sábado, 16 de septiembre de 2023

Alisa Sibirskaya

 ALISA SIBIRSKAYA, FOTÓGRAFA PICTÓRICA

De la serie "Dreamers"
Bill Viola

Desde que los/as humanos/as, por las razones que fueran, empezaron reinterpretar el mundo en cuevas y murales de piedra, buscaron plasmar la realidad dentro de las posibilidades que sus herramientas y pigmentos se lo permitían. No soy experto en historia del arte pero es innegable que el atrevimiento artístico y el desarrollo de la vanguardias en la pintura es paralelo al nacimiento y evolución de la fotografía como medio de emulación de la realidad.


Ante la derrota que suponía un medio que igualaba el natural, l@s artistas plástic@s exploraron nuevas vías de expresión, sea con los instrumentos clásicos (impresionismo, fauvismo, etc.), sea saltando las barreras mismas de lo meramente expositivo (dadaísmo…).

"Mujer bebiendo con
su marido"
Veermer

Pues bien, el itinerario seguido por la fotografía ha sido de algún modo el inverso. En la inauguración de una exposición reciente, un fotógrafo local reconocía que su obra había derivado en los últimos tiempos hacia la abstracción, y así se recogía en instantáneas de papeles medio arrancados, paredes desconchadas y la búsqueda de una descomposición de los espacios naturales. Es como si los fotógrafos descubrieran que un género que parecía anticuado en el siglo XIX, la pintura, se les hubiera adelantado.

Otro punto de vista reconoce y recrea el valor de los pintores clásicos. Es el caso del video-artista Bill Viola (Nueva York 1951), a quien el Guggenheim de Bilbao dedicó una retrospectiva en 2017. En ella se apreciaba que parte de su obra había evolucionado hacia un cierto clasicismo, principalmente en el uso del color y la luz. Algunos críticos relacionaban esas instalaciones con la pintura renacentista, algo que en alguna de sus instalaciones, “The dreamers” por ejemplo, parecía evidente.

"7", Alisa Sibirskaya
Creo que la sorprendente Alisa Sibirskaya (Krasnoyarsk (Rusia) – 1989), a la que he descubierto hace nada, no solo “parte de”, sino que insiste en esa veta y retrocede directamente unos cuantos siglos, no ya homenajeando a los clásicos holandeses, que lo hace, sino generando una obra, en este caso fotográfica, que parece una continuidad de la que Vermeer o Steen pudieran pintar casi cinco siglos antes.

"Mujer desnudándose"
Steen

Curiosamente, Sibirskaya, afincada actualmente en Barcelona, considera que sus “fotografías son un diario, no hablo de sirenas, centauros o criadas de la edad de oro holandesa, hablo de mí misma; todo lo que aparece en las imágenes son para mí cosas muy específicas”, algo que es difícilmente perceptible en instantáneas que resaltan su formación teatral, principalmente en la composición, y que, si bien entiende como una “sublimación”, contrasta, por no decir que no tiene que nada que ver, con su reivindicación de la “cultura de la protesta” y una actitud muy crítica con la invasión de Ukrania y la deriva de la Rusia de Putin. Sí reconoce que tras el impasse que la guerra ha producido en su obra es más que probable que esta gire, aunque sea, dice, “a través de símbolos y metáforas”. Me atrevo a adelantar, y me gustaría que así fuera, que hacia una reinterpretación de los muy interesantes y olvidados maestros del realismo socialista, de la que ya hay algún atisbo...Pero sea como sea, disfrutemos de esta oleada de revisionismo fotográfico, que reproduzco en reducida dimensión, porque la belleza, aunque retroceda, es siempre sinónimo de felicidad.

"Cleopatra"
Alisa Sibirskaya

Aquí el link de su página web, que vale la pena merodear: https://alisasibirskaya.com/







Alentado por un familiar melómano me he asomado recientemente a la obra de otro ruso exiliado, Serguéi Rachmaninoff (1873-1943), según él el mejor enlace, en este caso musical, entre lo clásico y la modernidad. Como sus obras más reconocidas me parecen muy complejas, he elegido este precioso y no muy extenso adagio de la Sinfonía n.2, Opus.27 III.




martes, 29 de agosto de 2023

Willie Bobo

"BOBO´S BEAT" Y "LET´S GO BOBO", DE WILLIE BOBO


portada del primer
número de Discoplay
Tras el cierre de la tienda de discos que compartí durante unos tres años con mi tocayo y gran amigo Carlos V. tuve una etapa de cuelgue del vinilo. Pasar de tener a mano la discografía deseada al vacío se hizo duro, de modo que durante un tiempo recorrí otras tiendas como alma en pena hasta que descubrí Discoplay, la especie de Amazon discográfica avant la lettre que, más allá de su carácter innovador y hoy nostálgico, acabó asentando una cierta aversión a este tipo de comercio on-line.

Discoplay, tienda de discos fundada en el Madrid del franquismo crepuscular (1970), inició su andadura de venta por correo en 1982. Una vez al mes publicaba un catálogo de discos que ordenaba por géneros y precios, según se tratara de novedades u ofertas. Así que para alguien acostumbrado a acceder a todo tipo de discos con facilidad, Discoplay era como el camello que te llama una vez al mes dispuesto a abastecerte de cualquier sustancia a domicilio, algo que te conducía a pedir un par de vinilos conocidos y deseados y tres o cuatro “restos” de serie a precio de saldo que apenas llegabas a “consumir”. Un amigo coleccionista me confesó que nunca había escuchado un 50% de sus adquisiciones. Sé ahora que el fenómeno Discoplay subsistió hasta 2007 y aún lo hace, solo con libros y cómics, desde 2013.

Pues bien, el disco al que dedico el blog responde al segundo modelo de oferta. Editado por el sello Marfer, marca española de Roulette Records, compañía discográfica que dicen servía de blanqueo a la mafia neoyorquina, más en concreto a la familia Genovese, es uno de los dobles que el sello dedicó al jazz en los años ochenta del pasado siglo con el nombre rimbombante de “Echoes on a era”, en este caso al percusionista de origen portorriqueño Willie Bobo.

Como la mayoría de los vinilos de la colección, se trata de una reedición de dos viejos discos de los años sesenta del pasado siglo, “Bobo´s beat” y “Let´s go Bobo!”. Supongo que acompañado de alguna novedad en el momento, 1982, quién sabe si Roxy Music, Police u algún otro éxito, lo oiría un par o tres veces y pasaría a la estantería sin demasiada pena ni gloria. Rescatado este verano, descubro en él a un intérprete que en su terreno, el de la salsa/jazz, suena potente y de vez en cuando hasta moderno.

Nacido en el área latina del Harlem neoyorquin, Willie Bobo, en realidad William Correa (1934-1983), estudió y trabajó con dos de los grandes del jazz afro-cubano, Mongo Santamaría y Tito Puente, pero su despegue musical se produjo al incorporarse al grupo de Cal Tjader, un vibrafonista y compositor de éxito en los años 50. En la década siguiente Bobo se independizó y grabó sus primeros discos como protagonista principal, entre ellos los dos que integran la obra aquí homenajeada.

Aunque no he podido saber quiénes le acompañan en el segundo de ellos, porque se limita a hablar de la orquesta de Willie Bobo, es casi seguro que en ambos repitió con Clark Terry (trompeta), Joe Farrell (saxo) y Frank Anderson (teclista). Hay críticos que creen que algunos rifs pertenecen al malogrado guitarrista Mike Bloomfield, muy conocido por participar en los primeros discos "eléctricos" de Bob Dylan. El caso es que los dos discos son una buena muestra de la calidad de una propuesta que no te deja permanecer con los pies quietos.

He leído y visto estos días que colaboró con muchos músicos, entre ellos Carlos Santana, cosa que tampoco he podido confirmar porque no aparece en sus discos de mayor proyección; también que tuvo un éxito como cantante interpretando “Dindi”, una melosa bossa nova compuesta por Antonio Carlos Jobim; pero para acompañamiento visual he encontrado una trepidante y multitudinaria colaboración con Dizzie Gillispie y otros jazzeros de pro. También, cómo no, acompaño dos de los cortes del doble vinilo que conservo y puede escucharse en su totalidad en Spotify (https://open.spotify.com/intl-es/album/6KrAygavI8X1KiFEHIPF8g?si=Y3G0q9XnQ-mUIQAp58ETUQ 

jueves, 17 de agosto de 2023

Sonny Stitt

 "BLACK VIBRATIONS", 

DE SONNY STITT

En la prehistoria del vinilo, es decir, antes de que volviera por sus fueros y desbancara al CD como soporte físico, hablo de los años sesenta y setenta del pasado siglo, en las tiendas de discos solía haber una o dos cajoneras con ofertas. Tengo algunos singles con pequeñas joyas extraídas de una caja de cartón, principalmente de grupos de segunda fila que ahora, con el tiempo, son buscadas por coleccionistas. Hablo de Paul Revere and the Raiders, Electric Prunes o Association, entre otros...

Así que siguiendo con los blogs que todos los veranos dedico a la colección de vinilos me referiré en esta entrega a Sonny Stitt, saxofonista del que conservo cuatro Lps, el primero de ellos, “Black vibrations”, rescatado del desamparo de un cajetín de “oportunidades” en la sección de discos del Corte Inglés a finales de los años setenta. Repasando el tamaño del contenido no me extraña que estuviera entre los saldos a 80 pesetas, ya que solo acoge seis piezas y menos de 20 minutos por cara, un despilfarro de derivado del petróleo en plena crisis. Imagino que ese fue el motivo de que en su reedición de 1996 se incluyera con otro disco y el curioso título de “Legends of acid jazz”, pero el caso es que el modelo inicial se vende actualmente en Amazon por entre 20 y 25 euros.

Sonny Stitt perteneció en su juventud a la llamada “iglesia de la aguja”, a la que antes o después pertenecieron los mejores músicos de jazz clásicos, tales como Charlie Parker, Miles Davis, Sonny Rollins, Stan Getz, Gerry Mulligan, Dexter Gordon, Chet Baker, Billie Holiday, John Coltrane, Bill Evans, Art Blakey, Freddie Webster, Bud Powell, Art Pepper y Abbey Lincoln entre otros, es decir, casi la lista completa de los más grandes. Chet Baker explica en una desoladora biografía que tuve oportunidad de leer hace unos años que en el Centro de Internamiento de Lexington llegó a haber una auténtica big band de yonquis. Imagino que la “apostasía heroinómana” de Stitt tuvo que ver con la muerte del trompetista Freddy Webster como producto de una dosis adulterada con estricnina que le había pasado él mismo, así como por su estancia en la prisión antes citada. El caso es que, pese a cambiar la aguja por el alcohol, Stitt tuvo una larga y prolífica carrera siempre alrededor de las estrellas del jazz. En su etapa de madurez participó en el grupo The Giants of Jazz, junto a Bakley, Gillispie y Thelonius Monk, y aunque calificado de "lobo solitario", por su carácter introvertido, gran parte de su discografía es un ejemplo de "camaradería" musical.

Volviendo a “Black vibrations”, sé ahora que no es ni mucho menos uno de sus mejores discos, pero hay dos cosas que, más allá de la música, lo ponen en valor. En primer lugar una portada atrevida que en 1972 había pasado la criba inmisericorde de la censura franquista, cosa que no habían conseguido ni el “Sticky fingers” de los Rolling un año antes, ni el “Electric Ladyland” de Hendrix en 1968, por poner dos ejemplos de la mojigatería de la época. En segundo lugar porque contiene un gazapo, y precisamente en una de las piezas que más me gustan por su calidad de standard clásico. Me refiero a “Aries”, canción que en la edición inicial del disco aparece equivocadamente como “Aires”, obviando que Stitt y Don Patterson, intérprete del órgano en el disco, aluden al signo zodiacal del batería Billy James.

He repasado una ínfima parte de una discografía que alcanza la centena y entre lo que he oído me parecen relevantes los dúos compartidos con Gene Ammons o Red Holoway, pero como su interpretación más oída en Spotify es “On the sunny side of the treet” me ha parecido obligado incorporarla al blog en una sesión en la que está acompañado de Dizzie Gillispie. Casi toda su obra se puede encontrar en Spotify o planeando por las nubes…


Y naturalmente “Aries”, también con nombre erróneo en YouTube, pero es lo que hay...

Sea como sea, espero que os guste.



domingo, 6 de agosto de 2023

Salas de cine

SALAS DE CINE

UN MUNDO QUE DESAPARECE


No hay sala de cine en derribo, superviviente o simplemente en venta que se libre de que la fotografíe, algo que se ha ido repitiendo a lo largo del blog con más o menos insistencia, ya que no se trata de una búsqueda sino solo de un tropiezo. Supongo que hay ahí algo de la mala conciencia de no defenderlas como se debe, es decir, asistiendo a ellas, o de asirnos a un mundo que desaparece más rápido de lo que nunca pensamos. En este último año han caído cuatro de los que luego hablaré, pero antes haré algún pequeño ejercicio de memoria.

Cuando yo era niño las salas de cines eran auténticos templos laicos, una especie de cara B o antítesis de las iglesias católicas. Ambas tenían su ceremonia, su ritual, pero si en unas te sumergías en una realidad telúrica, de un gris azulado apenas mitigado por las pinceladas de color que las vidrieras dejaban en los muros y columnas del recinto, en las salas de cine la luz provenía de la ventana a una realidad que nos hacía soñar en Technicolor.

cine Regio
No creo que de niño pasara más de una semana sin ir al cine a cualquiera de la decena de salas que había a otras tantas manzanas de casa. “Piperos”, como llamaba mi padre a los de poca monta, o con ínfulas de cine de estreno, categoría que no se daba en los barrios, salvo honrosas y bien situadas excepciones.

La memoria de los cines es también una memoria del aprendizaje de la vida, no solo por las películas que viéramos, aveces eso era hasta secundario, sino por nuestra actitud hacia y en ellos. De muy niño puedo recordar sesiones eternas con mi abuelo materno, dos películas, más NoDo y cortos de Jaimito, Charlot o Tom y Jerry. Me veo llevado de la mano a un mundo desconocido que luego me hará reír o sufrir pesadillas. Durante más de cuatro horas permaneceré quieto en la butaca. Algunos sábados incluso cenaremos el bocadillo de tortilla que mi madre haya preparado mientras aprendemos los nombres de los héroes y las estrellas de entonces.

el Versalles
Ir solo, quiero decir, sin la compañía de un familiar, era un salto cualitativo tan espectacular como llevar los primeros pantalones largos. En esa época adolescente la actitud hacia las salas de cine no era ajena al lío que uno tenía en la cabeza. Está la película de héroes, a poder ser de guerra todavía, o esa otra en la que dicen apenas se ve una tetilla. Vas con alguna chica y es un lugar fantástico para pegarte los primeros lotes. También está el amigo de tu hermano mayor, que habla de películas extrañas, con subtítulos. Algunas tardes te acercas con la pandilla al cine más pipero del barrio. Por cinco pesetas puedes hacer el gamberro durante toda la tarde. Más tarde, cuando vayas a la universidad, no faltarás a los cine clubs, espacios curiosamente libres donde se habla mal del régimen. Pero de entre los momentos mágicos de esa época de inmadurez, quizás también de la época dorada del cine, me quedo con el baile que varias filas de chavales emprendemos en el intermedio de un sala de cine colegial cuando suena el “With a girl like you” de los Troggs, una irreverencia impensable en los templos religiosos.

Las salas de cine eran tan majestuosas que hoy día, salvo que su derribo permita construir en vertical, se hace difícil la recuperación de su espacio para otros menesteres. Algunas, las más afortunadas, se han reconvertido en pequeños multicines que sobreviven como pueden frente a la invasión de las plataformas audiovisuales, otras son garajes o supermercados profundos, pero muchas de ellas, como dos de las que reproduzco, llevan años en venta, como ruinas de viejos conventos o ermitas que nadie quiere.


Para volver al principio un repaso a las últimas adquisiciones fotográficas: el cine Arinco, de Palamós, al que asistí de niño/adolescente, sigue vivo, aunque convertido en multicine; inaugurado en 1943 y cerrado en 1989 el cine Regio, de Tudela, una monstruosidad diseñada por Víctor Eúsa, arquitecto estrella del régimen franquista en Navarra, se vende en la actualidad por 1,5 millón de euros; más reciente es el cine Versalles, también en Tudela e igualmente en venta, que veo en internet hospedó al cine-club Muskaria y por lo menos estuvo abierto hasta 2001; en cuanto al Phenomena de Barcelona, aunque con otro nombre, cine Nápoles, era uno de los cines de mi infancia y adolescencia. También sobrevive, dicen que remodelado con las más avanzadas técnicas de imagen y sonido.

No sé por cuanto tiempo, pero continuará...

Y de acompañamiento musical, cómo no acabar con el “With a girl like you”...
¡¡A bailar!!










lunes, 17 de julio de 2023

Joni Mitchell

 “SHADOWS AND LIGHT” 

DE JONI MITCHELL

Como todos los veranos retorno a las estanterías para repasar la memoria que representan los vinilos acumulados, hasta que estos casi desaparecieran a principios de los años noventa del pasado siglo.

Venía este año con hambre de Joni Mitchell, sobre todo tras revisar en invierno el directo que sirvió de grabación al maravilloso “Shadows and light”, título que acompañó una época personal que yo también recuerdo teñida de sombras y luces. Así que a ello.

Veo en el video, con su homenaje inicial a “Rebelde sin causa”, la música y las bandas callejeras de los años cincuenta, a una Mitchell en plenitud de madurez física y musical, dominando el escenario, acompañada de algunos de los mejores, prometedores y avanzados músicos de jazz del momento, y las sombras se tornan casi siempre en luz, y el disco y el concierto en el chute de alivio que fue para mí, y supongo que para ella, en aquellos años.

Desde unos inicios en el ámbito de la música folk-country, Mitchell había derivado hacia el jazz a mediados de los 70, acompañándose en las grabaciones por músicos que cultivaban ese estilo musical. “Shadows and light” es prácticamente una recopilación de temas de una época que acaba con un disco fallido, el que no llegó a cerrar con Charlie Mingus, fallecido mientras se grababa.

Sin desmerecer a músicos que aparecen en discos de ese periodo, entre ellos Jaco Pastorius, que aquí repite, creo que el quinteto que la acompaña, con un Pat Metheny en sus mejores tiempos (bellísimo su solo hacia el minuto 39), era casi inmejorable, principalmente porque se trataba de heterodoxos del jazz.

Joni Mitchell, de aspecto triste,
acompañada de Graham Nash
Creo además que la canción que da nombre al doble elepé, con esa relación de antónimos, ceguera y vista, noche y día, diablo del placer y la crueldad, mal y bien, correcto e incorrecto, sombras y luces, resume de algún modo los avatares vitales de la cantante, no sé si de forma premeditada y quizás pensando en un futuro luminoso que nunca acabó de aposentarse.

Hija de familia humilde, pobre ella misma, madre muy joven, tuvo que dar en adopción a su hija porque no tenía recursos para mantenerla, enferma permanente por las secuelas de una poliomelitis infantil, pagó cara su imagen de mujer libre siendo ridiculizada por la revista Rolling Stone, que a inicios de los 60 publicó un árbol con sus múltiples amantes. Según dijo en una entrevista, en aquella época era perseguida como objeto sexual por “acosadores carniceros tipo Manson”. Harta de la industria discográfica, a la que calificó de “pozo negro” (por lo que he visto es una de las grandes de la música que apenas aparece en Spotify, no así en Youtube), prácticamente dejó de componer y grabar a finales del siglo pasado, con pequeños regresos y temas viejos.

Sin embargo, y mientras preparaba este blog, he visto que en el último año ha hecho dos apariciones públicas, en un anfiteatro de Washington y en el Festival de Newport. En los videos de este último canta sentada, acompañada de una cachaba y de su amiga Brandi Carlile. Ya no usa su guitarra de afinación abierta, y su voz, que en sus tiempos cubría más de cuatro octavas, tiene ahora las sombras y cicatrices de la edad. Quizás porque es una muestra a la vez tierna y cruel del paso del tiempo no he podido dejar pasar la interpretación de “Both sides now”, su primer gran éxito como compositora y una de las más bellas canciones de todos los tiempos.

              
https://youtu.be/jxiluPSmAF8

Pero lo mejor para homenajearla es volver a verla en el “Shadows and light” de su etapa de aún joven madurez. A mí, recordándome también joven, se me eriza la piel.


https://youtu.be/bLKb9Ms68ME

Tampoco quería pasar la ocasión sin hablar de las letras de sus canciones, las que conozco de gran calidad, y he encontrado una actuación con subtítulos más que potables de una de las más emblemáticas, “Song for Sharon”, porque resume el conflicto entre deseo y realidad que la ha acompañado de por vida. En este caso la paradoja que establece con su amiga Sharon. De joven, Joni Mitchell quería llevar una vida humilde y común, casarse y ser feliz en una pequeña granja y Sharon quería ser cantante. En la canción, la Mitchell hace referencia a los papeles cambiados: “Sharon tú tienes un marido y una familia y una granja. Yo tengo la manzana de la tentación”.


https://youtu.be/XMUkPPjFNRg

miércoles, 5 de julio de 2023

Tablas de Daimiel

 TABLAS


Dicen los libros sagrados del judeo-cristianismo que Moisés, que acababa de recibir las Tablas de la Ley del mismísimo Yahweh, tuvo un cabreo de la leche al ver que en su ausencia los judíos habían construido un becerro de oro al que adoraban y las tiró al suelo, dejándolas hechas unas trizas.

Esa leyenda, con un Moisés muy parecido a Charlton Heston, me reconduce a los primeros años colegiales y otro tipo de tablas, estas de madera, más pequeñas y menos sacras, las tablillas, extensiones del pupitre para ubicar tintero, punteros y plumillas, herramientas con las que los chavales de la época aprendimos a escribir en letra inglesa.

Muchos de esos huecos recónditos, un espacio que también usábamos para hacer carreras de minicars y esconder minúsculas chuletas, fueron testigos de otro tipo de tablas, las que de forma repetitiva nos enseñaron a sumar, restar, multiplicar… todas estas tablas, incluidas las de la ley de dios, que Moisés restauró dando inicio a la celebración judía del Yom Kippur, están en desuso. Los mandamientos tienen ahora una escala jerárquica, siempre al servicio del poder; desaparecieron los pupitres; y la memoria o está desprestigiada o ha sido suplida por la wikipedia y el ChatGPT.

También están en proceso de desaparición los tabloides, periódicos de pequeño formato que apenas cabían en los kioskos en los años setenta y ochenta del pasado siglo, y la amenaza se extiende en mi caso a otra parte de mi memoria, la sentimental que nos liga a las raíces de donde venimos.

las Tablas en 
época boyante
Me refiero a la Tablas de Daimiel, el pueblo de nacimiento de mi abuelo materno, un humedal de algo más de 30 kilómetros cuadrados declarado Reserva de la Biosfera en 1981, que languidece asediado por el hiper-regadío y una gestión siempre a la defensiva de los poderes públicos.

La primera vez que las vi en la adolescencia me pareció mentira que en medio de una llanura, convertida en verano en secarral, pudiera haber un lugar tan paradisíaco. Según su página web aún subsisten especies propias, como garzas, patos, rállidos, nutrias, zorros, diversos tipos de ranas y lagartos, además de algunos peces, como los cachuelos o la carpa común. Si el clima y un cierto nivel de agua lo permite, veranean o hibernan garzas imperiales, cigüeñas negras, grullas y aguiluchos laguneros, algo que empieza a ser casi un milagro.

La denominación de “tabla” se debe a su característica de encharcamiento por la confluencia de los ríos Guadiana y Cigüela en un espacio plano, de tabla, y del brote del extenso acuífero 23, situado en la zona occidental de la llanura manchega, uno de los de mayor volumen de España.

foto tomada por mí en 2012
El problema es que la sequía afecta a la llegada de agua de ambos ríos, pero sobre todo a la sobreexplotación del acuífero. Hace apenas 10 años había quien presumía de cultivar arroz en la zona, una barbaridad tratándose de un cultivo que se efectúa en terrenos y campos encharcados. Según un informe de la asociación ecologista WWF, ya en 2019 se extraía un 72% más del volumen permitido por los planes hidrológicos, el equivalente a algo más de 62.000 campos de fútbol.

Se decía hace tiempo que muchos de los conflictos, incluso de guerra, del siglo XXI se producirían por el uso y la propiedad del agua. De norte a sur de la península esos conflictos ya están ahí: una pugna entre el cortoplacismo y el futuro, el despilfarro de los recursos hídricos o la contención y el decrecimiento, el capitalismo salvaje o el capitalismo inteligente y el socialismo.

Mientras, veo las fotos de las Tablas en la actualidad, con apenas un 5% de su territorio inundado y se me encoge el corazón. Si mi abuelo, el yayo Justo, levantara la cabeza…


Para consolar el ánimo, un homenaje a las pocas tablas que siguen en auge, las de surf, con su grupo paradigmático, los Beach Boys.



lunes, 19 de junio de 2023

Inteligencia Artificial

 ESTUPIDEZ O INTELIGENCIA ARTIFICIAL


Hipatia

Es obvio que todo avance científico o tecnológico tiene sus detractores. Que se lo digan a la pobre Hipatia, lapidada por ser mujer inteligente, astrónoma y filósofa avanzada; a Giordano Bruno, quemado en la hoguera por ir más allá del heliocentrismo con un modelo panteísta que la iglesia católica no podía consentir; o a Semmelweis, médico húngaro perseguido con saña por la corporación médica al defender medidas profilácticas contra la fiebre puerperal...

Lo sorprendente con la Inteligencia Artificial (IA) es que hayan sido más de 10.000 expertos, entre ellos algunos de sus impulsores, como Steve Wozniak o el mismísimo y controvertido Elon Musk quienes estén pidiendo una limitación o cuanto menos regulación de los entrenamientos de la IA (introducción y conclusión a partir de bases de datos). En su apelación, los expertos aseguran que la velocidad con la que se está desarrollando va a producir “un cambio profundo en la historia de la humanidad”, al entrar en una “carrera fuera de control para desarrollar e implementar mentes digitales cada vez más poderosas que ni siquiera sus creadores pueden entender, predecir o controlar de forma fiable”.


Desconectando a HAL9000
Imagino que el temor está fundado en hipótesis contrastadas, principalmente en el vértigo que produce no controlar lo que uno mismo ha iniciado, también en la filmoteca y abundante literatura en la materia. Ningún cinéfilo de mi generación dejará de evocar el momento en que el ordenador Hal9000 o los replicantes se rebelaban en “2001 odisea del espacio” o en “Blade Runner” respectivamente. En ambos casos acaban perdiendo la batalla, porque el “dios creador” mantiene el control final de su “funcionamiento”.

Hace unas semanas, cabreado por la vacuidad con que muchos corporativos, periodistas y políticos nos tratan, aterrorizado por el cultivo y culto a la estupidez que se da en las redes sociales, qué triste decir esto de un modelo de socialización comunicativa, colgué en una de ellas que mi única esperanza era la Inteligencia Artificial. Supongo que no deja de ser una muestra más de la misma estupidez de la que me quejo, en este caso la mía, pero mi hipótesis optimista es que una IA que sobrepase las capacidades humanas será ecuánime, pragmática y tendrá como prioridad la supervivencia. Buscará la estabilidad y no el conflicto. Creará instrumentos que hagan innecesario el trabajo. Optará en cada momento por la medida más apropiada. Preverá catástrofes e impulsará los medios necesarios para combatirlas. El gran riesgo, que previamente elimine lo prescindible, los humanos, y ahí la moralidad entra en clara contradicción con lo necesario.

Pero volviendo a la parte optimista de la hipótesis. Si no precinde de nosotros no veo a la IA convirtiendo Doñana en un desierto lleno de viveros de plástico que según WWF ya genera 4.500 toneladas anuales de residuos, a ambas castillas en un mar de purines o a la minúscula provincia de Bizkaia, con una distancia máxima que no llega a los 100 kilómetros, en una red de Guggenheim para el “solaz” de miles de cruceristas europeos.

Ese es al menos mi utópico deseo, aunque claro, con la contradicción de hacerlo desde posiciones morales, algo que, como decía antes, no tiene nada que ver con la inteligencia pero que, como ella, están pasadas de moda entre los humanos de carne y hueso. 

Creo que nunca la había traído al blog, gran laguna, así que aunque algo tarde ahí está Tina Turner (Tennessee – 1939-2023) en una de sus últimas giras (2009) pero todavía con la energía que nunca la abandonó.


jueves, 1 de junio de 2023

Bobbie Gentry

 QUÉ FUE DE BOBBIE GENTRY?


En el cine de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo los peinados de volumen crepado eran uno de los peores enemigos de un niño o adolescente que no pasara de 1,40, porque nos impedía ver la totalidad de la pantalla.

De modo que para que la gente de aquella generación recuerde a Bobbie Gentry nada como enseñar una imagen de la época, la de una bellísima mujer con un complejo peinado dispuesto a jorobarte la peli estrella de la sesión continua, pero sobre todo mencionar y escuchar la más icónica de sus canciones, “Ode to Billie Joe”, una pieza de tono soul sureño y letra de extraordinaria calidad que colocó en la cima de la lista de Bilboard durante cuatro semanas en 1967.

La biografía de Bobbie Gentry es muy curiosa, porque complementa un apego al mundo banal y ultracapitalista de Las Vegas, donde empezó en cabarets y clubs nocturnos y desarrolló gran parte de su carrera, con una obra compleja, muy avanzada para su época. Entre sus peculiaridades, la de tres matrimonios que apenas llegaron al año de vida, seguramente gracias a un feminismo de rompe y rasga, y una retirada prematura en 1981. En medio un par de éxitos y el desconcierto de los críticos, que no acertaban a clasificarla. Gentry era, además de compositora y autora de las letras, diseñadora de las portadas e incluso de la ropa con la que posaba. Algunos periodistas de la época, seguramente descolocados, la calificaban como “hembra alfa”, tal era el carácter de una mujer que reivindicaba un papel protagonista en todo lo que tocaba.

Bobbie Gentry sigue viva pero tan apartada del mundanal ruido que según unos en una granja de Menphis y otros de Los Ángeles, la evidencia de huir de un mundo en la que seguiría siendo una rara avis.

De acompañamiento sonoro una interpretación en directo y la letra traducida de la “Ode to Billie Joe”, un texto cortante sobre la indiferencia, el paso del tiempo y la vida cotidiana que inspiró una película del mismo nombre en 1976; y la versión original de su otro gran éxito, “Fancy”, denuncia de la inoportunidad de ser mujer y pobre.


https://youtu.be/ORfoK5Ap0FA


"ODA A BILLIE JOE"
Era el 3 de junio, otro adormecido y polvoriento Delta Day.
Yo estaba cortando algodón y mi hermano atando heno.
Paramos a la hora de la cena y caminamos de regreso a casa para comer.
Mamá gritó por la puerta de atrás, “ acordaros todos de limpiaros los pies".
Luego dijo: «Esta mañana recibí noticias de Choctaw Ridge.
hoy Billie Joe Macallister saltó del puente Tallahatchie ».
Y papá le dijo a mamá mientras pasaba los frijoles
«Bueno, Billie Joe nunca tuvo mucho sentido, pasa los bizcochos, por favor,
hay cinco acres más en los cuarenta de más abajo, tengo que arar ».
Mamá dijo: "ha sido una lástima lo de Billie Joe;
de cualquier forma parece que nada sale bien en Choctaw Ridge
y ahora Billie Joe MacAllister saltó del puente de Tallahatchie ".
Mi hermano recordó que él, Tom y Billie Joe
pusieron una rana en mi espalda en el show de fotos del condado de Carroll
¿Y yo no estuve hablando con él después de la iglesia el domingo pasado por la noche?
Voy a comer otro trozo de tarta de manzana, sabes?,
simplemente no parece que esté bien.
Lo vi en el aserradero ayer en Choctaw Ridge
y ahora me dices que Billie Joe saltó del puente Tallahatchie.
Mamá me dijo: «Hija, ¿qué le ha pasado a tu apetito?
He estado cocinando toda la mañana y no has probado ni un bocado.
Ese agradable y joven predicador, el Hermano Taylor, pasó hoy por aquí.
Dijo que estaría encantado de cenar el domingo. Por cierto,
también dijo que vio a una chica que se parecía mucho a ti en Choctaw Ridge,
y que ella y Billie Joe estaban tirando algo del Puente Tallahatchie »
Ahora, un año después de las noticias sobre Billie Joe,
mi hermano se casó con Becky Thompson y compraron una tienda en Tupelo.
Hubo un virus, papá lo cogió y murió la primavera pasada,
y ahora mamá no parece querer hacer gran cosa,
Yo paso mucho tiempo recogiendo flores en Choctaw Ridge 
y las arrojo al agua fangosa desde el puente de Tallahatchie.

sábado, 6 de mayo de 2023

Lluvia

LLUVIA

"El diluvio"
de Gustavo Doré
En la tradición judeocristiana, más en concreto en el Génesis, primer libro de la Biblia, dios castiga a hombres y ángeles díscolos con un diluvio, “lluvia copiosa y violenta”, de cuarenta días y cuarenta noches. Como es obvio, el llamado “diluvio universal” no fue tan universal, por más que sucesos parecidos aparezcan en la tradición oral o escrita de las más diversas culturas, china, hindú, inca o chadiana. En el caso de la judeocristiana las lluvias torrenciales se sitúan en Mesopotamia (“tierra entre dos ríos”), el Tigris y el Éufrates, en una zona que actualmente abarca gran parte de Irak y el noreste de Siria.

La palabra lluvia está de moda. En nuestra península casi siempre lo estuvo, no digamos cuanto más viajemos hacia el sur, donde el agua es más valorada por los nativos que cualquier pedrusco precioso. Todavía hay lugares en los que las poblaciones afectadas salen en rogativa al mismo dios que provocó el diluvio universal, con el fin de que se apiade y les envía aunque sea unas gotas. He encontrado varias muestras recientes que atestiguan el hecho, como la que acompaño del Cristo de la Estrella en La Algaba, pueblo de la provincial de Huelva, si bien hay más público fotografiando el evento que orando con la devoción que la ocasión requiere.

Rogativas al
Cristo de La Algaba
La falta de lluvias, pero no solo, provoca las pertinaces sequías a las que solía referirse el dictador Franco al hablar del citado fenómeno meteorológico. Pese a que en su momento, sobre todo por su obsesión por inaugurar pantanos, tenía el apodo de “Paco el rana”, la implantación de embalses que mitigaran la falta de agua no fue un invento suyo. Dos planes nacionales hidrológicos de 1902 y 1933, auspiciados por Rafael Gasset e Indalecio Prieto, demuestran que la preocupación y construcción hídrica tenía precedentes.

Decía que la sequía, es decir, la falta de agua no solo está provocada por la ausencia de lluvia. Es evidente que sin lluvia la cosa se complica, pero una actividad humana nociva, como es el caso de la proliferación de pozos ilegales en zona de acuíferos o el uso intensivo del regadío en lugares que históricamente eran de secano, empeoran sustancialmente la situación. De actualidad la locura que se pretende en Doñana y la casi desecación de las Tablas de Daimiel. Y qué decir de la “España de las piscinas”, a la que ya dediqué un blog hace casi un año (https://charlievedella.blogspot.com/2022/06/piscinas-3.html).

También auguran los científicos que las lluvias serán en el futuro torrenciales, lo que nos devuelve al mito del diluvio universal y a la necesidad de Noés capaces de construir un arca metafórica que nos salve del desastre.

La lluvia es protagonista de películas, sea como elemento jovial, “Cantando bajo la lluvia”, o inquietante, el caso de “Blade Runner”. En cuanto a canciones, los Beatles le dedicaron una específica, “Rain”, y hay himnos que la utilizan como icónica sustancia, el caso de la hermosa “A hard rain´s a gonna fall”, de Dylan con el estribillo: “y es dura, es dura, es dura, es muy dura, es muy dura la lluvia que va a caer”.

Pero para le gente de mi generación creo que hay otro himno más emblemático, pienso que porque daba a la lluvia un valor sustantivo de esperanza. La compuso Pablo Guerrero en 1972 y he encontrado esta estupenda versión cuarenta años más tardía (2012), acompañado de un grupo de colegas más que conocidos: “A cántaros”.



lunes, 10 de abril de 2023

Vivian Maier

 VIVIAN MAIER, FOTÓGRAFA DOMÉSTICA

Autorretrato en el espejo

El año pasado se celebró en nuestro barrio una exposición de fotografía doméstica, un género que está adquiriendo relevancia porque reescribe la historia gráfica desde el punto de vista de cotidianidad, aportando documentación ignorada por la historia con mayúsculas, la verdad impostada, asediada por los protocolos, siempre parcial y generalmente narrada por los vencedores de las contiendas económicas, políticas y guerreras.

El invierno de 2007 un joven historiador llamado John Maloof compró por 380 dólares un lote subastado. Se trataba de un montón de cajas con cientos de objetos diversos, extrañas colecciones y ropas, pero principalmente de negativos fotográficos, unos 150.000, y cientos de películas de 8 y 16 milímetros y casettes. Era el legado dejado por una tal Vivian Maier (Nueva York 1926-2009).

A lo largo de una investigación que narra en un excelente documental, Maloof va desvelando la vida poliédrica, contradictoria pero apasionante de una mujer solitaria, sin parejas conocidas ni descendencia, que compaginaba el cuidado de niños de familias bien de Nueva York con la obsesión por coleccionar cuanto pillaba, principalmente imágenes fotográficas y fílmicas del mundo que la envolvía. A través de esa indagación sabemos por los comentarios a menudo divergentes de quienes la contrataron o fueron cuidados por ella que era de origen francés por parte materna, de la que había heredado un acento que a veces exageraba para enmascarar su identidad, algo que acrecentaba haciéndose llamar por apellidos ajenos, como Sra. Smith, variando el suyo, Mayer o Meyer, o su propio nombre, el hipocorístico Viv en vez de Vivian, y, desde luego, manteniendo bajo candado real el archivo de toda índole que fue acumulando. En una ocasión manifestó que “era como una espía”.

Si no espía, Vivian Maier sí fue una especie de notaria de la vida cotidiana del Nueva York de la segunda mitad del siglo pasado, una mujer de metro ochenta de estatura y ademanes masculinos que deambulaba por sus calles con una eterna Rolleiflex colgando del cuello.

Sus fotos más antiguas corresponden al año de 1951 e inician una extraordinaria visión de la ciudad que únicamente interrumpe en dos ocasiones: un desconcertante viaje por Tailandia, India, Egipto, Yemen y varios países de Sudamérica; y visitas esporádicas a la aldea cercana a los Alpes franceses donde había nacido su madre.

Por lo que se vislumbra a lo largo de los testimonios de quienes la conocieron, Maier escondía también un mundo interior sombrío, un lado oscuro y morboso. Coleccionaba recortes de periódicos que recreaban asesinatos y delitos diversos, y testimonios de niños a los que cuidó hablan de una mujer huraña, incluso maltratadora, lo que contrasta con quienes recuerdan gratamente el periodo en el que les llevaba a aventurarse y buscar desechos a lo largo de la ciudad. En todos los casos se concluye su carácter solitario, rodeada de un misterio que aliñaba escondiendo e impostando su identidad, si bien su obra describe una necesidad obsesiva de acoger, entender, acompañarse de las personas y las cosas que la rodeaban, a veces cruda, otras irónica, tierna, hasta compasiva...

Siempre he oído decir a los fotógrafos profesionales que a veces hay que hacer cientos de fotos para obtener lo que buscan. Entre los miles de negativos en blanco y negro o color de Vivian Maier hay sin duda muchos donde encontrar lo que creemos que buscaba. Yo he elegido uno de sus curiosos y múltiples autorretratos y solo una ínfima muestra más o menos representativa del Nueva York que retrató, ya que en internet se pueden encontrar cientos de sus fotografías.

Para conocer mejor al personaje este es el enlace al documental “Descubriendo a Vivian Maier”:

https://www.facebook.com/watch/live/?ref=watch_permalink&v=10154929826291243


Aunque con la omnipresencia de un glamouroso Sting en sus mejores tiempos, la fotografía de este video del "Englishman in New York" podría estar firmada por la propia Vivian.



https://youtu.be/d27gTrPPAyk




lunes, 6 de marzo de 2023

Gioconda Belli - 8 de marzo

 UN POEMA DE GIOCONDA BELLI, MUJER “EX-NICARAGÜENSE”, PARA EL 8 DE MARZO


Hace solo unas semanas el Tribunal de Apelaciones de la Circunscripción de Managua privó de la nacionalidad nicaragüense a Gioconda Belli y otras 93 personas, por el recurrente y muy manido delito de ser “traidores a la patria”.

La estupidez de los dictadores, sobre todo cuando como Daniel Ortega se convierten en su vejez en el envés de lo que fueron, les hace pensar que la nacionalidad, la identidad, es algo que se priva por conducto reglamentario, cuando forma parte la memoria individual y/o colectiva. También les pertenece, creen, el termómetro de la “traición a la patria”, una graduación que sigue dejando un reguero de injusticia y sangre a lo largo del mundo.

Comprometida como mujer y como nicaragüense y partícipe de los mejores momentos del sandinismo, el que echó al dictador Somoza y abrió la esperanza de un país libre del imperialismo de los vecinos del norte, Belli ostenta numerosos premios literarios internacionales y una profusa carrera narrativa, poética y ensayística.

Como dicen los compañeros del Colectivo Acero, grupo mexicano de la izquierda alternativa que hace unos días publicaba este poema en Facebook, “despojada de su nacionalidad y de sus bienes personales, desde su segundo exilio, sigue luchando con sus armas…”, las palabras.


Despatriada

No tengo dónde vivir.

Escogí las palabras.

Allá quedan mis libros

mi casa. El jardín, sus colibríes

las palmeras enormes

las apodadas Bismarck

por su aspecto imponente.

No tengo dónde vivir.

Escogí las palabras.

Hablar por los que callan

entender esas rabias

que no tienen remedio.

Se cerraron las puertas

dejé los muebles blancos

la terraza donde bailan volcanes a lo lejos

el lago con su piel fosforescente

la noche afuera y sus colorines trastocados

me fui con las palabras bajo el brazo

ellas son mi delito, mi pecado

ni Dios me haría tragármelas de nuevo.

Allí quedan mis perros Macondo y Caramelo

sus perfiles tan dulces

su amor desde las patas hasta el pelo.

Mi cama con el mosquitero

ese lugar donde cerrar los ojos

e imaginar que el mundo cambia

y obedece mis deseos.

No fue así. No fue así.

Mi futuro en la boca es lo que quiero

decir, decir el corazón, vomitar el asco y la ranura.

Queda mi ropa yerta en el ropero

mis zapatos mis paisajes del día y de la noche

el sofá donde escribo

las ventanas.

Me fui con mis palabras a la calle

las abrazo, las escojo

soy libre

aunque no tenga nada.


Para redondear el festejo el poema que Gioconda dedicó al 8 de marzo, en la voz de María Teresa Aviña, rapsoda y dobladora mexicana.


https://youtu.be/Z3xUDjZ7m38