Como siempre durante el verano, vuelvo a la colección de vinilos que conservo en una estantería de Orduña. En este caso, siguiendo más o menos el orden cronológico dejado el año pasado, me voy a los correspondientes a The Durutti Column.
Pues
bien, uno de los numerosos amigos italianos que venían a Barcelona a
principios de los ochenta del pasado siglo me dijo, escuchando el
primer disco del grupo, que conocía a varios tipos colgados de
aquella música que calificaba de suicida. Aunque más tarde supe
que Vini Reilly (Manchester 1953), “alma mater” del combo, sufría
de anorexia nerviosa desde niño, enfermedad que supongo ha influido en una
carrera musical tintada de tristeza y ceñida casi exclusivamente a
los estudios, el que se suicidó pronto (1980) fue su paisano, colega
de discográfica y cultura post-punk, Ian Curtis, líder de Joy
Division.
Los lectores más avezados habrán descubierto el error fonético en el nombre del grupo, un doble malentendido que yo mismo desentrañé en “El retorno de la Columna Durutti” (2013), novela definitivamente fallida e inédita, salvo que algún agente avispado la convierta en relato de culto dentro de unas décadas. He aquí el texto:
“Por su parte, Vini Reilly había elegido por sí mismo el impactante apellido cultural de su grupo musical: Durutti Column.
Dice la leyenda que fue fruto de la casualidad o de esa especie de impulso referencial tan propio de los artistas. El caso es que Reilly debió tener acceso al panfleto que los situacionistas lanzaron a mediados de los años sesenta en la universidad de Estrasburgo, Le retour de la colonne Durutti, y por un más que probable desconocimiento se quedó con el caprichoso toque italianizante de la erre y sobre todo de la doble tt, más propio de una marca de farfale o fetuccini que de un grupo de rock o el apellido de un anarquista legendario.
La Durutti Column no pretendía crear comunas libres, rescatar Madrid del asedio fascista, ni acabar con Franco, como lo habían hecho tantos libertarios en plena posguerra. En un estilo minimalista, pausado y repetitivo, tan impropio de la era punk, con la sola compañía casi anecdótica de un bajo, una batería y las bases musicales de un ingeniero de sonido, Vini Reilly empaquetó el producto en papel de lija como un iniciático y remoto acto de anarquía musical.”
“El retorno de la Columna Durutti” es por lo tanto y no por casualidad el nombre del primer disco de The Durutti Column y de mi última aventura narrativa, un texto que entre otras cosas pretendía, sin éxito, homenajear a varios de los anarquistas catalanes que combatieron a Franco en la posguerra, principalmente a Domingo Ibars, alias “Roset”.
El tiempo es cruel e implacable. Foto reciente de Reilly
Como decía en otro apartado de la novela, “al echar un vistazo a las páginas necrológicas del día y descubrir que alguien al que creímos muerto hacía años acababa de fallecer, supo que Reilly seguía vivo, que en ese intervalo de tiempo había seguido actuando y grabando discos bajo su propio nombre y el del alias colectivo”. Notición: otros nueve años después de cerrar aquel relato redescubro que no solo no se suicidó sino que sigue vivo, aunque veo que su última grabación es de 2016, y el otrora músico con pinta de chavalote desaliñado es hoy un anciano algo decrépito. Como es natural he estado “orejeando” las últimas cosas con el fin de ponerme un poco al día y colgar en el blog. Pero antes una curiosidad: y es que los Durutti, no sé si por afinidades ideológicas tras su primera obra filoanarquista o por el éxito del malentendido, titularon su segundo disco “Lotta Continua” (Lucha Continua), nombre de un importante partido italiano de extrema izquierda que en los años 70 llegó a disponer de diario propio.
Conservo dos Lps del grupo, “Circuses and Breads” y “Without Mercy”, aunque recuerdo haber tenido otros dos que, o bien regalé o perdí en alguna dejada inapropiada. El primero está muy bien valorado y el segundo es el que más recordaba, porque me sorprendió por su belleza cuando lo oí por primera vez en una actuación en directo en TVE, que por aquellos tiempos todavía mantenía varios programas musicales.
La primera entrega musical es la canción inicial de su primer LP: https://youtu.be/sqTkXEJuNcI, un bellísimo debut que aventura el tránsito por caminos melancólicos del grupo.
La
segunda, “Tomorrow”, pertenece a uno de los discos que conservo y
es
una canción de desamor, con Reilly repitiendo lacónico
“tomorrow
never comes” (mañana nunca llega): https://youtu.be/CNLY34gbl2Q
La
tercera es la totalidad de “Without mercy”, el otro disco que aún
puedo pinchar en
el viejo NEC durante este verano. Es mi preferido y una de las
grabaciones más ricas instrumentalmente de lo que conozco del grupo.
Lo he encontrado en Youtube dividido en dos partes y vale la pena
escucharlas enteras.
Para
verle tocar y conocer su aspecto de chico desaliñado, una
demostración de lo que Reilly y el batería Bruce Mitchell podían
hacer en un directo de 1988: “Jacqueline” -
https://youtu.be/OEGvzjmUs8Y
Y
laúltima
y
más reciente canción
del
recorrido,
“Réquiem”. Pertenece
al disco que Reilly dedicó a la
muerte de Tony
Wilson (2007),
padre del mítico sello discográfico Factory Récords (Joy Division,
New Order, Cabaret Voltaire, además de la
Durutti
Column) y manager del grupo durante muchos años:
Si alguien no se ha empachado de tanta melancolía y se ha enganchado a la obra de The Durutti Column, transcribo el
enlace a un espléndido blog con su trayectoria hasta 2014. Salud, anarquía y lucha continua!!!