jueves, 30 de octubre de 2014

EL PLACER DEL BUEN ACABADO

Hace unos días asistí, casi de casualidad, a la presentación de “Truffaut París”, una de esas obras que te reconcilian con el mundo. Digo “casi de casualidad” porque, avisado del evento por el Instituto Francés, pensaba que se trataba de un documental sobre el director de cine y su relación con la ciudad y me encontré con la edición de lo que el autor calificó con humildad  de guía fotográfica.


Veamos. Un cinéfilo admirador de François Truffaut, Arturo Barcenilla, vecino de Iruña, va a París en 1998 a la búsqueda inocente de algunos de los lugares de París que aparecen en las películas del director francés para fotografiarlos. Las primeras localizaciones exitosas, furtivas, casi con vergüenza, le animan a proseguir. Bastantes años después, cuando el proyecto ya toma cuerpo y ha retratado gran parte de esos escenarios, se va a permitir el lujo de dormir invitado en una de las habitaciones en las que habita Antoine Doinel, el alter ego del director. Reconozco haber olvidado muchas de sus películas y no me es nada simpático el personaje de Doinel, pero oyendo a Barcenilla envidio ese trabajo prolijo, que por el simple placer del buen acabado, sin la perspectiva siquiera de ser publicado se encarna, nada más y nada menos que dieciséis años después, en libro espléndido. Envidio la pasión con la que habla de ese trabajo y de Truffaut, y sobre todo, lo pipa que se lo ha tenido que pasar todos estos años…