miércoles, 29 de enero de 2014

MUEREN PETE SEEGER Y MARCELINO BILBAO, 
EL PRISIONERO 4628 DE MATHAUSEN

Vamos de obituarios. Ayer estuve preparando unas líneas de recuerdo de Marcelino Bilbao, el anarquista vizcaíno que sobrevivió a los experimentos de Aribert Heim, el hijo de puta nazi al que apodaban “doctor muerte”, y va y se muere otro nonagenario, el gran Pete Seeger.

el campo de Mathausen el día de su liberación
Pero vayamos por partes.  Afortunadamente para un luchador como él, la segunda parte de la vida de Marcelino Bilbao, la que empieza tras su liberación del campo de Ebensee, última morada bajo dominación nazi, transcurrió dentro límites civilizados, los que se le negó como niño abandonado, trabajador desde los doce años, combatiente antifascista desde los dieciséis, huido, preso, exiliado, cobaya…

Marcelino Bilbao 
Esta última “actividad” forzosa es la que le ha llevado estos días, tras su muerte el pasado 25 de enero, a los medios de comunicación. Marcelino Bilbao, natural de Alonsótegui (Bikaia), fue durante dos años el prisionero número 4628 del campo de concentración nazi de Mathausen, donde trabajó en su conocida cantera como esclavo. Quizás por su fortaleza y juventud, Marcelino fue elegido por Aribert Heim entre los 30 prisioneros a los que inyectó benceno cerca del corazón para ver sus resultados clínicos. Marcelino Bilbao sobrevivió a la prueba resistiendo terribles dolores y fiebres altas, y a los padecimientos en los dos campos de concentración hasta su “liberación” en 1945.

Tuvo la suerte de ser acogido por los Aguirre, guipuzcoanos que residían cerca de Poitiers, casarse con una de las chicas de la familia y llevar una vida normalizada, dentro de lo que supone no hacerlo en tu propio país, porque se te impide regresar. El doctor muerte tuvo más suerte, gozó de libertad hasta su muerte y se paseó por las costas de España durante el franquismo con un yate que solía aparcar en Ampuriabrava, amparado por ministros del régimen.


Para conocer mejor la historia de Marcelino Bilbao se puede leer el artículo que la CNT, en la que militó y luchó en la guerra civil, le dedicó en 2010: http://gipuzkoa.cnt.es/spip.php?article696



YO ESTUVE ALLÍ
Sigo.  Ayer me enteré de que había muerto Pete Seeger. También la ha palmado un conocido ultraderechista español, pero ese ya tiene su público, así que, como a mi edad se empieza a vivir de batallitas, comenté a mis compañeros de trabajo que a principios de los años setenta estuve en un NO concierto de Seeger en la universidad de Barcelona. Como no recordaba el año exacto  busqué alguna referencia en internet y encontré un pequeño tesoro, el blog de un estudiante de la época, hoy fotógrafo profesional, que sacó varias instantáneas de los altercados que sucedieron a la prohibición del concierto de Pete Seeger el 4 de febrero de 1971.


Yo tenía 19 años y estudiaba segundo de Filosofía. El concierto estaba programado en la Escuela de Ingenieros, cerca de la Diagonal, y allí fuimos saltándonos alguna clase, porque, actuara o no actuara, la personalidad de Seeger hacía prever que iba a convertirse en  una importante concentración antifranquista con repercusión en los medios de comunicación. A última hora el gobernador civil Pelayo Ros, informado de que Seeger era un “peligroso” comunista, prohibió el concierto y cientos de estudiantes nos lanzamos a la Diagonal a cortar el tráfico. Creo recordar que fue la primera vez que vi actuar a los grises a caballo, lo que hizo que la manifestación se partiera y radicalizara en decenas de saltos con enfrentamientos casi directos y lanzamiento de piedras.

Al ver las fotos de Paco Elvira he pensado que yo mismo podía ser uno de los jóvenes que corren a refugiarse a la facultad de Económicas (puedo confirmar que no al que están hostiando junto a un árbol). Al fin y al cabo por entonces aún tenía pelo.

En fin, como hoy hace un año que murió mi cuñado Ángel, que era algo ácrata de ideas y personalidad, vaya por él y por los dos abueletes este homenaje musical tripartito: “Les anarchistes”, de Leo Ferré 

y la versión “This land is your land”  que Bruce Springsteen y el propio Seeger entonaron en la celebración de su 90 cumpleaños. 


Salud eterna para los tres.










viernes, 17 de enero de 2014

EL FREGAO DEL GAMONAL

Para conocer mejor el fregao que se ha montado en el barrio del Gamonal, nada como este artículo de Ignacio Escolar, publicado en eldiario.es, aliñado con la viñeta de Malagón, publicada el día 15 en "Tinta permanente".

Qué está pasando en Burgos
Para  entender a qué viene la durísima oposición de los vecinos del barrio burgalés de Gamonal a las obras de un simple aparcamiento, hay que remontarse mucho. Al menos un par de décadas.
Como siempre que un conflicto estalla, las causas rara vez se pueden explicar con lo que sucedió el día anterior. Para entender qué está ocurriendo en Burgos y a qué viene la durísima oposición de los vecinos a un simple aparcamiento hay que remontarse mucho. Al menos un par de décadas, si no más.
Durante años, antes incluso de la llegada de la burbuja inmobiliaria, Burgos fue una de las ciudades con la vivienda más cara de España, sólo superada entre las capitales de provincia por Madrid, Barcelona y San Sebastián. ¿La causa? A simple vista parecía inexplicable. Burgos no es ni mucho menos una gran urbe, unos 180.000 habitantes. Su población es estable desde hace años y, comparada con otras, apenas ha recibido inmigración. No tiene tampoco ninguna barrera natural para su expansión: está en mitad de un llano, sin esos límites que en otras ciudades pone la montaña o el mar. No tuvo tampoco un desarrollo económico excepcional: ni es un Silicon Valley, ni ha vivido ningún repunte industrial. Es una ciudad conservadora donde nunca parecía pasar nada, más allá de esa aparente maldición que obliga a la mayoría de los jóvenes a escapar. Conozco bien de lo que hablo. Nací en Burgos, estudié un año allí, en el Instituto Cardenal López de Mendoza, y gran parte  de mis compañeros de estudios viven hoy en Madrid, forzados a emigrar por la falta de oportunidades en la ciudad.
Sólo hay una razón que pueda explicar por qué en Burgos la vivienda se disparó: la corrupción urbanística. Durante años, un constructor y sus amigos manejaron las recalificaciones del Ayuntamiento, que controlaba la derecha. Ese constructor se llama Antonio Miguel Méndez Pozo, aunque todo el mundo le conoce como Michel Méndez Pozo. O como "el jefe". No solo se dedica al ladrillo. Es también dueño del Diario de Burgos, el periódico más leído y con más influencia en la provincia.
Con una mano, Méndez Pozo controlaba las listas de la derecha al Ayuntamiento, donde llegó a amparar una candidatura de "independientes" contra la lista de Alianza Popular. Con la otra, manejaba la política urbanística de la ciudad. Sus componendas con el Ayuntamiento llegaron a juicio a principios de los noventa. El propio José María Aznar –entonces presidente de la Junta de Castilla y León y líder regional del partido, además de amigo íntimo de Méndez Pozo– tuvo que declarar por sus estrechas relaciones con el constructor; Aznar reconoció que le pedía su "opinión", que era su asesor para  temas urbanísticos. En 1992, el alcalde de Burgos, José María Peña, fue condenado por prevaricación a doce años de inhabilitación para cargo público. A Méndez Pozo le cayeron siete años y tres meses de prisión. Sin embargo, el constructor sólo cumplió nueve meses antes de salir de la cárcel en tercer grado. Más tarde, el Gobierno de José María Aznar indultó al alcalde Peña, que volvió a presentarse a las municipales y salió elegido concejal (Burgos es así). 
La cárcel no fue un obstáculo en la carrera de Michel Méndez Pozo. Al contrario. Tras pasar por la trena, no sólo no se convirtió en un apestado sino que aumentó aún más su fortuna, sus relaciones y su poder. En Valladolid, se alió con el grupo PRISA para  lanzar otro periódico, El Día de Valladolid. En Navarra, se asoció con la COPE. Puso en marcha la delegación autonómica castellanoleonesa para  Antena 3, y también pactó con su antiguo rival, el constructor leonés José Luis Ulibarri, para montar juntos la televisión autonómica semipública –la paga la Junta– de Castilla y León.
Su grupo de comunicación, Promecal, también se expandió a Castilla-La Mancha. Allí lanzó varios periódicos que fueron muy leales al PSOE hasta que ganó el PP. De paso, aprovechó su presencia en los medios para sacar tajada con sus otros negocios: sus empresas constructoras están entre  las principales deudoras de la quebrada Caja Castilla-La Mancha. Méndez Pozo también invirtió en dos de los agujeros negros más famosos de la comunidad: el ruinoso aeropuerto de Ciudad Real y el proyecto de parque temático "El Reino de Don Quijote". 
Burgos fue y ha seguido siendo el bastión de Méndez Pozo. Con la ayuda del periódico, se ha impuesto antes y ahora  al propio Partido Popular, en una extraña relación donde un hombre que nunca ha sido militante del partido es el auténtico poder. Los alcaldes cambian pero Méndez Pozo permanece. El Diario de Burgos un día calla y al otro se convierte en referente del periodismo de investigación, al destapar un escándalo con la factura  telefónica de uno de los concejales del Ayuntamiento, casualmente uno con mala relación con el constructor. De fondo de estos navajazos, un proyecto: el del aparcamiento en el barrio obrero de Gamonal.
El Vallecas de Burgos
Para entendernos, Gamonal es el Vallecas (o el Hospitalet) de Burgos: un antiguo pueblo en las afueras de la ciudad que acabó anexionado por la capital provincial. El franquismo llevó a Gamonal el mayor polígono industrial de la ciudad y la inmigración rural convirtió el antiguo pueblo en un barrio obrero de aluvión, de inmensos bloques de pisos de ladrillo visto, donde hoy viven cerca de 70.000 personas en la zona más densamente poblada de la ciudad.
La principal avenida de Gamonal, esa calle Vitoria donde el alcalde quiere construir el aparcamiento con bulevar, es la antigua carretera N-1, que unía al antiguo pueblo con la ciudad. Por las noches, funciona un pactado sistema de aparcamiento en doble fila. Los vecinos se organizan entre ellos, según sus horarios, para dejar sus coches sin el freno de mano puesto. El barrio, tan poblado, apenas tiene aparcamientos. Cuando se construyó, los obreros no tenían coches. Hoy Gamonal, donde el paro se ha disparado, es el barrio de Burgos donde más se nota la crisis, donde viven las personas más castigadas por la situación económica.
Los vecinos se oponen al aparcamiento porque dejará la mayor vía que une el barrio con el centro de la ciudad con sólo un carril en cada dirección –ahora  hay cuatro–, y porque se quedarían sin sitio donde aparcar. Los nuevos aparcamientos serán muy caros: 19.800 euros por cada plaza, que además no es en propiedad sino en alquiler  por 40 años, por lo que después no se podrán vender con facilidad. Además, los vecinos no entienden que esa obra de 8 millones de euros sea la prioridad en un barrio sin apenas equipamientos –hay una guardería a punto de cerrar porque faltan unos míseros 13.000 euros– y en un Ayuntamiento cuyas cuentas están al borde de la bancarrota.
Por supuesto, detrás del aparcamiento en Gamonal hay una sombra, omnipresente en la ciudad: la de Méndez Pozo. Ha sido una de sus empresas la que ha diseñado el proyecto y es la constructora de uno de sus socios habituales con los que trabaja la que se ocupará de llevarla a cabo, si es que los vecinos no la logran parar. 
El Ayuntamiento confiaba en acabar con las protestas por la vía habitual: con el apoyo de los medios amigos. En Burgos hay dos diarios, ambos conservadores. Uno es de un imputado en la Gürtel; el otro, de un condenado por corrupción. El Diario de Burgos es de Méndez Pozo y el otro periódico de la ciudad, El Correo, es de su socio en la televisión autonómica, José Luis Ulibarri, otro constructor leones, imputado por la Audiencia Nacional en la trama de Francisco Correa y el Bigotes. El Correo, para más señas, se distribuye de forma  conjunta con El Mundo. Además de con Unidad Editorial, el imputado Ulibarri también ha cerrado acuerdos con el grupo Vocento –editor de ABC– y ahora está aliado con EsRadio, la emisora de Jiménez Losantos. Todos estos negocios entre los editores de Madrid y los prohombres del ladrillo castellano explican también por qué el nombre  de Méndez Pozo apenas se conoce fuera de Burgos.
Sin embargo, el apoyo de los periódicos de Burgos –como ejemplo sirve este tendencioso artículo en el Diario de Burgos o esta  portada de El Correo– no ha servido en esta  ocasión para acallar las protestas. El Ayuntamiento ha olvidado algo fundamental: que ahora  existe internet y las redes sociales, donde la información es mucho más difícil de controlar.
Gamonal no es muy distinto a otros barrios obreros españoles. Pero nadie podría imaginarse que fuese una ciudad aparentemente tan conservadora y católica como Burgos donde se viviese un estallido así. Los turistas que visitan la catedral olvidan que un tercio de sus habitantes viven muy lejos del elegante paseo del Espolón, en el olvidado Gamonal.
El PP está alarmado y ha llamado a capítulo al alcalde de la ciudad, Javier Lacalle. Su miedo es razonable. Lo que hemos visto en Burgos no es muy distinto a lo que ha pasado antes en otros disturbios como los de Londres o París. O a lo que podría pasar en otras ciudades españolas ante chispas tan aparentemente inocentes como la remodelación de una calle. Por mucho que el PP quiere mezclar esta protesta con la kale borroka, asegurando que los jóvenes violentos venían de otra ciudad –han inventado el "turismo manifestante"–, la realidad es que los detenidos son tan de allí como la morcilla o la catedral. Es lo que pasa cuando el paro juvenil se dispara y hay una última gota que desborda el vaso.
Dice Noam Chomsky que la violencia nunca surge de la nada. Tampoco en Gamonal.




miércoles, 8 de enero de 2014

PUENTES

Puente de Mostar
Me gustan las ciudades con río y los puentes que unen sus riberas. Son como puntadas que hilvanan a los habitantes de barrios antes separados. La imagen más diáfana de lo que representan como punto de unión entre comunidades es la destrucción del puente de Mostar en la guerra que enfrentó a croatas y bosnios, cristianos y musulmanes a principio de los años noventa del pasado siglo. Afortunadamente fue reconstruido y hoy, toquemos madera, es  un aparente símbolo de reconciliación.

Aunque algunos han desaparecido o sido sustituidos por otros con poca personalidad, Bilbao cada vez tiene más puentes, lo que es, sin duda, una alegría. La razón de su ubicación y características concretas son históricamente muy diversas, entre ellas, el simple acceso a conventos situados en una u otra orilla.

También tengo una teoría no verificada estadísticamente sobre la modalidad de los suicidios. Mi experiencia me dice que en los ambientes rurales y entre la gente que procede de ellos la gente se cuelga de los árboles, de las vigas, de las puertas, y que con la industrialización y el urbanismo nacieron nuevas posibilidades y la gente empezó a tirarse a las vías de los trenes o de los metros, y también desde edificios y puentes cada vez más altos a un vacío que prometía un final rápido.


La desaparecida Isla de San Cristóbal - Bilbao
De modo que las ciudades que se precien tienen puentes o viaductos convertidos en estructuras idóneas y han obtenido el halo romántico que acompaña a los suicidas. Ese es el caso del Viaducto de Segovia, en Madrid, o del puente de Vallcarca de Barcelona. Mi abuela paterna me contó hace un montón de años que en el primero de ellos se suicidó un primo hermano suyo que era militar, aunque dudaba si había sido por un desengaño amoroso o por ser acusado de meter mano en la caja. Por cercanía me referiré al alto viaducto que une los barrios de Santutxu y Miribilla y conduce a la autopista, una obra importante que parece haber sustituido dos puentes más modestos y frágiles, los que unían la desaparecida isla de San Cristóbal con las dos márgenes de la aún ría, y ha ofrecido una altura más propicia para que la gente vuele y huya de sus demonios.

Este alto viaducto tuvo hasta hace no mucho otra de las utilidades típicas de los puentes, dar techo a personas sin recursos. No hay que olvidar que por aquí siempre fue tradición lo “de vivir debajo de un puente”, pero no sé por qué razón el grupo de indigentes que lo habitó desapareció poco después de salir en “Salvados”.

Así que también habrá que hablar de puentes de primera y de segunda, entre aquéllos la controvertida pasarela Calatrava, un producto de la idiotez que hizo que no hubiera ciudad que se preciara sin puente del arquitecto. No es feo. Sí, se parece a los costillares de mamífero de otras ciudades, pero tiene una medida humilde, y al lado de la grandilocuencia grisácea de las torres de Isozaki parece doméstica y hasta humana, tan humana que no hubo miembro de la especie que mantuviera el equilibrio antes de su antideslizante alfombrado actual.

Puente de Portugalete
Lo del puente colgante de Portugalete son palabras mayores. Forma parte de la escenografía de la etapa de esplendor de la revolución industrial en la comarca del Gran Bilbao y hace pocos años fue declarado Patrimonio de la Humanidad.

Entre los puentes foráneos y por razones de nostalgia infantil me referiré al puente del Diablo, en Martorell, que pese a sus múltiples renovaciones mantiene la estructura romana y la leyenda que le da nombre, pero nada puede competir con la influencia del cine rellenando nuestra memoria de puentes añorados, en Kwai, Mahattan, San Francisco, cualquiera de los puentes de París, por qué no el que abre “La chica del puente”, de Patrice Leconte, con esa suicida milagrosamente “salvada” por un lanzador de cuchillos…
La chica del puente

Para acompañar este repasito pontonero, los versos y la música de “Zubia” (“El puente”), de Mikel Urdangarin, creo que nada que ver con el príncipe consorte:
Beirazko landare
izan gura nuke
irauteko, ez galtzeko
gaur urrun zaidan pausua ibil dezadan...

...Bihar berriz luma hotz
hitz polittak arrotz, beldur esateko
ispiluaren aurrean mintzo nintzaizun bart

Eta zuk, badakizu, gertu ez baina
zubiaren bestaldean nago

Paperezko ametsak, azken negu beltza margotu, argia piztu
oinak behenganean, bihotza soinean ta sentitu, eta ez gelditu
zauria eta laztana, musua eta orbana

Eta zuk, badakizu, lorak zimur
ibaiaren beste ertzean nauzu
isilpean, gertu ez baina
zubiaren bestaldean nago.
………………………………………………………
Quisiera ser una planta de cristal,
para  perdurar, para no perderme
para  dar mañana el paso que hoy
no alcanzo a dar…

…Mañana, en cambio, la pluma fría,
la falta de palabras bellas,
el temor a hablarte
delante del espejo

Y tú, lo sabes, no estoy sino
al otro lado del puente.

Los sueños de papel, pintar el pasado duro invierno,
los pies sobre el suelo, el corazón a cuestas
y sentir, y no detenerse para  nada
la herida y la caricia, el beso y el moratón.

Y tú, lo sabes,
me tienes al otro lado del río
con las flores marchitas,
en silencio, no estoy sino
al otro lado del puente.