jueves, 9 de septiembre de 2021

La España saqueada

 LA ESPAÑA SAQUEADA (I)

A mis amig@s zamoran@s, Sabina, Juanan,

 Jose Antonio..., gente peleona  

LA TORRE DE IBERDROLA

En los últimos años de actividad solía acercarme a un balcón cercano a la mesa de
trabajo para mirar a la lejanía, una de esas recomendaciones que los oftalmólogos dan a lo trabajadores encadenados a una pantalla de ordenador. El viejo edificio da al parque de Doña Casilda, más comúnmente parque de los Patos. Me gusta que el parque tenga esa doble nominación, la de los animales que pueblan su viejo estanque y la de Casilda Iturrizar, por su nombre y apellidos de mujer autónoma, y no el de viuda de uno de los fundadores del Banco de Bilbao, Tomás Epalza, por más que esa condición sobrevenida dé nombre a una calle de la villa.

No muchos metros más allá, frente a la antigua puerta principal del Museo de Bellas Artes, Iberdrola, una de las empresas motoras del país, inició en marzo de 2007 la construcción de una torre emblemática que pretendía convertirse en el edificio más alto de la comunidad e incluso, se decía, superar la altura del vecino monte Archanda. 

Me produce cierta nostalgia reconocerme en el balcón, ya casi sesentón, sumando el número de pisos que la columna vertebral del edificio iba jalonando y comprobar que su altura no supera la cima de la montaña, pero sí la perspectiva de su horizonte desde el edificio. El resultado: 41 plantas, 165 metros de altura y un nuevo arquitecto "vip", el argentino César Pelli, dejando su sello en lo que fue zona industrial de la ría. Hay que reconocer que el edificio, pese a reiterar la obsesión por las proas y el acero-corten de sus colegas, respondió a las expectativas y corona, al menos de momento, el skyline proyectado por los últimos gobiernos municipales. Para seguir con referencias navales puede decirse que es también el “buque insignia” de una corporación energética que tiene a cuatro de sus empresas entre las diez primeras del País Vasco y confesó en 2020 un beneficio neto de 3.600 millones de euros, exactamente un 4,2% más que en el ejercicio anterior. 

JUAN DE URRUTIA, EL FUNDADOR AMURRIANO

Una estatua con la figura de Juan de Urrutia Zulueta (1866-1925) se eleva en uno de los ángulos de la plaza de su mismo nombre, frente al ayuntamiento de Amurrio y a apenas cien metros de la tienda de ropa que regentara el padre del actual líder de la extrema derecha española, Santiago Abascal.  

Juan de Urrutia, hijo de un herrero de Orduña, fue hombre estudioso y emprendedor, además de un lince en los negocios. Tras cursar la carrera de Ingeniero de Minas en Madrid, pasó a dirigir algunas de las primeras empresas eléctricas del País Vasco y en 1901, ya como propietario principal, fundó la Sociedad Hidroeléctrica Ibérica empresa que, tras su muerte, absorbería Saltos del Duero y se convertiría en Iberduero. La historia se cierra con la fusión de esta con Hidrola y la creación de la actual Iberdrola (no se comieron mucho la cabeza para nombrarla), es decir, de la propietaria de la famosa torre de Bilbao.

A apenas otros cien metros de la estatua que rinde homenaje al ingeniero están las piscinas de Amurrio. Ese lugar es en verano el campo de entrenamientos que me permite afrontar pequeñas travesías a nado, más un pretexto para conocer territorios ajenos que para batir récords a mi edad. Allí sigue Ángel año tras año contando los largos de quienes sostenemos la extraña cordura de seguir la línea azul del fondo durante treinta, cuarenta, sesenta largos…mientras pensamos en nuestras cosas, casi siempre nada importante.  

Pues bien, tras un viaje frustrado hace dos años y la anulación de su travesía en 2020 pensé que de este año no pasaba atravesar a nado el lago Sanabria y saldar braceando la deuda contraída con esa olvidada esquina peninsular, cosa que hice, no sin algún contratiempo, el pasado 29 de agosto. 


LA COMARCA DE SANABRIA

Situada al noroeste de la provincia de Zamora, historiadores y lingüistas parecen decantarse mayoritariamente por su origen celta (de “sen”/monte y “briga”/fortificación), palabras de una lengua, el “pachuocu”, que algunos ancianos del lugar conservan gracias o por culpa de un clima y orografía especialmente duros. 

El poeta ruso Ilya Ehrenburg, que viajó por allí invitado por el gobierno de la república en 1931, plasmó en un texto la dualidad de la comarca: la belleza del paisaje y la crudeza de la vida de sus gentes. Se dice que Ehrenburg envió el texto a Miguel de Unamuno, reprochándole la visión idílica, desprovista de crítica social, que éste había dado del lugar. He aquí el texto, creo que íntegro, que pese a los años transcurridos puede servir para irnos adentrando en la "españa saqueada".

“El lago es ahora de un gris pálido, los montes de un rosa tierno. Esta región parece creada para las expansiones líricas. Aquí, la lengua española, viril y dura, se reblandece. Aquí puede hablarse de amor, sin espantar a los pájaros y al silencio con las ásperas consonantes. Aquí las mozas cantan fados tristes y suaves. Las orillas del lago están silenciosas y deshabitadas. Pululan peces,  revolotean los pájaros. Así solían pintar el paraíso los primeros renacentistas...Para venir de Madrid hasta aquí, hay que montar primero en un rápido hasta Medina del Campo; luego, en un correo hasta Zamora; luego, en autobús hasta Puebla de Sanabria; luego, en coche de mulas hasta el lago; en burro, si es que lo hay… ¡Qué lejos está Madrid de esta aldeíta! Aquí no ha cambiado nada. El agua del lago sigue poniéndose gris y las montañas de color de rosa, igual que antes, en los atardeceres. Las mozas siguen cantando canciones tristes igual que antes, e igual que antes los aldeanos mandan todos los años a un caballero desconocido, a un fantasma, el foro, o hablando más claramente: dos mil quinientas pesetas…Los aldeanos tienen muy poca tierra: un puñado de tierra, que no es siquiera tierra, sino ‘tierriña’. ¿Qué sacarán de ella?... 

Trescientos treinta habitantes tiene la aldea. Como en todas las aldeas, un sinfín de críos. Aquí, la miseria engendra con la terquedad de los fatalistas resignados. Niños hambrientos. En vez de casas, establos negros, ahumados. Se resiste uno a creer que la gente pueda vivir así toda la vida. ¿Serían fugitivos, víctimas de un incendio? No; son sencillamente españoles contribuyentes. Jamás viene nadie en su socorro. Y años tras año, tienen que entregar a un caballero lejano y desconocido todo lo que consiguen arrancarle a la tierra avara: dos mil quinientas pesetas. ¡Quinientos duros! Quinientos duros para el caballero fantasmal que heredó de su pare, además de otros bienes, el derecho a seguir cobrando el antiguo foro. El afortunado caballero es abogado. Posee una hermosa casa en la aldea, al lado del convento. No tiene muchos clientes, pero los aldeanos han de pagarle anualmente sus quinientos duros, no porque él los necesite, sino porque conoce bien las leyes y sus derechos…A los ricos no les sobre jamás el dinero. Todos los años reciben los aldeanos el aviso correspondiente. Mandan el dinero. El señor firma el recibo. En el mes de abril de 1931 los amantes de la libertad proclamaron en Madrid la República. Y no contentos con esto, declararon en la Constitución que España es una ‘República de trabajadores’. Claro está que, para evitar malas interpretaciones, se apresuraron a aclarar: ‘Una República de trabajadores de todas clases’. En 1931, lo mismo que en los años anteriores, los campesinos de San Martín pagaron al señor las dos mil quinientas pesetas. Trabajaron todo el año hurgando la tierra estéril. También el señor trabajó lo suyo: al llegar la fecha, se pasó el aviso y firmó el recibo. Al otro lado del lago está la segunda aldea: Ribadelago. Aquí, los aldeanos no tienen que pagar el foro, pero no por ello pasan menos hambre. Aquí, hay todavía menos tierra. Unos diminutos sembrados de patatas, que tal parecen huertos de juguetes. Los moradores de estas aldeas comen patatas y habas. Procuran comer con medida, para no excederse. Cabañas como gallineros, barracones oscuros sin ventanas.

Rara vez encienden los candiles. El aceite resulta demasiado caro. En cada guarida de éstas viven seis, ocho, diez personas. Enfermos, ancianos, niños; todos revueltos. Antes había una escuela. Luego trasladaron al maestro y se olvidaron de mandar otro. Y no notan su falta, pues es difícil tener ganas de estudiar con el estómago vacío. En toda la aldea no hay más que una casa con chimenea, ventanas y hasta visillos en los ventanas. En esta casa vive el administrador de la señora de V… Sobre esta señora se podrían componer versos. Antaño, el poeta le hubiera cantado: ‘¡Hermosa eres, poderosa y rica…!’ Y no sé si la señora de V… es hermosa. Sólo sé que es poderosa y rica. Es propietaria de varias casas de la Gran Vía de Madrid. También le pertenecen las aguas del lago de San Martín de Castañeda. Estas aguas, suavemente plateadas, que despiertan los sentimientos líricos y que, además, son ricas en pescado. La tierra no es de la señora de V… A ella sólo le pertenece el agua. Cuando el agua sube de nivel crecen sus dominios.”

Continuará...