NADANDO
EN
L´ESTANY DE BANYOLES
Debo
a Rafael Argullol (Barcelona 1949) dos de esos hechos a los que uno acaba dando relevancia vital. Del primero
hace ya la friolera de 47 años y forma parte de esas batallitas que los
abueletes compartimos entre vinos. Se celebraba un acto en el aula Magna de la
universidad de Barcelona en homenaje a Bertrand Russell, referente ético de la
izquierda no dogmática y del pacifismo militante, que acababa de fallecer
(febrero de 1970). El ponente era Jesús Mosterín (Bilbao 1941- Barcelona 2017), entonces un joven profesor que también
nos ha dejado el pasado 4 de octubre. Cuando la disertación había acabado,
Rafael Argullol, creo que delegado del recién creado sindicato democrático de estudiantes,
se levantó e invitó a Mosterín y a los dos centenares de asistentes, entre los
que me encontraba, a homenajear a Russell de la mejor manera, saliendo en
manifestación a la plaza Universidad. Supongo que era una complicidad pactada,
dado el carácter heterodoxo y siempre atrevido de Mosterín, porque éste se
avino. Como es evidente mi bautizo de fuego manifestante duró los dos minutos
que tardaron los grises en empezar a repartir hostias.
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yo mismo al fondo entre 1.200 locos |
En
2003 reencontré a Argullol en un curioso libro de debate entre culturas con un sabio indio, Vidya Nivas Mishra (“Del
Ganges al Mediterráneo”). Gracias a esa suculenta controversia de ideas
descubrí el concepto de “interdependencia”, que el sabio hindú enfrentaba al más
occidental de igualdad, un principio que, según él, generaba uniformidad, es
decir, anulaba la diversidad.
Viene
esto de la interdependencia a cuento de mi reciente viaje a Catalunya con un
fin “menor”, atravesar a nado l’Estany de Banyoles el 15 de setiembre, rodeado de un clamor épico y “mayor”, la
reivindicación de su independencia como República por una parte importante de
su ciudadanía.
L´Estany
de Banyoles es para mí una cita nostálgica. Mi padre nos había llevado más de
una vez cuando yo era un crío y los Maristas, que tenían un colegio macizo en
las afueras de Girona, nos acercaban a comer el bocata de tortilla en sus
riberas cada dos o tres años. La última vez que lo había visitado nos subimos a
un barco turístico que se hundió al año siguiente dejando varios muertos.
La
travesía en sí (2.150 metros) me duró 48 minutos y 4 segundos, una eternidad para
recapacitar mientras se bracea en una suerte de placenta algaida, porque el
viaje, mi pequeña odisea, con sus cíclopes, sus hechiceros y sus cantos de
sirena duró una semana llena de anécdotas, acontecimientos y convulsiones.
Veamos:
los días 6 y 7 de setiembre, en dos sesiones que para ser indulgente solo calificaré
de peculiares, el Parlament de Catalunya había aprobado las leyes que
pretendían culminar el procés hacia la independencia, de modo que una semana
después mi mujer y yo nos tomamos el recorrido hacia l´estany como una crónica
periodística. Durante el viaje enviábamos guasap graciosos a nuestros amigos/as
indepes, equidistantes y unionistas en la creencia de que la sangre no llegaría
al río.
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Pintada en la parte vieja de Huesca |
Huesca:
una de esas ciudades que injustamente, como Soria o Ciudad Real, nadie conoce
ni sabe situar en el mapa. Es coqueta y se ve en una tarde. Me llamó la
atención que a algunos maños también les hubiera dado cierto hervor identitario
y reivindicaran la fabla aragonesa, así que foto.
Y
Vic: hervor multiplicado. La plaza mayor estaba llena de esteladas y propaganda
por el sí. El dueño del restaurante era francés. Nos dijo que tanto él como su
mujer habían sido ejecutivos de una empresa del pueblo con más de doscientos trabajadores.
Ahora se ganan la vida preparando escudella amb carn d´olla, butifarras caseras
y unos pasteles al ron que están de muerte.
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El antiguo Cine Rosa de Cornellá de Terri |
El
destino: la casualidad nos llevó a pernoctar en Cornellá de Terri, a apenas
unos kilómetros del lago. Sí, el pueblo en el que solo una semana después
votaría Carles Puigdemont, tras intentarlo sin éxito en el pueblo en el que
está empadronado. Su única notoriedad turística es el edificio que albergó el
cine Rosa, actualmente un bar restaurante. Así que foto.
El
día 20, ya en Barcelona, detienen a varios responsables de la consellería de Economía
y Hacienda y nos joden la visita Castelldefels. Pues sí, en cualquier momento
me pueden detener y enviar a Soto del Real, porque soy uno de los miles de
manifestantes que rodearon “pacíficamente” la conselleria de la Rambla de Catalunya. Como interdependentista, es decir, equidistante según unionistas e
indepes, me mosqueaba cada vez que oía que el “votarem” estaba indisolublemente
ligado al “inde, independencia”, pero me sigue pareciendo increíble que se
detenga a la gente porque defienda poder votar un divorcio colectivo. Así que
había que estar.
De
vuelta a Bilbao solo tres días antes del “referéndum” enviábamos guasap
absolutamente acojonados, porque no parábamos de cruzarnos con convoys de
tocineras de la policía nacional.
En
fin, mientras cruzaba a nado L´Estany de Banyoles desconocía que las cosas aún
iban a ir a peor. Ya he hablado del nadar, (¿vendrá de ahí lo de nadar y
guardar la ropa?) como una especie de Nirvana, como si ese mundo acuático te
pudiera aislar de un mundo exterior incómodo, pero no es así. Lo que me había dado era un baño de realidad y
lo que me esperaba fuera era solo un jarro de agua fría.
Postdata:
Tras un singular cruce epistolar entre dos pirómanos, el sábado el señor Rajoy decidió restaurar la democracia en Catalunya aboliendo la democracia representativa.
Olé sus güevos…
Para
rebajar la tensión un tema en directo de Camera Obscura que habla de nadar en
una piscina. Que la música nos consuele una vez más…
Hola salaoooo.Gracias por compartir vivencias.
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