domingo, 15 de octubre de 2023

El senyor Paco

 EL SENYOR PACO, RETRATISTA CALLEJERO

El senyor Paco 
con su instrumental 

Solemos creer que nuestro barrio es el mejor, aquel con personajes más pintorescos o chirenes, en el que sucedieron hechos más inmortalizables, cuando a veces la realidad era más cutre y mezquina de lo que parecía. Aunque había héroes y referentes, en el nuestro también estaba “el sube y baja”, porque tenía un gran defecto en la deambulación, el “pareume, pareume” (paradme, paradme), con un parkinson que le impedía frenar cuando caminaba cuesta abajo, o “el colorines”, un indigente de cara enrojecida al que encontraron muerto en un portal con una pasta gansa en el refajo. Como se ve, a menudo implacables y crueles con la incapacidad y la desgracia. Así éramos, ¿así somos?

Desde hace años pertenezco a un grupo de Facebook que recrea la historia del Passeig de Sant Joan, de Barcelona, territorio de mi infancia y adolescencia al que Vila Matas, vecino del mismo, calificó injustamente de espacio polvoriento y pedregoso. Se trata de una página entrañable, donde yayos de edad parecida e incluso mayor recrean fotos y recuerdos. De vez en cuando hago alguna aportación, casi siempre teñida de nebulosa frente a auténticos cronistas, que conocen su desarrollo desde que a principios del siglo XX adquiriera el título honorífico y fisonomía urbanística de “passeig” (paseo).

Pues bien, hace unas semanas uno de esos eruditos de barrio colgó la foto de un fotógrafo callejero, al que alguien, aún con más conocimiento, descubrió con el nombre de Paco. Yo recuerdo vagamente a este hombre, como se ve ya mayor en los años cincuenta, época de la instantánea, y creo que alguna vez nos/me hizo alguna foto familiar. Como una de las virtudes de internet es el intercambio de información, sé ahora que el “senyor Paco” también cortaba el pelo en su domicilio de la calle Còrsega, a apenas 100 metros de la casa donde yo vivía.

En una época en la que las máquinas de fotos eran casi un artículo de lujo, el fotógrafo callejero cubría la memoria gráfica de las clases populares, que mucho menos podían pagar a un profesional de estudio. Su herramienta era una rudimentaria máquina de cajón, seguramente de fuelle, que se podía trasladar con facilidad y permitía revelar las fotos en muy poco tiempo. El senyor Paco se acompañaba también de un caballo de cartón rodante con el que, engatusando a los niños, perseguía que los padres se pegaran un largo.

En la plaza del Perú (Madrid)
Aunque he sido invitado a alguna boda con despliegue de cámaras de video, mis últimas experiencias son fotográficamente autogestionarias. Los invitados usan artilugios digitales con definición más que potable para intercambiar el resultado por guasap. La mayor parte, todo hay que decirlo, se acabará perdiendo en la nube o en un laberinto de archivos mal ordenados. En una de las últimas, no hace más de diez años, apareció un hombre mayor con una cámara analógica ofreciéndose a hacernos una foto de grupo. Le recuerdo algo desaliñado, vistiendo un traje ajado y una camisa de cuello mellado, pero sobre todo como un profesional abatido cuando uno a uno le enseñamos, agitando nuestras herramientas fotográficas, que era un naufrago arrumbado por el tiempo y la modernidad.

Imagino que el senyor Paco tuvo la suerte de no vivir lo suficiente para sentirse así, porque pocos años después aparecieron los fotomatones, curioso nombre que hace de la instantánea una suerte de fusilamiento, cuando en realidad es un autoservicio o selfie que cubre con rapidez la necesidad de retratos de carnet o similares. También quedan muy pocos, así que los fotografío cuando los pillo, como el que acompaño de la plaza del Perú de Madrid. Por cierto, oportuno el homenaje que Jean Pierre Jeunet les hizo en la película “Amélie” a través de un equívoco tierno y divertido, un dato que me sirve para ofrecer como acompañamiento musical su delicioso “Valse des vieux os” (Vals de los huesos viejos), música compuesta por Yann Tiersen.



3 comentarios:

  1. También recuerdo haber visto en el Parque, junto al kiosko donde se alquilaban bicis, un fotógrafo como el senyor Paco. Una profesión que ha desaparecido en su versión más romántica, arrollada por la digitalización y la modernización de los dispositivos . Yá no veremos más señores Paco.....Son los tiempos....

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  2. Precioso el "Valse des vieux os" y evocador de tiempos mucho más dulces. (Marije Ezquerra)

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