FRONTERAS
INVISIBLES
Cuando
leí hablar a Modiano de las fronteras invisibles que separan los
barrios, me di cuenta, rebobinando, de que el barrio de mi infancia
acababa a apenas 400 metros de casa. Si cerraba los ojos era capaz de
recordar las porterías, los comercios, bares, quioscos, de un
espacio físico de unas doce manzanas, pero mi memoria se perdía al
atravesar su limite virtual. Apenas era capaz de recordar algún
itinerario ajeno, el que llevaba al colegio o a algún lugar de
encuentro.
Gracias
a mi pequeño nieto he traspasado recientemente una de las fronteras
invisibles de mi barrio actual con el fin de acercarle al nuevo
parque infantil de la Mina del Morro, en una de las plazoletas de sus
viviendas de protección oficial. En la primera visita me di cuenta
de que mi nieto era, con Alba e Isaac y sus primos de etnia
gitana, el único autóctono entre una veintena de niños que jugaban
felices en aquel nuevo espacio lúdico. Entre ellos María Ángeles y
Hansel, nicaragüenses con apenas un mes en nuestro país, o el grupo
de africanos de cuerpos esbeltos y sonrisa amplia que amparaban a mi
nieto, uno de los niños más pequeños del parque. La experiencia
demuestra que las peores fronteras, las de los prejuicios, no existen
para los niños que apenas conocen todavía las palabras mío, tuyo,
nosotros y vosotros.
Les
supongo clientes de la escuela cercana de la Mina del Morro y no de
la que, trasladada desde la otra punta del barrio, conserva su nombre
primigenio de ikastola, que intuyo, alberga a niños del centro de
Santutxu, porque los veo transcurrir en procesión por las calles que
ascienden hacia el centro del barrio. Cuando sean mayores imagino que
recordarán ese itinerario y sus detalles, pero quizás desconozcan
la existencia de ese parque cercano y la desolación de las calles
laterales, con decenas de lonjas vacías que vanamente se venden o
alquilan desde hace años.
Yendo
al otro lado del barrio por la calle Fika, también abatida por
locales en alquiler o venta, hacia allí donde antes se ubicaba la
ikastola, transcurre la calle Zabalbide, dicen y creo que la más
larga de Bilbao, porque une el casco viejo con la ladera del monte
Artxanda. Hace años la parte que une Santutxu con el casco viejo era
una vía medianamente comercial con bares y tiendas. Yo mismo trabajé
en en un centro hoy cerrado en el cruce entre ambas. Pues bien, hoy
es una calle desangelada, con los bajos en estado de abandono.
![]() |
el grupo Garamendi, con el cerrado centro del INSS al fondo, en el cruce de las calles Fika y Zabalbide |
Los
construccionistas sociales insistían en la importancia de las vías
de paso como elementos de desarrollo que, ya obsoletos, carecen de su
sentido primigenio. Ya hablé en un blog anterior de algunos puentes
de Bilbao (http://charlievedella.blogspot.com.es/search?q=puentes)
como medios de enlace entre conventos de uno u otro lado de la ría,
algo que hoy no tendría sentido. El caso más claro se da en la
economía de pueblos que, por culpa de circunvalaciones, perdieron su
condición de zonas de paso. Recuerdo el caso de Arenys de Mar, en
la costa del Maresme, donde vendedores ambulantes de peladillas y
garrapiñadas hacían el agosto gracias a un par de semáforos. Por
contra, el poyecto de Zorrozaure, en Bilbao, con amplia oferta de
nuevo terreno urbanizable y puentes reales y metafóricos, va a
condicionar el desarrollo de las zonas o barrios colindantes y
servirá, sirve, para una creciente especulación.
No
me gustaría acabar sin hablar de otro fenómeno novedoso: el rechazo
a la peatonalización en algunas zonas de Bilbao. Hace unas decenios
los vecinos reivindicábamos lo que suponíamos dulcificación de los
barrios mediante el desalojo del automóvil, hoy hay manifestaciones
y recogidas de firmas para que el ayuntamiento no convierta
determinadas calles en un inmenso bar sin fronteras. Ah!, perdón,
con la frontera invisible que separa a clientes y turistas de
habitantes y ciudadanos.
Dediqué
otro blog anterior a Lhasa de Sela, ángel errante fallecida en 2010
(http://charlievedella.blogspot.com.es/2013/05/lhasa-de-sela-la-cantante-lhasa-de-sela.html).
Ahora recupero una versión de “La frontera”. Una auténtica
gozada.
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