IMPOSTOR
Reconozco que me
encantan los impostores, quiero decir las historias de impostores. Recuerdo
vagamente una película que me divirtió cuando era adolescente. Como entonces
las televisiones eran en blanco y negro, ni siquiera sé si era así o, como en
otras ocasiones, una imposición de la tecnología de la época. Se llamaba “El
gran impostor”, estaba interpretada por Tony Curtis y he sabido por google que
la dirigió Robert Mulligan, para situarnos, el mismo de “Matar a un
ruiseñor”. Me gustaría revisarla para
comprobar si la estupenda obra menor de Spielberg, “Atrápame si puedes”, tiene
algo que ver con la anterior.
En fin, creo que
podría hacer una lista de películas sobre impostores y falsificadores más que
satisfactoria, en la que no podría faltar “La vida de nadie”, con ese José
Coronado que se pasa los días en un parque de Madrid, mientras su familia cree
que es un alto ejecutivo del Banco de España.
En 1978 unos
cuantos rebotados de lo que con rimbombancia se llamaba “izquierda
revolucionaria” que trabajábamos en la administración nos afiliamos a la CNT.
Éramos “impostores”, ya que no compartíamos las ideas del anarco-sindicalismo y
nuestra única pretensión era hacer “entrismo”, entrar de forma más o menos
organizada para coger la dirección ideológica del sector. La aventura duró solo
unos meses. Cuando la dirección del sindicato, dominada todavía por gente mayor
y sectaria que procedía del exilio, se dio cuenta de la maniobra, disolvió la
organización sectorial de la administración del estado y nos expulsó en una
asamblea caótica en la que no faltaron
los puñetazos. El secretario general de
la CNT se llamaba Enric Marco.
Viene esta
historia de batallitas de abueletes a propósito de la publicación de “El
impostor”, una novela biográfica de Javier Cercas dedicada precisamente a Enric
Marco, de quien se supo, a punto de pasar a la historia como héroe
superviviente del campo de concentración de Mauthausen, que no solo no lo había
pisado nunca, sino que solo empezó su carrera sindical cuando el dictador ya
estaba enterrado en el valle. No he leído la novela todavía pero promete ser
apasionante. Según palabras del propio autor afronta “la impostura” de determinadas
figuras surgidas en la transición, quizás también de la de algunos de los que la vivimos
en un segundo o tercer plano.
Sigue la
tradición: Enric Marco, Luis Roldán, Félix Millet, el pequeño Nicolás…
De acompañamiento
musical otro “El gran impostor”, el de Los Platters: