ABEL CAPELLÁN, PINTOR DE CARTELONES...
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autorretrato de Capellán |
Según
estudios más o menos atrevidos el número de personas que han pasado
por el mundo asciende a unos 107 mil millones. Como es obvio de la
mayoría no sabemos absolutamente nada, salvo que forman parte de un
dato estadístico. De hecho, y esta vez según análisis
pormenorizados, hay constancia de 2 millones y medio de biografías
más o menos desarrolladas, lo que nos permite saber de personas
concretas y no únicamente de restos corpóreos, útiles,
herramientas, fotos de desconocidos u otros legados anónimos.
Hace unos días me acordé de Abel Capellán. Me lo presentó una compañera de trabajo, pintora como él, el día que se jubilaba con 66 años, hace ahora otros 28. Me pareció un tipo simpático, y ante mi curiosidad me invitó a visitar su estudio/taller. No lo hice, no sé porqué razón, y al recordarle ahora pensaba que lo tenía en Barakaldo y no a apenas cincuenta metros de casa, como he podido confirmar. Este hecho me hace pensar en la capacidad selectiva y consoladora de la memoria, porque creo que no haber hablado más con él y conocer de cerca la técnica que usaba para elaborar cartelones de hasta ocho metros metros de altura, que él asociaba al travelling cinematográfico, fue un gran error.
Bueno,
me he puesto a escribir y no he advertido que Abel Capellán fue uno
de los artistas que decoraba con murales los cines de Bilbao,
principalmente los del desaparecido Capitol. En el momento de su
jubilación Capellán era todo un personaje, principalmente en
nuestro barrio, y pinturas con escenas costumbristas adornaban las
paredes de algunos de sus bares, el más conocido el desaparecido
Mesón de La Rioja, de modo que al pensar en dedicarle este blog
creía que me sería fácil encontrar detalles de su vida y obra en
internet. No es así.
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cartel del cine Capitol |
No
he tenido mejor suerte buscando fotos de las fachadas de los cines
para los
que trabajó, con la esperanza de captar unos cartelones que
a la gente de edad nos devuelve a un mundo de imágenes colosales,
hoy día casi naif. Tampoco de los decorados que hizo para el teatro
Arriaga o los retratos de los primeros Lehendakaris, quien sabe si
arrumbados en la sede del partido nacionalista. Las fotos que he
conseguido ni siquiera parecen hechas con la intención de captar el
trabajo del artista y son de pésima calidad. Desaparecido el Mesón
La Rioja, solo queda un cuadro del pintor en el barrio, el que cuelga
al fondo del Bikarregi rodeado de txapelas y cajas de patatas fritas, que he ido a
fotografiar un día de estos antes de que también desaparezca.
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Cuadro del Bikarregi |
Según he leído, su maestro, Rodríguez Ortigado, consiguió que dos de sus carteles de pequeño tamaño fueran adquiridos por el Museo de Bellas Artes, pero los grandes murales, obras efímeras que duraban apenas una semana son, como los de Abel Capellán y él mismo, un legado que se diluye lentamente con el paso del tiempo.
El
cine Tívoli de Barcelona iba un paso por delante. Sus grandes
estrenos se acompañaban con grandes carteles y otros elementos
visuales. Creo recordar las siluetas del séptimo de caballería en
su vestíbulo para algún western y la estructura de cartón del
puente sobre el río Kwai en la película del mismo nombre. La escena
de su silbido colectivo, basado en una canción popular de 1914, “La
marcha del Coronel Bogey”, demuestra la maestría de David Lean, y
cuando te enteras de que su letra, adaptada a la época, se burlaba
de Hitler diciendo que solo tenía un huevo te acuerdas de Franco, nuestro
dictador de bolsillo, del que en un lugar común se decía otro
tanto.
https://youtu.be/JWXWszYK0HE