EL URINARIO 2
Desde hace unos diez años soy un
hombre tremendamente común. Padezco la misma vicisitud que más de un cincuenta
por ciento de mis coetáneos, displasia benigna
de próstata, “malformación” que suele incrementar la frecuencia en el desahogo de
aguas menores.
En una entrada anterior dedicada
a los urinarios (http://charlievedella.blogspot.com.es/2013/06/el-urinario-como-la-altura-delos.html) manifesté mi animadversión a los públicos, esos habitáculos
herméticos que parecen destinados a encerrarte de por vida, de modo que poco a
poco me he ido haciendo un experto en materia de servicios en bares de
jerarquía diversa. Creo, incluso, que ahora mismo sería capaz de imitar a
críticos gastronómicos y calificar la higiene y limpieza de los sanitarios, su
mantenimiento, la calidad de los alicatados, el ingenio de grafitis y avisos,
el civismo de clientes y usuarios, su ubicación, proporciones, accesos…
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Inodoro turco descubierto recientemente en Bilbao |
Pues bien, hace unas semanas
encontré un inodoro turco, el viejo váter de doble huella de la foto, para
entendernos, y tengo que confesar que para un aficionado como yo a la
arqueología urbana y contemporánea, fue uno de esos hallazgos por los que,
como la luna para Neil Amstrong, merece la pena seguir vivo. Ese era el modelo
habitual hasta no hace tantas décadas, y según expertos colono-rectales induce
a la posición perfecta para una evacuación satisfactoria de aguas mayores. Por
cierto, dada la calidad del diseño antropomórfico nunca he entendido el porqué
de restos de mierda, hablemos claro, desperdigados por el entorno, salvo que
sea “pa joder”.
También tengo que reconocer que
hay algo que enaltece el valor de los urinarios públicos: su exclusividad,
porque no hay cosa que me moleste más que ese tío al que golpeas con la puerta simplemente
porque no la cierra mientras mea y encima se mosquea por algo que él mismo
provoca.
Hay otras dos modalidades de váteres
que me parecen especialmente ingratos: el servicio con temporizador de luz y lo
que denominaría micro-inodoro, hoy día de uso común.
El baño con temporizador de luz
(por qué narices llamamos baño a retretes infectos?) es una gruta oscura en la
que acabas meando de oído (literal) y sales tanteando paredes que rezuman una
humedad sospechosa. En cuanto a los micro-inodoros son pequeños féretros
verticales a los que se accede con un doble escorzo en el estrecho espacio que
queda entre puerta y retrete. Normalmente se mea haciendo equilibrio y no es
infrecuente salir con una contractura muscular.
Bueno, hasta aquí esta segunda entrega sobre
urinarios. Ahora una canción de Patti Smith sobre el fenómeno: “Pissing in a
river” (Meando en el río).
Hola salaooo me has trasladado a viejos tiempos...y a olores,por cierto no a perfumes.
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