sábado, 31 de agosto de 2024

Vestíbulos


VESTÍBULOS

La búsqueda de hiperrentabilidad del espacio mengua e incluso está acabando en muchos casos con los vestíbulos, superficies de supuesta holganza que surgieron seguramente como una forma de ostentación, pero también, sobre todo en el siglo XX, de una cierta socialización de lo funcional, superficie dedicada a la distribución del personal a modo de rotondas avant la lettre y una suerte de trailer comercial.

el Windsor Palace
El de los maristas de Barcelona, revestido de madera, con los "cuadros de honor" de los alumnos aplicados colgando en sus paredes olía a la pegadolça (extracto de regaliz en catalán) que, se decía, el hermano administrador usaba para engatusar a las víctimas que magreaba tras los cristales opacos de su despacho. Por la mañana era un tránsito rápido, pero a la hora de salir, después de casi diez horas de clase, comida y permanencia, era el lugar de espera de las madres, que venían a rescatarnos de un mundo que solo se fue alumbrando a medida que se acercaba la adolescencia.

De esa misma época data alguna visita al vestíbulo de cine más lujoso del momento, el del Windsor Palace de Barcelona, entonces en la zona intermedia de la Diagonal. Como solo he encontrado la bellísima foto exterior que acompaño he tenido que tirar de memoria y creo recordar un juego de espejos con los marcos dorados y un alfombrado por el que pasearon Louis Amstrong y Lionel Hampton, porque el Windsor, además de tener bar, restaurante e incluso night club, alternaba el cine con actuaciones de jazz.

Se dice que en el poco tiempo que duró era, quizás con el Coliseum, el cine más espectacular de la ciudad, pero todas las salas, fuera más grande o más pequeño, tenían un vestíbulo al que podías acceder a ver los cartones con fotogramas de las películas en cartel, también los de próximos estrenos y reestrenos. En las tardes lluviosas pasear por el vestíbulo de las numerosos cines de barrio era una alternativa socorrida, algo que François Truffaut inmortalizó en una bella secuencia de "Los 400 golpes", un retrato/homenaje a la patria de la infancia que surtió de debate social a los cineclubs en las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo.

Algunas casas pudientes también albergaban entradas pomposas, que el portero o portera cuidaba luciendo latones y terrazos. Pero eso sí que está en franca decadencia, porque los pudientes ya no viven en inmuebles de pisos, y estos se dedican cada vez más a oficinas que han cambiado la portería manual por la automática y, en todo caso, por un vigilante de seguridad. En los pisos existía el recibidor, normalmente una pequeña entradita con mueble de estilo que, según el humorista Gila, servía para saludar y oler a las visitas.

Estación de Francia de BCN
Quiero acabar con dos de mis vestíbulos preferidos. Uno que creo haber nombrado alguna vez, el vestíbulo de la Estación de Francia de Barcelona, que conserva en buen estado una majestuosidad casi versallesca. Diseñado por el arquitecto Durán i Reynals, también famoso por desgraciar una obra de Domènech i Montaner (no es versalles todo lo que reluce), tiene además el valor sentimental de haberlo frecuentado esperando la llegada en tren de dos de mis abuelos.

Vestíbulo del Euskalduna
El segundo es relativamente reciente, como desmintiendo su desaparición, y aunque como distribuidor es un tanto confuso me encanta su aspecto de palmeral, y en los recibidores superiores las incrustaciones acristaladas del suelo que dibujan figuras rupestres: me refiero al vestíbulo del palacio Euskalduna de Bilbao, obra de los arquitectos Soriano y Palacios, dos desconocidos cuando ganaron el concurso para su construcción, en un momento, además, en el que Bilbao solo se revestía de firmas consagradas. 

Como llevamos unos blogs con antiguallas musicales, un grupo tan solo veterano que ha estado hace poco por la península, Kasabian, con pop de estribillo pegadizo, ideal para canción del verano: "Coming back to my good".


https://youtu.be/dg5QImMsY5A