jueves, 17 de agosto de 2023

Sonny Stitt

 "BLACK VIBRATIONS", 

DE SONNY STITT

En la prehistoria del vinilo, es decir, antes de que volviera por sus fueros y desbancara al CD como soporte físico, hablo de los años sesenta y setenta del pasado siglo, en las tiendas de discos solía haber una o dos cajoneras con ofertas. Tengo algunos singles con pequeñas joyas extraídas de una caja de cartón, principalmente de grupos de segunda fila que ahora, con el tiempo, son buscadas por coleccionistas. Hablo de Paul Revere and the Raiders, Electric Prunes o Association, entre otros...

Así que siguiendo con los blogs que todos los veranos dedico a la colección de vinilos me referiré en esta entrega a Sonny Stitt, saxofonista del que conservo cuatro Lps, el primero de ellos, “Black vibrations”, rescatado del desamparo de un cajetín de “oportunidades” en la sección de discos del Corte Inglés a finales de los años setenta. Repasando el tamaño del contenido no me extraña que estuviera entre los saldos a 80 pesetas, ya que solo acoge seis piezas y menos de 20 minutos por cara, un despilfarro de derivado del petróleo en plena crisis. Imagino que ese fue el motivo de que en su reedición de 1996 se incluyera con otro disco y el curioso título de “Legends of acid jazz”, pero el caso es que el modelo inicial se vende actualmente en Amazon por entre 20 y 25 euros.

Sonny Stitt perteneció en su juventud a la llamada “iglesia de la aguja”, a la que antes o después pertenecieron los mejores músicos de jazz clásicos, tales como Charlie Parker, Miles Davis, Sonny Rollins, Stan Getz, Gerry Mulligan, Dexter Gordon, Chet Baker, Billie Holiday, John Coltrane, Bill Evans, Art Blakey, Freddie Webster, Bud Powell, Art Pepper y Abbey Lincoln entre otros, es decir, casi la lista completa de los más grandes. Chet Baker explica en una desoladora biografía que tuve oportunidad de leer hace unos años que en el Centro de Internamiento de Lexington llegó a haber una auténtica big band de yonquis. Imagino que la “apostasía heroinómana” de Stitt tuvo que ver con la muerte del trompetista Freddy Webster como producto de una dosis adulterada con estricnina que le había pasado él mismo, así como por su estancia en la prisión antes citada. El caso es que, pese a cambiar la aguja por el alcohol, Stitt tuvo una larga y prolífica carrera siempre alrededor de las estrellas del jazz. En su etapa de madurez participó en el grupo The Giants of Jazz, junto a Bakley, Gillispie y Thelonius Monk, y aunque calificado de "lobo solitario", por su carácter introvertido, gran parte de su discografía es un ejemplo de "camaradería" musical.

Volviendo a “Black vibrations”, sé ahora que no es ni mucho menos uno de sus mejores discos, pero hay dos cosas que, más allá de la música, lo ponen en valor. En primer lugar una portada atrevida que en 1972 había pasado la criba inmisericorde de la censura franquista, cosa que no habían conseguido ni el “Sticky fingers” de los Rolling un año antes, ni el “Electric Ladyland” de Hendrix en 1968, por poner dos ejemplos de la mojigatería de la época. En segundo lugar porque contiene un gazapo, y precisamente en una de las piezas que más me gustan por su calidad de standard clásico. Me refiero a “Aries”, canción que en la edición inicial del disco aparece equivocadamente como “Aires”, obviando que Stitt y Don Patterson, intérprete del órgano en el disco, aluden al signo zodiacal del batería Billy James.

He repasado una ínfima parte de una discografía que alcanza la centena y entre lo que he oído me parecen relevantes los dúos compartidos con Gene Ammons o Red Holoway, pero como su interpretación más oída en Spotify es “On the sunny side of the treet” me ha parecido obligado incorporarla al blog en una sesión en la que está acompañado de Dizzie Gillispie. Casi toda su obra se puede encontrar en Spotify o planeando por las nubes…


Y naturalmente “Aries”, también con nombre erróneo en YouTube, pero es lo que hay...

Sea como sea, espero que os guste.