.
Sin embargo, los poemas de Noren
incluidos en la recopilación conservan un aire juvenil muy actual. Rebelde,
obsesivo (pasó por varios psiquiátricos en los años sesenta del pasado siglo), volcaba
su mundo atormentado en largas versificaciones que algunos críticos califican
de “verborragia”. Entre 2000 y 2005 escribió un diario de 1.680 páginas.
El poema de Noren elegido para el
evento se llama “Lisbeth, 23 años, in memoriam”, y en traducción de Padrón dice
tal que así:
LISBETH, 23 AÑOS, IN MEMORIAM
Habíamos de vernos para ir comer juntos
ya que estaba tan enfebrecida y delgada,
pero murió de muerte conservadora.
Murió como una rigidez pasajera,
una súbita operación facial.
El viernes, después del trabajo,
se tomó como siempre los somníferos
suficientes para poder dormir
hasta el lunes y evitar la soledad.
Esta vez estuvo echada tres días
satisfecha en el suelo del cuarto de estar
con los auriculares puestos, escuchando
a Bach y se tragó la lengua.
El sonido no se aislaba suficientemente
en los oídos y le hacía estremecerse.
Unos días más tarde
fue enterrada pronto y para siempre.
Todos sus enemigos acudieron.
De acompañamiento musical una bella pieza, “Kristallen”,
interpretada por los dos más conocidos músicos de jazz suecos, Nils Landgren y Esbjörn Svensson, este último
fallecido en 2008.
Debo
a Rafael Argullol (Barcelona 1949) dos de esos hechos a los que uno acaba dando relevancia vital. Del primero
hace ya la friolera de 47 años y forma parte de esas batallitas que los
abueletes compartimos entre vinos. Se celebraba un acto en el aula Magna de la
universidad de Barcelona en homenaje a Bertrand Russell, referente ético de la
izquierda no dogmática y del pacifismo militante, que acababa de fallecer
(febrero de 1970). El ponente era Jesús Mosterín (Bilbao 1941- Barcelona 2017), entonces un joven profesor que también
nos ha dejado el pasado 4 de octubre. Cuando la disertación había acabado,
Rafael Argullol, creo que delegado del recién creado sindicato democrático de estudiantes,
se levantó e invitó a Mosterín y a los dos centenares de asistentes, entre los
que me encontraba, a homenajear a Russell de la mejor manera, saliendo en
manifestación a la plaza Universidad. Supongo que era una complicidad pactada,
dado el carácter heterodoxo y siempre atrevido de Mosterín, porque éste se
avino. Como es evidente mi bautizo de fuego manifestante duró los dos minutos
que tardaron los grises en empezar a repartir hostias.
yo mismo al fondo entre 1.200 locos
En
2003 reencontré a Argullol en un curioso libro de debate entre culturas con un sabio indio, Vidya Nivas Mishra (“Del
Ganges al Mediterráneo”). Gracias a esa suculenta controversia de ideas
descubrí el concepto de “interdependencia”, que el sabio hindú enfrentaba al más
occidental de igualdad, un principio que, según él, generaba uniformidad, es
decir, anulaba la diversidad.
Viene
esto de la interdependencia a cuento de mi reciente viaje a Catalunya con un
fin “menor”, atravesar a nado l’Estany de Banyoles el 15 de setiembre, rodeado de un clamor épico y “mayor”, la
reivindicación de su independencia como República por una parte importante de
su ciudadanía.
L´Estany
de Banyoles es para mí una cita nostálgica. Mi padre nos había llevado más de
una vez cuando yo era un crío y los Maristas, que tenían un colegio macizo en
las afueras de Girona, nos acercaban a comer el bocata de tortilla en sus
riberas cada dos o tres años. La última vez que lo había visitado nos subimos a
un barco turístico que se hundió al año siguiente dejando varios muertos.
La
travesía en sí (2.150 metros) me duró 48 minutos y 4 segundos, una eternidad para
recapacitar mientras se bracea en una suerte de placenta algaida, porque el
viaje, mi pequeña odisea, con sus cíclopes, sus hechiceros y sus cantos de
sirena duró una semana llena de anécdotas, acontecimientos y convulsiones.
Veamos:
los días 6 y 7 de setiembre, en dos sesiones que para ser indulgente solo calificaré
de peculiares, el Parlament de Catalunya había aprobado las leyes que
pretendían culminar el procés hacia la independencia, de modo que una semana
después mi mujer y yo nos tomamos el recorrido hacia l´estany como una crónica
periodística. Durante el viaje enviábamos guasap graciosos a nuestros amigos/as
indepes, equidistantes y unionistas en la creencia de que la sangre no llegaría
al río.
Pintada en la parte vieja de Huesca
Antes
de llegar dos paradas:
Huesca:
una de esas ciudades que injustamente, como Soria o Ciudad Real, nadie conoce
ni sabe situar en el mapa. Es coqueta y se ve en una tarde. Me llamó la
atención que a algunos maños también les hubiera dado cierto hervor identitario
y reivindicaran la fabla aragonesa, así que foto.
Y
Vic: hervor multiplicado. La plaza mayor estaba llena de esteladas y propaganda
por el sí. El dueño del restaurante era francés. Nos dijo que tanto él como su
mujer habían sido ejecutivos de una empresa del pueblo con más de doscientos trabajadores.
Ahora se ganan la vida preparando escudella amb carn d´olla, butifarras caseras
y unos pasteles al ron que están de muerte.
El antiguo Cine Rosa de Cornellá de Terri
El
destino: la casualidad nos llevó a pernoctar en Cornellá de Terri, a apenas
unos kilómetros del lago. Sí, el pueblo en el que solo una semana después
votaría Carles Puigdemont, tras intentarlo sin éxito en el pueblo en el que
está empadronado. Su única notoriedad turística es el edificio que albergó el
cine Rosa, actualmente un bar restaurante. Así que foto.
El
día 20, ya en Barcelona, detienen a varios responsables de la consellería de Economía
y Hacienda y nos joden la visita Castelldefels. Pues sí, en cualquier momento
me pueden detener y enviar a Soto del Real, porque soy uno de los miles de
manifestantes que rodearon “pacíficamente” la conselleria de la Rambla de Catalunya. Como interdependentista, es decir, equidistante según unionistas e
indepes, me mosqueaba cada vez que oía que el “votarem” estaba indisolublemente
ligado al “inde, independencia”, pero me sigue pareciendo increíble que se
detenga a la gente porque defienda poder votar un divorcio colectivo. Así que
había que estar.
De
vuelta a Bilbao solo tres días antes del “referéndum” enviábamos guasap
absolutamente acojonados, porque no parábamos de cruzarnos con convoys de
tocineras de la policía nacional.
En
fin, mientras cruzaba a nado L´Estany de Banyoles desconocía que las cosas aún
iban a ir a peor. Ya he hablado del nadar, (¿vendrá de ahí lo de nadar y
guardar la ropa?) como una especie de Nirvana, como si ese mundo acuático te
pudiera aislar de un mundo exterior incómodo, pero no es así. Lo que me había dado era un baño de realidad y
lo que me esperaba fuera era solo un jarro de agua fría.
Postdata:
Tras un singular cruce epistolar entre dos pirómanos, el sábado el señor Rajoy decidió restaurar la democracia en Catalunya aboliendo la democracia representativa.
Olé sus güevos…
Para
rebajar la tensión un tema en directo de Camera Obscura que habla de nadar en
una piscina. Que la música nos consuele una vez más…