lunes, 16 de agosto de 2021

El nervio óptico

 PASTELES GUIADOS POR “EL NERVIO ÓPTICO”

PASTELES Y COPIAS.- Con la pandemia he vuelto a sacar los pasteles – me refiero a esa especie de tizas polvorientas – una técnica que, aunque sucia, te permite trabajar en pequeños formatos. Hace ya muchos años solía coger la bicicleta, un bloc y una caja de pasteles e irme a pintar por el valle de Arratia.

También con la pandemia me he atrevido con una disciplina que siempre había entre rechazado y menospreciado, el copismo, seguramente porque era y soy incapaz de hacerlo medianamente bien, pero nunca es tarde…, así que hace unos dos o tres meses me lancé a ello y, chulo que es uno, nada menos que con Tintoretto y El Greco…

En ello estaba cuando se cruza en mi camino uno de esos libros que se compran esperando tiempos mejores, “El nervio óptico”, de María Gaínza (Buenos Aires – 1975), literatura inclasificable y compleja, relatos?, ensayo?, pero tan atractiva que pide una doble o hasta triple lectura para desentrañarla.

Crítica de arte con un gusto un tanto peculiar, pienso que irónico, Gaínza traslada su mirada a una serie de cuadros de pintores “raros”, que enaltece creando un relato autobiográfico paralelo. El caso es que pensé que selección tan singular, en algún caso “feísta”, me permitía abordar la copia con un desenfado indulgente, así que manos y tizas a la obra... El resultado son los cuadritos sobre papel que acompañan a los textos de "El nervio óptico", de los que tengo que decir en mi defensa que ejecutados en apenas hora y media y sin dibujo previo. Quien quiera ver el original que se lo curre en internet. No voy a ser yo el idiota que desentrañe la imperfección de la copia...



ALGUNOS CUADROS Y TEXTOS DE “EL NERVIO ÓPTICO”.- 
El libro demuestra que el nervio óptico de María Gaínza, un filamento que agrupa y conecta más de un millón de fibras nerviosas al cerebro, está en perfecto estado, y aunque no su gusto pictórico sí una escritura que enternece ciervos, ruinas y mares borrascosos. He aquí algunos ejemplos.

DE “EL CIERVO DE DREUX”“...Hay, en realidad, dos Dreux en ese salón, dos escenas de caza pintadas a mediados del siglo XIX, pero a mí se me van los ojos hacia una, y aunque la descripción de cuadros sea siempre un incordio, no tengo opción: es una pintura vertical, en ella una jauría de perros acorrala a un ciervo, el combate animal está apilado en la parte baja del cuadro y en la parte alta, que juraría fue agregada después para adaptar la pintura a los altos techos del salón, hay un paisaje de cielos celestes, nubes encrespadas y un árbol genérico que podría ser cualquiera. Es una pintura bastante convencional, no se lo voy a negar, pero aun así me atrae. Es más, me pone nerviosa...

"...El ciervo ha sido pintado pocos segundos antes de morir. Un perro le muerde el lomo; otro, una pata. El animal está a punto de desplomarse, la lengua afuera, el cuello en una contracción exagerada, los ojos mirándonos con el mismo desamparo con que la liebre miraba al príncipe en El Gatopardo de Lampedusa..."

"...Avanzaron despacio, había barro en el camino y el viento soplaba entre las casuarinas. «Es época de liebres, por ahí vemos alguna», dijo el chico. Cuando llegaron al final de la avenida pegaron la vuelta. A lo lejos, desde el bosque vecino, sonó un cuerno. Alguien llamaba a los perros para que regresaran. En ese momento a mi amiga se le hundió una bota en el barro. Forcejeó un poco para liberarla. Medio metro adelante, su compañero le ofreció la mano pero ella se negó: «Puedo sola», murmuró impaciente; un segundo después una bala perdida le entraba por la espalda a la altura del pulmón.
Se desplomó sobre el barro; el francés dijo que en su cara solo había sorpresa: «¿Esto era todo?», parecía decir. «¿Ya está?»...”

DE “EL ENCANTO DE LAS RUINAS”“...Hubert Robert no inventó la estética del colapso pero la llevó a su gloria. La poética de la ruina era la moda a fines del siglo XVIII y el joven Robert la había conocido a través de su maestro René Slodtz...

"...Robert era un hombre celebrado por su época cuando la suerte se le agotó. De golpe, todos sus hijos murieron, uno detrás del otro: Gabriel, Adelaide, Charles y Adèle. Cuando Napoleón llegó al poder lo expulsó de la Academia. Prisionero en Saint-Lazare, compartiendo celda con el marqués de Sade, en la cárcel donde un siglo antes se encerraba a las ovejas negras de las buenas familias, escapó por muy poco de la guillotina cuando, por error, otro prisionero fue ejecutado en su lugar. Una vez en libertad, fue uno de los cinco asesores en la creación del Louvre; su sueldo era simbólico, apenas le alcanzaba para el almuerzo. Una medianoche, llegaba de trabajar en los planos del futuro museo cuando, al entrar en su taller, que era muy pequeño y abarrotado, se tropezó. Así imagino yo que murió Hubert Robert, desnucado por su atril romano. Tenía setenta y cinco años, ya no le quedaba nadie en el mundo y debía nueve meses de alquiler….”

DE “REFUCILOS SOBRE EL AGUA”“...El cuadro se llama Mar borrascoso y está en el Museo Nacional de Bellas Artes. Mer orageuse se dice en francés, y la gárgara rasposa que producen las consonantes replica el rugir de las olas. En primer plano una ola cargada de espuma rompe contra las rocas; a la altura del horizonte, el agua y el aire se mezclan; más arriba, el cielo se desfleca en nubes rosadas. Es un óleo realizado en 1869 y mide casi un metro por un metro, el tamaño justo para colgar sobre la chimenea, si tuviera una. ¡Qué lindo ver arder un fuego debajo de ese mar!..."

"...Como pintor, Courbet era territorial, instintivo como un perro. Había crecido cerca de la cordillera del Jura, en una zona lluviosa donde el agua se filtra por la piedra caliza, los acantilados, las cuevas y los valles formando canales subterráneos. El mar de Courbet encuentra su textura en ese paisaje. La forma en que el pintor usa la espátula es diabólica: rasquetea la tela, raspa el óleo como si quisiera marcar una roca. Aun con toda su pose de machote del arte, sus tácticas y estrategias para ganar notoriedad, Courbet no deja de volver una y otra vez a la región de su infancia. Pinta el agua como un mineral fosilizado, una malaquita partida al medio…"

"...Una sola vez ella me habló a mí; fue la tarde en que nos íbamos. Me llevó a su cuarto y me mostró las paredes todas cubiertas por los collages. Fue como ver la ola de Courbet desde adentro.
—Ya casi terminé —dijo ella sonriendo, un poco demasiado, como alguien que lo ha perdido todo.
Meses más tarde supe que se había ahogado, cerca de la escollera del norte, una tarde en que el cielo estaba celeste y desflecado por nubes rosadas
Nos llamábamos igual, mi prima y yo. Recién ahora me doy cuenta de que nuestro nombre contiene al mar como un llamado, como una premonición…”






Creo que Coldplay, con esta maravilla que dicen estimulada por un cuadro de Frida Kahlo, puso su listón musical demasiado pronto y demasiado alto. 






https://youtu.be/dvgZkm1xWPE