lunes, 8 de diciembre de 2014

IMPOSTOR

Reconozco que me encantan los impostores, quiero decir las historias de impostores. Recuerdo vagamente una película que me divirtió cuando era adolescente. Como entonces las televisiones eran en blanco y negro, ni siquiera sé si era así o, como en otras ocasiones, una imposición de la tecnología de la época. Se llamaba “El gran impostor”, estaba interpretada por Tony Curtis y he sabido por google que la dirigió Robert Mulligan, para situarnos, el mismo de “Matar a un ruiseñor”.  Me gustaría revisarla para comprobar si la estupenda obra menor de Spielberg, “Atrápame si puedes”, tiene algo que ver con la anterior.

En fin, creo que podría hacer una lista de películas sobre impostores y falsificadores más que satisfactoria, en la que no podría faltar “La vida de nadie”, con ese José Coronado que se pasa los días en un parque de Madrid, mientras su familia cree que es un alto ejecutivo del Banco de España.


En 1978 unos cuantos rebotados de lo que con rimbombancia se llamaba “izquierda revolucionaria” que trabajábamos en la administración nos afiliamos a la CNT. Éramos “impostores”, ya que no compartíamos las ideas del anarco-sindicalismo y nuestra única pretensión era hacer “entrismo”, entrar de forma más o menos organizada para coger la dirección ideológica del sector. La aventura duró solo unos meses. Cuando la dirección del sindicato, dominada todavía por gente mayor y sectaria que procedía del exilio, se dio cuenta de la maniobra, disolvió la organización sectorial de la administración del estado y nos expulsó en una asamblea  caótica en la que no faltaron los puñetazos.  El secretario general de la CNT se llamaba Enric Marco.

Viene esta historia de batallitas de abueletes a propósito de la publicación de “El impostor”, una novela biográfica de Javier Cercas dedicada precisamente a Enric Marco, de quien se supo, a punto de pasar a la historia como héroe superviviente del campo de concentración de Mauthausen, que no solo no lo había pisado nunca, sino que solo empezó su carrera sindical cuando el dictador ya estaba enterrado en el valle. No he leído la novela todavía pero promete ser apasionante. Según palabras del propio autor afronta “la impostura” de determinadas figuras surgidas en la transición, quizás también de la de algunos de los que la vivimos en un segundo o tercer plano.

Sigue la tradición: Enric Marco, Luis Roldán, Félix Millet, el pequeño Nicolás…


De acompañamiento musical otro “El gran impostor”, el de Los Platters: