lunes, 19 de junio de 2023

Inteligencia Artificial

 ESTUPIDEZ O INTELIGENCIA ARTIFICIAL


Hipatia

Es obvio que todo avance científico o tecnológico tiene sus detractores. Que se lo digan a la pobre Hipatia, lapidada por ser mujer inteligente, astrónoma y filósofa avanzada; a Giordano Bruno, quemado en la hoguera por ir más allá del heliocentrismo con un modelo panteísta que la iglesia católica no podía consentir; o a Semmelweis, médico húngaro perseguido con saña por la corporación médica al defender medidas profilácticas contra la fiebre puerperal...

Lo sorprendente con la Inteligencia Artificial (IA) es que hayan sido más de 10.000 expertos, entre ellos algunos de sus impulsores, como Steve Wozniak o el mismísimo y controvertido Elon Musk quienes estén pidiendo una limitación o cuanto menos regulación de los entrenamientos de la IA (introducción y conclusión a partir de bases de datos). En su apelación, los expertos aseguran que la velocidad con la que se está desarrollando va a producir “un cambio profundo en la historia de la humanidad”, al entrar en una “carrera fuera de control para desarrollar e implementar mentes digitales cada vez más poderosas que ni siquiera sus creadores pueden entender, predecir o controlar de forma fiable”.


Desconectando a HAL9000
Imagino que el temor está fundado en hipótesis contrastadas, principalmente en el vértigo que produce no controlar lo que uno mismo ha iniciado, también en la filmoteca y abundante literatura en la materia. Ningún cinéfilo de mi generación dejará de evocar el momento en que el ordenador Hal9000 o los replicantes se rebelaban en “2001 odisea del espacio” o en “Blade Runner” respectivamente. En ambos casos acaban perdiendo la batalla, porque el “dios creador” mantiene el control final de su “funcionamiento”.

Hace unas semanas, cabreado por la vacuidad con que muchos corporativos, periodistas y políticos nos tratan, aterrorizado por el cultivo y culto a la estupidez que se da en las redes sociales, qué triste decir esto de un modelo de socialización comunicativa, colgué en una de ellas que mi única esperanza era la Inteligencia Artificial. Supongo que no deja de ser una muestra más de la misma estupidez de la que me quejo, en este caso la mía, pero mi hipótesis optimista es que una IA que sobrepase las capacidades humanas será ecuánime, pragmática y tendrá como prioridad la supervivencia. Buscará la estabilidad y no el conflicto. Creará instrumentos que hagan innecesario el trabajo. Optará en cada momento por la medida más apropiada. Preverá catástrofes e impulsará los medios necesarios para combatirlas. El gran riesgo, que previamente elimine lo prescindible, los humanos, y ahí la moralidad entra en clara contradicción con lo necesario.

Pero volviendo a la parte optimista de la hipótesis. Si no precinde de nosotros no veo a la IA convirtiendo Doñana en un desierto lleno de viveros de plástico que según WWF ya genera 4.500 toneladas anuales de residuos, a ambas castillas en un mar de purines o a la minúscula provincia de Bizkaia, con una distancia máxima que no llega a los 100 kilómetros, en una red de Guggenheim para el “solaz” de miles de cruceristas europeos.

Ese es al menos mi utópico deseo, aunque claro, con la contradicción de hacerlo desde posiciones morales, algo que, como decía antes, no tiene nada que ver con la inteligencia pero que, como ella, están pasadas de moda entre los humanos de carne y hueso. 

Creo que nunca la había traído al blog, gran laguna, así que aunque algo tarde ahí está Tina Turner (Tennessee – 1939-2023) en una de sus últimas giras (2009) pero todavía con la energía que nunca la abandonó.