lunes, 10 de abril de 2017

Urinario 2

EL URINARIO 2

Desde hace unos diez años soy un hombre tremendamente común. Padezco la misma vicisitud que más de un cincuenta por ciento de mis coetáneos, displasia  benigna de próstata, “malformación” que suele incrementar la frecuencia en el desahogo de aguas menores.

En una entrada anterior dedicada a los urinarios (http://charlievedella.blogspot.com.es/2013/06/el-urinario-como-la-altura-delos.htmlmanifesté mi animadversión a los públicos, esos habitáculos herméticos que parecen destinados a encerrarte de por vida, de modo que poco a poco me he ido haciendo un experto en materia de servicios en bares de jerarquía diversa. Creo, incluso, que ahora mismo sería capaz de imitar a críticos gastronómicos y calificar la higiene y limpieza de los sanitarios, su mantenimiento, la calidad de los alicatados, el ingenio de grafitis y avisos, el civismo de clientes y usuarios, su ubicación, proporciones, accesos…

Inodoro turco descubierto recientemente en Bilbao
Pues bien, hace unas semanas encontré un inodoro turco, el viejo váter de doble huella de la foto, para entendernos, y tengo que confesar que para un aficionado como yo a la arqueología urbana y contemporánea, fue uno de esos hallazgos por los que, como la luna para Neil Amstrong, merece la pena seguir vivo. Ese era el modelo habitual hasta no hace tantas décadas, y según expertos colono-rectales induce a la posición perfecta para una evacuación satisfactoria de aguas mayores. Por cierto, dada la calidad del diseño antropomórfico nunca he entendido el porqué de restos de mierda, hablemos claro, desperdigados por el entorno, salvo que sea  “pa joder”.

También tengo que reconocer que hay algo que enaltece el valor de los urinarios públicos: su exclusividad, porque no hay cosa que me moleste más que ese tío al que golpeas con la puerta simplemente porque no la cierra mientras mea y encima se mosquea por algo que él mismo provoca.

Hay otras dos modalidades de váteres que me parecen especialmente ingratos: el servicio con temporizador de luz y lo que denominaría micro-inodoro, hoy día de uso común.

El baño con temporizador de luz (por qué narices llamamos baño a retretes infectos?) es una gruta oscura en la que acabas meando de oído (literal) y sales tanteando paredes que rezuman una humedad sospechosa. En cuanto a los micro-inodoros son pequeños féretros verticales a los que se accede con un doble escorzo en el estrecho espacio que queda entre puerta y retrete. Normalmente se mea haciendo equilibrio y no es infrecuente salir con una contractura muscular.


Bueno, hasta aquí esta segunda entrega sobre urinarios. Ahora una canción de Patti Smith sobre el fenómeno: “Pissing in a river” (Meando en el río).