LA CABINA
Como aficionado a
la arqueología urbana llevaba tiempo pensando en fotografiar una
cabina telefónica que sobrevive cerca de casa, cuando se ha cruzado la noticia de
la muerte de Antonio Mercero, seguramente, y a su pesar, su mejor
propagador.
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cabina a apenas 100 metros de mi casa |
La cabina, medio
destartalada, con el logo del antiguo monopolio en el frontispicio,
permanece en una plazoleta próxima, frente a la terraza de dos bares
habitualmente concurridos. Llama la atención su estatura y amplitud,
que en su momento, antes de perder la puerta de acceso, era un
espacio habitable que permitía cierta intimidad. No recuerdo si
podían cerrarse por dentro, aunque ese fue el componente decisivo de
“La cabina”, el corto televisivo que dio fama a Mercero.
La película, con un tono eminentemente kafkiano, pretendía hacer
crítica de una modernidad que asaltaba plazas y aceras. El encierro
involuntario de López Vázquez era una metáfora del poder injusto y
arbitrario; también de la creciente despersonalización. Ahora, su final, en un
aparcamiento de cabinas rellenas de humanos, es casi naif.
El móvil, con sus distintas capacidades (twitter, guasap, etc.) es un cepo virtual que nos confina a un espacio aún más reducido y
a una aparente comunicación, impulsiva y obsesiva, carente
normalmente de reflexión, en la que todo quisque pone lo primero que se le ocurre. Ahí
tenemos al “nou honorable” con sus twitters xenófobos; al otro
lado del espectro a Iglesias conquistando los cielos desde un chalet
de Galapagar; y a la mafia de la Gürtel, perdón, del PP, dejando un
sendero de conversaciones grabadas que pondrían rojo a Capone. ¿Solo se
libra Rivera, comodín ideológico, socialdemócrata y ultraliberal,
español y europeísta? Vaya joya… Si no te valen sus firmes
principios, no hay por qué preocuparse, como decía Groucho, tiene
más.
Con semejante
panorama, hasta dan ganas de comprar “Matildes” (*)…
(*) Precisamente
por anuncios de López Vázquez en televisión, las acciones de Telefónica eran
popularmente conocidas como Matildes.
En esta ocasión
qué mejor homenaje a Mercero y a la arqueología urbana y televisiva
que revisar “La cabina”.