ESTRAFALARIA SOLIDARIDAD
Mucho antes de que se convirtiera
en un nacionalista radical leí escribir a Fernando Savater que la solidaridad
era la “soledad compartida”, una definición que me gustó, quizás porque se
ajusta a la que soy capaz de ejercer y espero recibir, y se escapa del concepto
de caridad, un gesto pretendidamente altruista que solo se ejerce desde
posiciones de poder.
Leí hace días que en mi barrio se
iba a celebrar un curioso evento solidario consistente en reunir a todo
energúmeno dispuesto a comerse 13 bocadillos en 120 minutos, con el fin de que
quien no lo consiga destine el pago de la manduca a una asociación contra el
cáncer infantil. Supongo que habrá alguna razón personal, pero ¡¡¡Hostia!!!
La idea me ha recordado las
famosas “mariscadas pro presos” que los abertzales festejan o festejaban en
este mismo barrio, a los que siempre he imaginado chupando cabezas de
langostinos mientras los destinatarios de su solidaridad se pudrían en las
cárceles entre huelga y huelga de hambre.
En fin, creo que aún persisten
los mercadillos “solidarios” y múltiples colectas a beneficio de enfermos,
perseguidos y menesterosos, casi siempre ajenos o lejanos - a los cercanos que
les parta un rayo – que gente bien, y de bien, aprovecha todavía para lucir
joyero y vestuario. Pero lo que más me repatea es esta nueva plaga, más humilde
y popular, de decorar la mala conciencia con patrocinios filántropos, en
algunos casos, como el de la bocadillada, sencillamente estrafalaria.
La canción no tiene que ver nada
con el tema y el video no mola, pero a mí me parece escuchar a los primeros
Pretenders…(Florence+The Machine – “Ship to wreck”)