FACEBOOCK 2
“COMPAS” DE COLEGIO
La posibilidad de husmear en la vida de los demás que te da facebook
satisface otra de mis vocaciones, la de detective, o será voyeur?
Dejémoslo en un mix de ambas facetas.
Así que, lejos de la patria de la infancia y el espacio geográfico
del colegio que cubrió once años de mi vida, facebook me permite
saber qué fue de algunos de los compas a los que no he vuelto a ver.
J.S. está entre los triunfadores. Siempre he pensado que la
psicología es un campo abonado para gente con problemas que la
estudia para sanarlos. J.S. tenía ese perfil. Su tartamudez y una
cierta dificultad con el castellano le abocaban a ser de esos alumnos
que procuran esconderse y pasar desapercibidos, pero eso no solo no
le impidió ser siempre un alumno aventajado, sino que según
facebook debió curar esas carencias llegando a ser un profesional
muy valorado, incluso internacionalmente.
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El colegio en nuestra época de alumnos |
En
la red solo aparecen cuatro fotos. En una, con el pelo largo y
bigotón, figura tal como le recuerdo, sentado en una terraza de la
calle Mallorca de
Barcelona a
finales de los años setenta del pasado siglo. En otra, ya mayor,
algo sobrado de peso, aparece bañándose en una piscina. Curiosa
estampa…
La
mayor parte de comentarios, una necrológica firmada por otro
compañero del reducido grupo de “letras” del bachillerato
superior, le bendicen como hombre bueno y comprometido, pero una
vieja novia despechada le lanza un puyazo post mortem: “gran
profesional pero a algunas de sus parejas nos malogró”. Una frase
que rompe la tesis de que siempre hablan bien de uno cuando te
mueres, pero también confirma lo cruel e
indiscreto que
puede ser facebook.
Aprovecho
conocer que J.S. estuvo exiliado y encarcelado durante el franquismo
para enlazar con J.L., de quien, intermediado por un personaje
ficticio, conté una anécdota en mi único relato semi
largo,
“Para después de la nada”.
J.L.
era el nazi de
la
clase. No digo nazi ideológico únicamente. Creo
que incluso
antes de terminar nuestro periodo colegial militaba
en un grupo, ya
desaparecido, que realizaba acciones contra militantes
antifranquistas, librerías progres, etc. y
editaba una revista con cierta difusión en aquella época.
En
los estertores del franquismo me tocó sacar de casa una
multicopista por razones de seguridad. Se trataba de un artefacto
grande y pesado que conseguí embutir a duras penas en una bolsa de
deportes. Yo la tenía que acercar a un parque cercano a casa y allí
se encargaba un compañero de llevarlo en coche (yo no tenía) a otro
lugar seguro. Pues bien, la última persona a la que hubiera querido
encontrar mientras esperaba en un banco con
el artilugio
a mis pies era
a
J.L.,
y
éste
fue el que apareció saludándome efusivamente.
No recuerdo de qué hablamos mientras
acariciaba seguramente nervioso la bolsa con el aparato clandestino,
pero imagino que por algún momento se me pasó por la cabeza que
aquel pedazo de nazi abriera la bolsa y me denunciara a la policía.
Golpearme no, porque creo recordar que no tenía ni media hostia…Pero
el caso es que J.L. no debió sospechar que el bulto contuviera parte
del “aparato de propaganda” de una de los cientos de grupúsculos
obstinados en acabar con el franquismo, porque terminó despidiéndose
sin más.
Y bien, hace poco, recordando aquel episodio,
busqué a J.L. en facebook y vi que había evolucionado. Abandonada
la cruz gamada se asoma a las redes con una rara mezcla de esoterismo
y nacionalismo post convergente. Eso sí, parece que la izquierda se
le sigue atragantando, aunque no creo que a día de hoy la
multicopista peligrara.
PD: Mientras corregía esta entrada se suscita
internacionalmente la polémica por el uso indebido de datos y
noticias falsas teledirigidas en la red social de Facebook. En este
momento me planteo seriamente desaparecer de semejante mundillo. La
pega: de ser así, estos dos últimos blogs no hubieran existido...
Otro “compa” y en este caso amigo que sigue dedicándose a la música, publicó con varios colegas esta maravilla de disco en 1979, hoy día una joya buscada y cotizada en las subastas. El título de tres de sus canciones, “Rendits a vostres plantes”, “Las misiones” y “Amílcar Barca”, rememoran el ambiente épico-religioso del colegio.
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