lunes, 25 de marzo de 2019

El pasado



EL PASADO VALE DIEZ EUROS


Alentado por el calentón que la curia parece haber cogido con el tema de los abusos en la iglesia católica, incluida la congregación de la que fui alumno, los hermanos maristas, estos días he estado repasando “archivos” y memoria para ver si podía poner mi granito de arena en el pifostio (aprovecho para reivindicar esta palabra para que la RAE la incluya en su diccionario).

La iglesia de los Maristas de Barcelona
Han pasado ya cinco años desde que publiqué un blog que tenía precisamente ese título, “Abusos”, motivado por la presencia de un presunto “abusado” en la portada de una revista. (https://charlievedella.blogspot.com/2013/05/abusos-durante-varios-meses-de-un-curso.html ).

Pues bien, tenía interés en localizar al fraile del que hablaba allí, ya que en su momento recurrí a unas siglas supuestas porque no conseguía recordar su nombre exacto, de modo que, tras repasar el libro de escolaridad, que conservo entre otras antiguallas, y comprobar que allí aparece el nombre y apellidos de directores y similares pero no de los tutores, recurrí al recurso de darme un paseo por internet.

Es este un medio a veces temerario, ya que te enfrenta al inexorable paso del tiempo, léase, a comprobar que parte de tu pasado yace ya bajo tierra. También, de vez en cuando a que ese pasado ha perdido todo interés, si es que lo tuvo alguna vez.

La navegación no me condujo al acosador pero sí a múltiples fotos del patio principal del colegio, de la iglesia a la que otro fraile calificaba de “mamarracho” arquitectónico, aunque parece que en su edificación participó Gaudí de un modo subalterno y la wiki habla de “bello ejemplar neogótico”. 

También estaban allí las instantáneas que se nos hacía del grupo una vez al año, en una especie de escalera de cuatro o cinco filas y obviamente en blanco y negro.

Curso 1960-61

Me llevé un susto cuando comprobé que en las dos primeras fotos aparecían compañeros con los que había compartido clase más de una vez en los once años que fui alumno del colegio. Me busqué sobresaltado pensando que en una de ellas debía estar yo, pero no. Teniendo en cuenta que cada curso solía contar con tres grupos, A, B y C, y creo recordar que alguna vez hasta cuatro, las instantáneas correspondían a otra letra del mismo curso. Pinché de nuevo pensando en la posibilidad remota de haber saltado a la tercera fila (por mi estatura nunca logré pasar de la segunda), pero no era así. Fue entonces, sorprendido, cuando vi que la correspondiente al curso 1960-61 se ofrecía en una web de compra y venta por diez euros.

Supongo que quienes no creemos en otra vida conservamos objetos e imágenes de nuestros antepasados pensando en una especie de extraña trascendencia, quizás con la vaga esperanza de perdurar nosotros mismos. Pero no siempre es así. Imagino esas fotos del grupo de los maristas en manos de alguien que abre un álbum y contempla un pasado incomprensible, una imagen obsoleta, un objeto inservible, algo de lo que simple y llanamente puede sacar diez euros, el pasado.

Como dice Rodrigo Rato: es el mercado, amigo, es el mercado…


Aunque leo en la wiki que la canción de 1961 fue ”Toosing and turnin”, que no conocía, me quedo con “Please Mr. Postman” de las Marvelettes, también número 1 en diciembre del mismo año y poco más tarde versionada por los Beatles.




miércoles, 13 de marzo de 2019

De solos y riffs


DE SOLOS Y RIFFS

El éxito clamoroso del blog dedicado a la gramola, batiendo el récord de visitas (850 en menos de una semana), más o menos las que reciben muchas blogueras en apenas 5 minutos, pero para mí un auténtico bombazo, me anima a reincidir en lo musical.

Me lleva a ello, además, la invitación de mi amigo Trespa, asesor musical esporádico del blog, a contemplar la lista de riffs y solos de guitarra que el mítico promotor Gay Mercader ofrecía en “El Periódico” este mismo mes (https://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20190305/solos-riffs-guitarra-rock-gay-mercader-7337663).

Como erudito que es, mi amigo dice coincidir en un 90% con la elección. Yo tengo que confesar que había cinco canciones que no conocía y otras tantas que tenía olvidadas, entre ellas “Savoy truffle”, nada menos que de los Beatles, una herejía para alguien de mi edad y de mi cultura sentimental que solo excuso porque pertenece al disco blanco, el más desconocido y hace poco recuperado del grupo.

El riff, también llamado “ostinato”, es un recurso musical que la wikipedia considera término derivado de “rhythmic figure”, consistente en una especie de estribillo instrumental, es decir, de un motivo que se repite a lo largo de la canción. De los “solos” no creo que haga faltar decir nada.

Y bien. Un vez he rellenado mis lagunas acudiendo estos días al consejo de Gay Mercader, tengo que decir que la selección me parece francamente buena, aunque siempre se podrían incluir otros tantos solos y riffs sublimes. Yo he echado a faltar uno especialmente, “Jessica” de The Allman Brothers Band, que acompaño en una interpretación de 1982. Por cierto, hace unos años escuché una apabullante versión de Raimundo Amador en las fiestas de Areatza.

También me he atrevido a incluir una cosa algo más moderna, que espero le guste a mi amigo Trespa, si es que no la conoce, que casi seguro que sí, porque para mí incluye uno de los solos más bellos de los últimos tiempos: “Imposible germany”, de Wilco.

Como agradecimiento a su apoyo al blog y por merecimiento propio introduzco también la que más le ilusionó de la selección de Gay, “Shakin all over”, de Johny Kid and the Pirates, y “All right now', de Free, por recordármela.

¡Joder, que empacho de buena música…!




martes, 5 de marzo de 2019

Gramola


LA GRAMOLA

El Kubrick, en la esquina del muelle de Ripa con la calle Villarías, es uno de mis bares favoritos de Bilbao. En los días soleados de invierno la orientación de su terraza, junto a la ría, frente al Arenal y con el teatro Arriaga al fondo, es un chute de vida difícilmente comparable. Si a ello le añades que a una de sus camareras jóvenes le encanta preparar marianitos dándole a la coctelera y a la imaginación, no hay lugar mejor para abandonarse a la contemplación o a la lectura.

Pero tras lo que parece un anuncio turístico iré al grano. En el interior del Kubrick, engalanado con referencias al director de cine, principalmente a “El resplandor”, sobrevive una gramola o jukebox, a saber, una reliquia cultural y sentimental para gente de mi edad. Repasando las canciones que contiene, parece varada en algún anochecer de 1982, pues creo que el single de “Thriller” (https://youtu.be/sOnqjkJTMaA), lanzado ese año, es el más cercano a nuestros días.

En la adolescencia urbana, quizás también rural, porque recuerdo a una prima mía bailando “El continental” (óscar a la mejor canción de 1934 - https://youtu.be/uh5u5dmeABI) en un bar de Malagón, los jukebox eran auténticos altares mediáticos. A falta de Spotify, qué digo!!, en muchos casos de tocadiscos, las gramolas, como las televisiones de los teleclubs, eran una ventana por la que asomarse a una modernidad que en la España de los cincuenta y sesenta del pasado siglo parecía lejana.

Recuerdo que hubo incluso serios intentos de renovación. En una bar de mi barrio había una especie de gramola/televisión que permitía ver la interpretación a todo color. Hablo de una época en la que la única TVE era en blanco y negro, así que se trataba de algo impactante. 

Como con muchos de los objetos que han pasado por nuestras vidas podríamos recrear un itinerario; también, y en este caso con más razón, eso que ahora se llama playlist, la lista de las canciones que nos han acompañado, aliviado, alegrado o entristecido. Si retrocedo me descubro en otro bar de esquina gastándome la mayor parte de la paga, cinco pesetas, para oír “Oh lord why lord” de los Pop Tops (https://youtu.be/9mx1Ah9dTuY) o “Wath a wondeful world” del gran Satchmo (https://youtu.be/CWzrABouyeE), seguramente enamorado; o la ultima vez, ya casi treintañero, en el lago di Garda, me gustaría decir que escuchando a Fabrizio de André, pero si la memoria no me falla “Year of the cat”, de Al Stewart (https://youtu.be/wJl5z1dt5d0), que las gramolas no están para la rebelión/reflexión sino, como cualquier altar, para el consuelo y la transustanciación.

Tan cierto como que los Buggles no acertaron con aquello de "el video mató a la estrella de la radio", lo es que los nuevos formatos, principalmente la aparición del CD (precisamente en 1982) y su reproductor, el walkman, pero sobre todo la socialización de las cadenas de música a buen precio, acabó definitivamente con las gramolas.



Para coleccionistas irredentos, en internet aún se pueden adquirir jukebox por entre 500 y 2.000 euros según su estado. Así que si alguien se anima...

Yo me conformo con asomarme a mi pasado, meter cinco pesetas en la ranura y escoger a Carlitos Santana entre la selección de letra más bien torpe del jukebox del Kubrick interpretando “Europa” en 1982.