sábado, 1 de noviembre de 2025

Gil de Biedma

UN POEMA DE GIL DE BIEDMA PARA EL DÍA DE LOS DIFUNTOS

La muerte ronda la poesía de Gil de Biedma (Barcelona 1929-1990), uno de los referentes de la generación de los cincuenta, fallecido de sida tras una vida muy marcada por su condición homosexual en un país aún pacato y represivo.

Poeta que ya ha aparecido en el blog hasta tres veces, una como protagonista, mi primera intención era reproducir su poema ad hoc, "El día de difuntos", que narra una visita al cementerio civil de Madrid, pero me ha parecido más sugerente usar su auto-obituario, creo que de más calidad, "Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma", que dice tal que así: 



DESPUÉS DE LA MUERTE DE JAIME GIL DE BIEDMA

En el jardín, leyendo,

la sombra de la casa me oscurece las páginas

y el frío repentino de final de agosto

hace que piense en ti.

El jardín y la casa cercana

donde pían los pájaros en las enredaderas,

una tarde de agosto, cuando va a oscurecer

y se tiene aún el libro en la mano,

eran, me acuerdo, símbolo tuyo de la muerte.

Ojalá en el infierno

de tus últimos días te diera esta visión

un poco de dulzura, aunque no lo creo.

En paz al fin conmigo,

puedo ya recordarte

no en las horas horribles, sino aquí

en el verano del año pasado,

cuando agolpadamente

-tantos meses borradas-

regresan las imágenes felices

traídas por tu imagen de la muerte…

Agosto en el jardín, a pleno día.

Vasos de vino blanco

dejados en la hierba, cerca de la piscina,

calor bajo los árboles. Y voces

que gritan nombres.

Ángel,

Juan, María Rosa, Marcelino, Joaquina

-Joaquina de pechitos de manzana.

Tú volvías riendo del teléfono

anunciando más gente que venía:

te recuerdo correr,

la apagada explosión de tu cuerpo en el agua.

Y las noches también de libertad completa

en la casa espaciosa, toda para nosotros

lo mismo que un convento abandonado,

y la nostalgia de puertas secretas,

aquel correr por las habitaciones,

buscar en los armarios

y divertirse en la alternancia

de desnudo y disfraz, dsempolvando

batines, botas altas y calzones,

arbitrarias escenas,

viejos sueños eróticos de nuestra adolescencia,

muchacho solitario.

Te acuerdas de Carmina,

de la gorda Carmina subiendo la escalera

con el culo en pompa

y llevando en la mano un candelabro?

Fue un verano feliz.

…El último verano

de nuestra juventud, dijiste a Juan

en Barcelona al regresar

nostálgicos,

y tenías razón. Luego vino el invierno,

el infierno de meses

y meses de agonía

y la noche final de pastillas y alcohol

y vómito en la alfombra.

Yo me salvé escribiendo

después de la muerte de Jaime Gil de Biedma.

De los dos, eras tú quien mejor escribía.

Ahora sé hasta qué punto tuyos eran

el deseo de ensueño y la ironía,

la sordina romántica que late en los poemas

míos que yo prefiero, por ejemplo en Pandémica…

A veces me pregunto

cómo será sin ti mi poesía.

Aunque acaso fui yo quien te enseñó.

Quien te enseñó a vengarte de mis sueños,

por cobardía, corrompiéndolos.


Hacía tiempo que quería traer esta canción y creo que esta vez es oportuno, porque también habla de un desdoblamiento, el de la imagen que damos y la imagen con que nos ven. La bellísima y danzarina "Katamalo", del grupo del mismo nombre.


https://youtu.be/9julCt3Kl64