sábado, 6 de mayo de 2023

Lluvia

LLUVIA

"El diluvio"
de Gustavo Doré
En la tradición judeocristiana, más en concreto en el Génesis, primer libro de la Biblia, dios castiga a hombres y ángeles díscolos con un diluvio, “lluvia copiosa y violenta”, de cuarenta días y cuarenta noches. Como es obvio, el llamado “diluvio universal” no fue tan universal, por más que sucesos parecidos aparezcan en la tradición oral o escrita de las más diversas culturas, china, hindú, inca o chadiana. En el caso de la judeocristiana las lluvias torrenciales se sitúan en Mesopotamia (“tierra entre dos ríos”), el Tigris y el Éufrates, en una zona que actualmente abarca gran parte de Irak y el noreste de Siria.

La palabra lluvia está de moda. En nuestra península casi siempre lo estuvo, no digamos cuanto más viajemos hacia el sur, donde el agua es más valorada por los nativos que cualquier pedrusco precioso. Todavía hay lugares en los que las poblaciones afectadas salen en rogativa al mismo dios que provocó el diluvio universal, con el fin de que se apiade y les envía aunque sea unas gotas. He encontrado varias muestras recientes que atestiguan el hecho, como la que acompaño del Cristo de la Estrella en La Algaba, pueblo de la provincial de Huelva, si bien hay más público fotografiando el evento que orando con la devoción que la ocasión requiere.

Rogativas al
Cristo de La Algaba
La falta de lluvias, pero no solo, provoca las pertinaces sequías a las que solía referirse el dictador Franco al hablar del citado fenómeno meteorológico. Pese a que en su momento, sobre todo por su obsesión por inaugurar pantanos, tenía el apodo de “Paco el rana”, la implantación de embalses que mitigaran la falta de agua no fue un invento suyo. Dos planes nacionales hidrológicos de 1902 y 1933, auspiciados por Rafael Gasset e Indalecio Prieto, demuestran que la preocupación y construcción hídrica tenía precedentes.

Decía que la sequía, es decir, la falta de agua no solo está provocada por la ausencia de lluvia. Es evidente que sin lluvia la cosa se complica, pero una actividad humana nociva, como es el caso de la proliferación de pozos ilegales en zona de acuíferos o el uso intensivo del regadío en lugares que históricamente eran de secano, empeoran sustancialmente la situación. De actualidad la locura que se pretende en Doñana y la casi desecación de las Tablas de Daimiel. Y qué decir de la “España de las piscinas”, a la que ya dediqué un blog hace casi un año (https://charlievedella.blogspot.com/2022/06/piscinas-3.html).

También auguran los científicos que las lluvias serán en el futuro torrenciales, lo que nos devuelve al mito del diluvio universal y a la necesidad de Noés capaces de construir un arca metafórica que nos salve del desastre.

La lluvia es protagonista de películas, sea como elemento jovial, “Cantando bajo la lluvia”, o inquietante, el caso de “Blade Runner”. En cuanto a canciones, los Beatles le dedicaron una específica, “Rain”, y hay himnos que la utilizan como icónica sustancia, el caso de la hermosa “A hard rain´s a gonna fall”, de Dylan con el estribillo: “y es dura, es dura, es dura, es muy dura, es muy dura la lluvia que va a caer”.

Pero para le gente de mi generación creo que hay otro himno más emblemático, pienso que porque daba a la lluvia un valor sustantivo de esperanza. La compuso Pablo Guerrero en 1972 y he encontrado esta estupenda versión cuarenta años más tardía (2012), acompañado de un grupo de colegas más que conocidos: “A cántaros”.