JUBILACIÓN
El pasado día 15 de mayo me
jubilé y la gente me viene preguntando que qué se siente, como si la jubilación
llevara incorporado un cambio físico, no sé, que te crecen alas, pierdes la
voz, cambias de sexo… En mi caso la sensación predominante es de liberación del
personaje profesional, como volver al camerino, despojarte del vestuario y ser de nuevo uno mismo. Al fin
y al cabo nos pasamos la vida interpretando papeles de distinta intensidad.
Imagino que hay actores a los que
cuesta desprenderse de ese personaje. Claro, los magino siendo protagonistas, actuando
en los mejores escenarios, viajando de aquí para allá, con directores punteros de
cine y teatro, chupando primeros planos, salvando escalofriantes situaciones de
riesgo, enamorando a primeras actrices. No es mi caso. Profesionalmente he sido
siempre un actor secundario, supongo que un actor seguro, con el que los
directores veteranos no arriesgaban, pero en definitiva un actor de reparto con
un papel, el de funcionario, que no permitía la improvisación, atado como está al
principio de legalidad.
![]() |
Jubilado fiscalizando obra en mi zona de influencia |
Pues mira por dónde, también hay en esa
profesión actores que se aferran a su personaje. A finales de los años ochenta
fui destinado por concurso al puesto singular de cajero en una agencia del
extrarradio de Bilbao. Yo era, por seguir con los símiles, un personaje falaz,
porque por entonces ya no se hacían pagos por ventanilla y apenas disponía de
un exiguo fondo de maniobra. Vamos, es como si en “Casablanca” te dan el papel
de Rick y acabas tocando el piano.
El caso es que al poco tiempo le
aprobaron al jefe del centro una pensión de invalidez. Tenía una enfermedad
crónica que le hacía estar de baja cada dos por tres. Pero este actor se había aferrado
a aquel protagonismo de película de serie B y siguió acudiendo al centro y
ocupando un puesto de trabajo que ya no le correspondía. Durante unas semanas soportamos
una situación kafkiana.
El antiguo jefe permanecía en su despacho, como atado
al sillón, esperando a que le sacaran con las piernas por delante, mientras la
nueva responsable debía permanecer en una butaca y los subordinados esperar a
que aquel se ausentara para pasar a la firma oficios y resoluciones. Solo tras
unas semanas de desconcierto, la dirección provincial tuvo la idea feliz y
decisiva de hacerle una despedida, algo así como darle un óscar honorífico por
el conjunto de su obra. El tipo se dio por fin por aludido y no volvió a pisar
el centro.
Tengo que confesar que repetir
esa situación, hacerme pasar por loco y seguir yendo durante unos días después
de jubilado a ocupar mi puesto de trabajo es una de mis fantasías incumplidas.
Es más, sigo pensando que es una buena idea para un cortometraje. La otra está
ligada al espacio físico en el que he pasado los últimos 17 años, un espacio
diáfano con una largo pasillo central: mi fantasía consistía en recorrerlo
dando volteretas. Para ambas sandeces todavía hay tiempo y, además, ahora ya no
me pueden echar. El que avisa no es traidor…
Y bien, la verdad es que nunca me
habían ofrecido tantos primeros papeles, controlador de obra pública o privada,
anciano ocioso, montañero, nadador nocturno, yayo de nieto por venir… Así que de
esta como mínimo me dan un “goya”.
Para amenizar la jubilación, “El
secundario” de Julio Bustamante,: https://open.spotify.com/track/3apX4NbshyUvBPrpxjKyIo
Muy Bueno Carlos eres la viva respuesta que nos preguntamos muchos. Confirmado. Hay vida (depende de la pensión vidorra) más allà de la jubilación
ResponderEliminarEnhorabuena, Carlos. Gracias a ti, ya sé lo que sentiré, y parece que suena bien. Felicidades y a disfrutarlo.
ResponderEliminarMuy bueno. Besos
ResponderEliminar