EL ANUNCIO
Supongo que mi desafecto a los gin-tonics ha hecho que no me llamara la
atención hasta el otro día; que no hubiera descubierto lo que debe ser un
secreto a voces entre sus consumidores: “el gin-tonic perfecto empieza entre el
Congo y Ruanda”.
Lo decía el anuncio a página entera de una tónica “sutil, de sabor limpio y
con sus burbujas finas e integradas”. Joder con el redactor…
Entre 1994 y 1995 fueron asesinadas 800.000 personas en Ruanda, en una
guerra que se tildó de genocidio de ciudadanos hutus contra tutsis, las dos
etnias mayoritarias del país, pero fue más bien una guerra entre grupos
corruptos en un contexto de fuerte crisis económica provocada por el descenso a
la mitad del precio del café, principal producto exportador en aquel tiempo.
![]() |
Campo de refugiados en el Congo |
En el otro edén del agua tónica, el Congo, antiguo Zaire, solo desde 1998 han
sido asesinadas unas cinco millones de personas, una bagatela si lo comparamos
con los cerca de diez millones que se cargó Leopoldo II de Bélgica, dueño
personal del que con todo el cinismo del mundo
denominaba Estado Libre del Congo (debo reconocer que no he leído El
corazón de las tinieblas, de Conrad, pero sí El sueño del celta, de Vargas
Llosa, cuya primera parte es una buena aproximación a la época).
El motivo de que la zona siga siendo ahora mismo un avispero en el que
guerrean ugandeses, ruandeses y congoleños no es el café ni la tónica, sino el
coltan (columbita-talantita), el mineral óxido del que se nutren la casi
totalidad de dispositivos electrónicos, entre ellos los teléfonos móviles. No
en vano en el Congo está el 80% de la extracción mundial de coltan. Como directamente
interesadas están grandes empresas
extractivas, como Barrick Gold Corporation, de Canadá, y la American Mineral Fields, entre cuyos propietarios está la saga de los Bush, e indirectamente la totalidad de los fabricantes de teléfonos móviles.
Ante tanta desolación y barbarie es fácil olvidarse del anuncio y del
gin-tonic, pero es cierto que en la frontera de Ruanda y Congo subsiste la
última plantación salvaje de cinchona, el llamado árbol de la fiebre, especie
de la que se extrae la quinina, base de la bebida tónica y curativo de la
malaria, aunque el entorno sea como para aborrecer el gin-tonic y no usar nunca
más un teléfono móvil.
Para los que no lo hayáis descubierto todavía, recomiendo vagar por los
numerosos intérpretes del ritmo hipnótico de la zona, el soukous, que nació en
el Congo pero se ha extendido por toda África central. Empezar con el grupo Zaiko
Langa Langa es una opción más que razonable.