EL FRUTERO DEL
BARRIO
Los clientes del frutero del barrio nos dividimos entre los que creemos que
se parece a Robben, uno de los jugadores del Bayern que ridiculizó al Barça hace
unos meses, y los que no. Es una exageración, pero también es cierto que no soy
el único que se acuerda de él cuando ve correr la banda al delantero holandés.
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el falso frutero |
Además de parecerse a Robben, el frutero se adelantó a la crisis antes de
que Santiago Niño, pariente y amigo, acertara de lleno y se paseara por las cadenas de televisión como
un nostradamus laureado. Algunos años antes de que se produjera, el frutero predijo
el pinchazo inmobiliario y la debacle bancaria cuando vio aflorar aberraciones
como Seseña y observó que bancos y cajas cambiaban la oferta de créditos por la
de depósitos. Ambos somos aficionados a la economía, aunque no sepamos un
carajo ni seamos capaces de ligar dos de sus términos seguidos, pero no parecía
difícil presagiar que el castillo de naipes tenía que derrumbarse más temprano
que tarde. La precisión y calidad del presagio se la dejamos a Santiago Niño, porque
es justo reconocer que nunca pensamos, como él, que el cataclismo se pudiera
llevar tanta gente por delante.
Como el protagonista de “Para después de la nada”, dueño de una tienda de
ultramarinos, el frutero del barrio ha ido viviendo el desarrollo de la crisis
con la mengua de los pedidos y el cambio de la demanda. Las ciruelas de
importación a precios superiores a los 15 euros el kilo, que antes traía fuera
de temporada para estómagos caprichosos, han dado paso a la yuca, el mango, la papaya,
el cilantro, que gente de países lejanos compra en medidas medidas, valga la
redundancia, porque no está la vida para ir tirando mercancía costosa. Describe
Mercabilbao como un espacio cada vez más desolador y me dice que la gente mira
y remira los precios, se tira a los más bajos y compra por cantidades a veces
irrisorias.
Siempre generaliza y jamás habla de gente que puedas conocer, y si alguna vez le quieres
dar el motivo de algo concreto evade la información con un definitivo, “sí, por
lo que sea”, como cerrando cualquier puerta al cotilleo, pero a veces, sin
darte más referencia, te habla con sentimiento de las pequeñas catástrofes personales
que nos rodean: la enfermedad, la vejez, el hambre, la pobreza…
Este tipo, como antes el peluquero, otro hombre discreto, y tantos otros, forma parte de una pequeña
patria, el barrio, con personajes que nacen, crecen y envejecen, un país con
fronteras inconscientes y sitios intemporales que cabe en unas cuantas calles.
El frutero del barrio solo tiene un defecto: en navidades tortura a sus
clientes con una cassette de villancicos que repite durante todo el día. Pero
como “nothing is perfect”, este año le regalo una canción que llega a reconciliarnos
con festejos tan odiosos y ahora puedes ver en youtube:
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