domingo, 25 de abril de 2021

Mao Tse Tung

 “NADANDO”, UN POEMA DE MAO TSE TUNG, 

EL NADADOR DE WUHANG


Entre mi pequeña colección de libros curiosos está una singular edición de Poemas de Mao Tse Tung (1893 - 1976). No sería nada raro si el “gran timonel”, que dirigió con mano férrea el destino de China desde 1949 hasta su muerte, no fuera considerado un ser demoníaco para el franquismo, además de/o por ser “marca registrada” de algunos de los movimientos rebeldes de la España de los años setenta.

Pues bien, el libro, encuadernado en pasta dura de color rojo, solo faltaría, fue publicado por la Editorial Mateu, y de aquí su singularidad, nada menos que el año 1970, inicio de esa década y del llamado juicio de Burgos, es decir de la fase crepuscular pero especialmente cruenta de la dictadura. 

La editorial Mateu era “rara avis” dentro del abigarrado y extenso mundo editorial barcelonés. Fundada por Francisco Fernández Mateu en 1944, simplemente porque no encontró editor para sus tres primeras novelas, no estaba situada en el ámbito editorial progresista ni de pedigrí intelectual, como Anagrama, Tusquets, Seix y Barral o Edicions 62, pero tuvo un gran papel en la divulgación de la lectura entre los jóvenes de la época a través de diversas colecciones. La etiqueta de editorial divulgativa no le libró de tener que vérselas con los tribunales del momento, siempre atentos a no dejar pasar algo subversivo; tampoco de publicar a escritores de primera fila como Joseph Roth, Vladimir Nabokov, Ilyá Ehrenburg, Stefan Zweig, Sinclair Lewis, Somerset Maugham, Oriana Fallaci o Camilo José Cela. Lo de editar a Mao Tse Tung supongo que coló porque se trataba de poemas de contenido lírico y paisajístico, aunque algunos hablaran en ese tono de la epopeya de la “gran marcha” que unificó al ejército rojo.  

Además de dictador y poeta, Mao Tse Tung era, como yo, aficionado a las travesías a nado. Si hace dos años hubiéramos leído que atravesó el río Yangtsé en Wuhang, olvidaríamos el nombre de la ciudad de inmediato, pero ahora, tras más de un año de una pandemia que al parecer nació allí, es un lugar que las generaciones que la hemos vivido no olvidaremos.

En sus últimos años de vida no era raro ver a Mao nadando plácidamente en aguas del Yangtsé. Si Franco pescaba grandes atunes y salmones y jugaba al golf para demostrar que, pese a su paso cada vez más vacilante y voz gangosa, estaba en forma, el dirigente chino atravesaba el río con un estilo un tanto extraño que, según propagandistas fanáticos, le permitía recorrer quince kilómetros en poco más de una hora, un récord mundial estratosférico en aguas abiertas. Lo cierto es que en la mayoría de fotos solo aparece haciendo el muerto o con un estilo de braza lateral lento y en desuso, siempre rodeado de guardaespaldas.

Así que, entre distintas travesías, el 16 de julio de 1966 Mao se lanzó al Yangtsé rodeado de miles de jóvenes agresivos y dio por inaugurada la revolución cultural. El poema premonitorio que transcribo había sido escrito exactamente diez años antes y termina avisando a la diosa de la montaña que “su mundo ha cambiado”. Y de qué manera... 


El poema se apoya musicalmente en la melodía “Shuǐdiào Gētóu” (melodía de agua), que según he leído es una cajón de sastre para todo poeta dispuesto a dotarla de nuevas palabras. En ese tono que suele acompañar al chop suey o el arroz tres delicias en cualquier restaurante chino que se precie, la cantante Teresa Teng (1953-1995) se marca esta versión de letra indescifrable en 1983.




NADANDO

Acabo de beber las aguas de Changsha

y de comer los peces de Wuhang;

ahora estoy cruzando el río de mil millas de largo,

mirando a lo lejos hacia el abierto cielo de Chu.

No me preocupa que el viento sople ni que las olas golpeen;

esto es mejor que vagar idílicamente por el jardín.

¡Hoy soy libre!

Fue a orillas de un río que el maestro Confucio dijo:

"Así fluye la Naturaleza entera".

Los mástiles se mueven con la brisa;

las colinas de la Tortuga y de la Serpiente están quietas.

Grandes planes se trazan:

un puente volará a través, para unir el Norte y el Sur,

un gran abismo se convertirá en una avenida.

Los muros de piedra se alzarán contra la corriente, al Oeste,

para contener las nubes y la lluvia del Monte Wu,

y las estrechas gargantas se convertirán en un lago.

La diosa de la montaña, si aún se encuentra allí,

se asombrará de ver su mundo tan cambiado.