miércoles, 30 de marzo de 2016

ESCALERAS

ESCALERAS

Nací en una ciudad que asocia la palabra escalera a un ámbito vecinal, reducido y cercano.  La escalera es un lugar de tránsito y encuentro entre personas que comparten un mismo espacio, el edificio, y por esa razón ha servido a menudo para retratar microcosmos ficticios. Los ejemplos son tan numerosos como dispares, desde un referente teatral como “Historia de una escalera”, de Buero Vallejo, hasta la irreverente y cañí “La que se avecina”, pasando por tantas y tantas obras de diversa calidad y condición.

Las escaleras vecinales tienen un color y un olor característico que las hace material de nuestros sueños. Sus habitantes forman parte de nuestra biografía. Algunos tienen la llave de casa,  nos han oído gritar y gozar, nos han surtido de sal, huevos, un limón…conocen parte de nuestras glorias y derrotas.

Escalera de los Maristas de Iturribide
Para pasar a un terreno más físico, he conocido escaleras de variedad social y material.  Algunas lucen una decoración elegante, a veces recargada, con molduras, cuadros, plantas, asientos. Sus escalones están hechos de materiales nobles, mármol, madera, o torpes sucedáneos. Tienen un olor políticamente correcto, o sea, a casi nada, o a la fritanga característica de los barrios humildes, o a la maría secándose en las casas con jóvenes hedonistas. Las escaleras viejas, como lo fue la de mi abuela materna antes de que reformaran el edificio y pusieran ascensor, tienen los escalones ollados de tanto pisarlas y fregarlas con líquidos corrosivos.

Me alegra comprobar que hay niños que todavía juegan a subir las escaleras de dos en dos para llegar antes que el ascensor, que saltan los tramos apoyándose en pared y barandilla o usan ésta como un tobogán infinito, y que aún hay parejas que pelan la pava y se besan tierna o apasionadamente en la entrada y los rellanos.  

Hasta aquí las escaleras privadas, pero hablemos de las públicas. Ya lo hice en su momento de los ascensores de Bilbao, y aproveché los cuadros surrealistas de Lazkano para acicalar el blog, pero no de las numerosas escaleras que me llamaron la atención cuando vine a vivir a esta ciudad, hace ya 30 años. Bilbao era y es una ciudad plagada de escaleras públicas, normalmente entre su ensanche y los barrios que crecieron en la posguerra , en laderas, pendientes, lomas y colinas. Se trataba por norma general de estructuras  asépticas, de puro hormigón, sin barandillas, quebradas, agrietadas y llenas de verdín, porque nacían como daños colaterales de un urbanismo desordenado. 

Hemingway en los sanfermines de 1959 
Al verme rodeado de escaleras que comunicaban calles, edificios, barrios, vaguadas,  pensé que merecían un libro fotográfico; que algún profesional las retratara y diera un cierto orden estético. Recordé entonces que hacía años, su mujer, con la que yo trabajaba, me había presentado  a Julio Ubiña. Supongo que a la mayoría ese nombre no os dice nada. Yo supe entonces que era un fotógrafo más o menos conocido, pero no hasta el punto de ser uno de los referentes de la época. Ni mucho menos que era uno de los fotógrafos de Carmen Amaya, y el que había inmortalizado a Heminway en los sanfermines de 1959. Julio era un tipo afable, muy cercano a la gente joven, y recuerdo que en uno de las pocas conversaciones que mantuvimos me pidió que le propusiera algún tema. La idea de un álbum con retratos de barmans y camareros de Barcelona, que yo imaginaba con textos míos, nunca se llegó a realizar. Por lo menos ni él ni yo lo llevamos a cabo, pero siempre que pienso en el inmenso campo fotográfico que ofrecen las escaleras de Bilbao me acuerdo de él, que supe falleció relativamente joven en 1988.

Calzadas de Mallona
El tiempo las ha ido adecentando, dotándolas de barandillas, iluminándolas, mecanizándolas o complementándolas con rampas y ascensores, no siempre acertadamente, pero es lo que hay. Una de las más cool, la que baja desde la explanada del  Guggenheim  a la ría, ha sido apodada como la escalera de los cojos, pues ese es el efecto que produce su huella desproporcionada, quizás un capricho de Frank Gehry;  otra, una de las primeras que conocí, tiene un puntito blade runner cuando la iluminan de noche, la de los Maristas de la calle Iturribide; y la que toda la vida se ha llamado así, “escaleras de Solokoetxe”, combina rampa y escalinata, e iluminada es una bella combinación de modernidad y ambiente de barrio.

Pero en esta mi ciudad de adopción, yo me quedo no con una escalera, sino con una calzada paralela, la desaprovechada y poco conocida (a lo mejor  es lo que hace que conserve su sabor natural) de Mallona, que nos permite descender desde el cementerio de Begoña a la plaza de Unamuno por adoquines centenarios.

De acompañamiento musical una canción de casa de barrio pobre; “Cuando la pobreza entra por la puerta”, de El último de la fila.



viernes, 18 de marzo de 2016

Paolo Fresu

PAOLO FRESU INTERPRETA A MONTEVERDI


Traigo por segunda vez al blog a Paolo Fresu, y uno  no se cansa…, aprovechando que acaba de publicar Mare Nostrum II, otra vez al lado de Richard Galliano y Jan Lundgren. Este disco incluye una nueva versión del madrigal de Monteverdi, “Si dolce è il tormento”. Sobran los adjetivos… 

En Youtube solo he encontrado la que interpretó junto al pianista Uri Caine hace unos años. No importa. También vale la pena. Y para escuchar todo Mare Nostrum II: https://open.spotify.com/album/4o01vFPQ9LRl5BkE7MutEQ. 

Ahora que los más viejos podemos recordar el tiempo en que la semana santa era un espacio para meditación obligada, belleza laica de inspiración divina. Que nadie se prive.


Claudio Giovanni Monteverdi (Cremona, 15 de mayo de 1567 - Venecia, 29 de noviembre de 1643) compositor, gambista y cantante compuso “Si dolce è l tormento” en 1624, un madrigal integrado en Quarto scherzo delle ariose vaghezze.  




Si dolce è’l tormento / Es tan dulce el tormento
Ch’in seno mi sta, / que tengo en mi pecho,
Ch’io vivo contento / que vivo contento
Per cruda beltà. / por una beldad cruel.
Nel ciel di bellezza /En el cielo de la belleza
S’accreschi fierezza / aumenta la fiereza
Et manchi pietà: / y falta la piedad:
Che sempre qual scoglio / Que siempre cual roca
All’onda d’orgoglio / a la ola de su orgullo
Mia fede sarà. / mi fe estará.
La speme fallace / La falsa esperanza
Rivolgam’ il piè. / me revuelve.
Diletto ne pace / Ni alegría ni paz
Non scendano a me. / descienden a mí.
E l’empia ch’adoro / Y la impía a la que adoro
Mi nieghi ristoro / me niega el consuelo
Di buona mercè: / de buena merced:
Tra doglia infinita, / Entre dolores infinitos,
Tra speme tradita / entre la esperanza traicionada
Vivrà la mia fè. / vivirá mi fe.
Per foco e per gelo / Por fuego o por hielo
Riposo non hò. / no tengo reposo.
Nel porto del Cielo / A la puerta del Cielo
Riposo haverò. / reposo tendré.
Se colpo mortale / Si el golpe mortal
Con rigido strale / de una rígida flecha
Il cor m’impiagò, / me hiere el corazón,
Cangiando mia sorte / cambiando mi suerte
Col dardo di morte / con dardo de muerte
Il cor sanerò. / el corazón sanará.

lunes, 7 de marzo de 2016

UN POEMA DE LISEL MUELLER PARA EL 8 DE MARZO

No soy amigo de festividades y efemérides, y si hay que celebrarlas prefiero hacerlo con cautela, pero en este caso es el poema, "Vivir juntos" de Lisel Mueller, que he releído hace unos días, el que merece sin duda una celebración, así que, qué mejor que hacerlo el 8 de marzo...  Zorionak, felicitats, felicidades, chicas!!!

Vivir juntos

Hablando de maravillas, vivo 
junto contigo, cuando podría haber vivido
con otro cualquiera,
cuando podría haber sido la mujer de Abelardo
o la fulana de un papa del Renacimiento
o la esposa de un campesino sin comida suficiente
ni suficiente amor, mis niños
muertos por la plaga. Podría haber dormido
en una alcoba cerca del hombre
de la nariz dorada que apunta
a las estrellas,
o haber cosido una bandera estrellada
para un general con dientes de madera.
Podría haber sido la Pocahontas ejemplar
o una mujer sin nombre
llorando en la cama del Amo
por mi marido, cambiada por una mula,
hija mía, perdida en una apuesta borracha.
Podría haber sido amarrada al palo de un tótem
para apaciguar a un dios vengativo
o abandonada, niña sin provecho,
a la muerte en el acantilado. Me gusta pensar
que podría haber sido Mary Shelley
enamorada del ángel insidioso,
o la amiga de Mary. Podría haber sido tú.
Este poema no tiene fin, las probabilidades 
    en contra nuestra son interminables,
nuestras oportunidades de vivir juntos
estadísticamente inexistentes;
aún así lo hemos hecho, vivir en un tiempo
en que racionalistas de ajustados sombreros
y destocados Testigos de Jehová
están de acuerdo en casi todo,
vivir con nuestros niños vivaces
quienes —para los interminables si—
podrían haberse perdido el vivir
juntos con maravillas y locuras
y anhelos y engaños y deseos
y error y humor y compasión
y viajes y voces y rostros
y colores y veranos y mañanas
y conocimiento y lágrimas y azar.



Alive Together

Speaking of marvels, I am alive
together with you, when I might have been
alive with anyone under the sun,
when I might have been Abelard's woman
or the whore of a Renaissance pop
or a peasant wife with not enough food
and not enough love, with my children
dead of the plague. I might have slept
in an alcove next to the man
with the golden nose, who poked it
into the business of stars,
or sewn a starry flag
for a general with wooden teeth.
I might have been the exemplary Pocahontas
or a woman without a name
weeping in Master's bed
for my husband, exchanged for a mule,
my daughter, lost in a drunken bet.
I might have been stretched on a totem pole
to appease a vindictive god
or left, a useless girl-child,
to die on a cliff. I like to think
I might have been Mary Shelley
in love with a wrong-headed angel,
or Mary's friend. I might have been you.
This poem is endless, the odds against us are endless,
our chances of being alive together
statistically nonexistent;
still we have made it, alive in a time
when rationalists in square hats
and hatless Jehovah's Witnesses
agree it is almost over,
alive with our lively children
who--but for endless ifs--
might have missed out on being alive
together with marvels and follies
and longings and lies and wishes
and error and humor and mercy
and journeys and voices and faces
and colors and summers and mornings
and knowledge and tears and chance.


Lisel Mueller: nacida en Hamburgo en 1924,  emigró a USA a los 15 años, donde ha desarrollado su carrera de escritora. Ganó el el premio nacional al mejor libro de los Estados Unidos en 1981 y el Premio Pulitzer de poesía en 1997.

La canción es vieja, pero a mi sigue pareciendo estupenda: “Nosaltres les dones” (“Nosotras las mujeres”) de María del Mar Bonet: https://open.spotify.com/track/4zoz82rM77EcalKPU1PjgD

jueves, 3 de marzo de 2016

ALICIA B. PASTORE, ENHEBRANDO BELLEZA

Durante los dos últimos años he dedicado algunas entradas a poesía hecha por mujeres, Estela Guerra, Inger Christensen, Wistawa Szymborska… Tengo pendiente una sobre las mujeres de la generación beat, a raíz de la publicación de un libro recopilatorio, y no podía dejar más tiempo sin hablar de “Enhebrados”, de Alicia B. Pastore.

Con la distancia que uno debe tomar con la información que viene de las redes sociales no creo equivocarme si defino a Alicia Pastore como bonaerense militante, mujer comprometida y agitadora cultural,  con una actividad literaria y divulgadora que a mí, ya se lo he comentado en algún chat, me da envidia, porque es tan frenética que cuesta seguir.
Enhebrados en la calle Buenos Aires de Bilbao

A inicios del pasado verano Alicia me envió “Enhebrados”, y yo paseé el libro por Bilbao, en correspondencia a sus fotos de mi último poemario frente a la Casa Rosada y el Obelisco, pero he tardado en dedicarle unas líneas por la dificultad y atención que se merece. 

Digo dificultad porque siempre me da la impresión de que detrás de sus palabras hay secretos que solo las mujeres entienden. Es como si tuvieran un idioma distinto que a los hombres nos cuesta comprender. Mientras nosotros nos solemos enfrascar en versos largos, descriptivos, casi siempre cercanos a la prosa, ellas desnudan los poemas de palabras superficiales, en el caso de Alicia hasta lo telegráfico (“…El niño, hombre temprano…”;…”No hay luz y es de noche…”), siempre con un amplio margen  a la sugerencia. 

En el caso de “Enhebrados” la misma estructura del poemario, una concatenación que va enhebrando la última palabra de cada poema con el título del siguiente, parece referirse a un oficio o actividad, la costura, que los hombres mayores asociamos a las mujeres que nos precedieron. El hilo va componiendo versos simples, a menudo de un solo vocablo, abundando en figuras poéticas de todo tipo: oxímoron (“duerme el desvelo”, “se celebra el llanto”, “el silencio nombra”…), personificaciones (“ahora las casas merodean”, “ella baja hasta el secreto”…), imágenes surrealistas (“Un viento con botas”, “la mancha azul roba a dentelladas la última ocasión de un hombre de negocios”…).

Pese a la brevedad del poemario (62 páginas) yo diría que hay varios libros en uno, todos desgarrados, con un desconsuelo (“no da opción la esperanza”) que deja muy poco margen a la ironía (solo he detectado ese “Dios, que no es sordo, /la acompaña/ hasta la farmacia”) aunque con un hilo común, el deseo, la ausencia, el poder, siempre asociado a la falsedad y la apariencia (“intimidan desde el rezo,/ embaucan desde la caricia”, “dinastías estridentes”, “vociferan jubilosos/ su ejecución/ en el patíbulo de la fama”…).

Savia, la segunda parte del libro es el relato de una vida, cómo no,  desde el punto de vista de una mujer (“Cuencos de savia/ los pechos,/ él los besa”, “panza redonda/ lo hace padre”,  “el niño es avaro/ de amor/ y devora”, “alivio es el hijo/tu mismo rostro”, “ve por primera vez esa cana”, “sus ojos se tientan/a veces/asoman al abismo/del frasco de pastillas/que acecha desde el vidrio”, “ahora esas casas/merodean/sobre baldíos grises/entre muertes/y otros abandonos”, “busca en un dios precario…una luz que despeje los indicios”, “escapando de sus dedos/de los dedos/de las manos/de los mártires/ y verdugos”) y Entrega, la parte final, más descriptiva (“unos dedos diligentes/apuran una fuga/sobre el piano…”, “la mujer pasa/frente a los ojos/del ciego,/único lugar/ donde no tiembla”, “la mendiga/hace guardia/en la puerta del bar”…) es una sucesión, una melodía de imágenes que acaban retornando al punto de partida, la aguja por la que alguien, un huésped, “enhebra lentamente su pesada herrumbre”.

Pero como toda selección me parece un atrevimiento, nada mejor que sumergirse en los distintos enlaces que nos llevan a sus versos y a su febril actividad divulgadora :.. \..\Libros\Alicia-Pastore-27-4-1.pdf 
http://agnesyelnomeolvides.blogspot.com.ar/ 
http://hacedores-del-arte.blogspot.com.ar/ 
http://de-rayo-en-fiesta.blogspot.com.ar/ 
youtube.com/c/uncaoslucido 
google.com/+uncaoslucido

De acompañamiento musical “Buenos Aires” de Xoel López, uno de los temas de “Atlántico”, considerado mejor álbum de autor español en 2013.


lunes, 22 de febrero de 2016

La azafata

LA AZAFATA

El 6 de noviembre de 2014, en una entrada motivada por el día de todos los santos, recordaba que ”a unos metros de la tumba de mi abuelo paterno en Barcelona había una sepultura con el busto de una azafata fallecida en un accidente en los años cuarenta o cincuenta del pasado siglo” (http://charlievedella.blogspot.com.es/2014/11/el-cementerio-el-recien-pasado1-de.html), una imagen que me impresionaba cuando era niño, por el realismo de la imagen y la juventud de la muchacha.


Desde que murió mi abuela, que cuando venía de visita a Barcelona acudía al cementerio a adecentar el nicho, cambiar las flores y rezar algo, no he vuelto a visitarlo. Sospecho incluso que, alejados todos sus familiares de la ciudad, los restos de mi abuelo habrán desaparecido o sido llevados a una fosa común, pero es, como el sonido de la tierra cayendo sobre el féretro de mi otro abuelo, emociones que te acompañan de por vida.

El periodista holandés Edwin Winkels, afincado en Barcelona desde hace dos décadas, debió sentir una emoción similar cuando visitó el cementerio tras el funeral de un conocido. Vio el busto realista de la azafata y un sentido epitafio que acababa, “tus nuevos compañeros de vuelo serán ángeles como tú", y no solo se decidió a saber de quién se trataba y cuáles fueron las circunstancias de su muerte, sino que tiró del personaje para escribir una novela, “El último vuelo”, que ha presentado hace unas semanas.

Gracias a Winkels sé más de Maribel Sastre, la única azafata de un vuelo de Aviaco que se estrelló en un macizo de la provincia de Segovia el 4 de diciembre de 1958. Tenía solo 18 años de edad. En las fotos que rememoran su corto pasado profesional, Maribel es una chica esbelta que camina
con un gesto tímido junto a varios pilotos. Eligió un destino arriesgado, en una época en la que la aviación era, como recuerdan las crónicas dedicadas a la publicación, un producto de lujo o de aventureros en un país que apenas salía de la miseria profunda de la posguerra. Aún años después viajé con mis padres a la hoy cosmopolita isla de Ibiza en un bimotor que aterrizó, literalmente, sobre una pista de tierra polvorienta. Claro, que eso era antes de que los gestores de capitales provincianas se empeñaran y empeñaran a sus ciudadanos por aeropuertos inservibles.

Maribel Sastre tendría ahora 75 años, una edad que hoy puede considerarse relativamente temprana para morir. Pese a ser contemporánea de ellos no conoció a los Beatles. En 1958, el año del accidente, la canción del año fue “Canastos”, interpretada por Gloria Lasso y Luis Mariano. Yo he preferido la número 2 porque el disco de cuatro canciones sonaba a menudo en casa de mis padres: “Mariquilla”, de José Luis y su guitarra.






jueves, 28 de enero de 2016

ANIVERSARIO

Como mañana es el tercer aniversario de la muerte de mi cuñado y amigo Ángel, aprovecho para publicar el micro relato que, dedicado a él, ha sido seleccionado para su edición en papel en el recientemente resuelto II Concurso Internacional de Micro Relatos, convocado por Ediciones de Letras. 

Argentinos vocacionales declarados, teníamos planificado un viaje a aquel país que al final no pudimos realizar. Por esa razón y el contenido final del micro relato, he escogido esta foto junto a un asado en una de nuestras asistencias a la fiesta que los bonaerenses dedican todos los años a Juan de Garay, segundo fundador de Buenos Aires, en Villalba de Losa, su lugar de nacimiento.

Vaya por Ángel!!!
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TRASPLANTES

Se han estudiado concienzudamente las posibilidades de rechazo de los órganos trasplantados, pero no sus consecuencias. Mario Quintana dejó de amar a su mujer de toda la vida cuando le pusieron el corazón de un hombre abrupto. A Felipe Temorís le quitaron la hiel que le hundía en la melancolía cuando su hígado fue cambiado por el de un hombre joven. Es desde entonces un ser jovial que mira el futuro con esperanza. Fermina Ciempozuelos no sabe lo que es la pereza desde que limpia su cuerpo con el riñón de un ejecutivo del Citybank que aplastó coche y huesos cerca de Collado Villalba. Mi cuñado Ángel no acabó el camino de Santiago con los pulmones de un corredor de fondo, pero el hombre al que cedió su alma es, como él, forofo de Boca y habla lunfardo. 

jueves, 21 de enero de 2016

El fechador

EL FECHADOR

Hace unos días volví a ver “El tambor de hojalata”, la historia de ese niño rebelde que no quiere crecer, y comprobé que, pese a sus rasgos de realismo mágico, hoy algo pasados de moda, ha aguantado bien el paso del tiempo. 

Cuando los nazis invaden Gdansk, la resistencia se refugia en la central de correos, desde la que les planta cara durante unas horas. En una de las escenas aparece un funcionario con un curioso matasellos de caucho y me he dado cuenta de que no se trata de una pieza arqueológica totalmente desaparecida, porque da la casualidad de que tengo una antigualla semejante en mi mesa  de trabajo, un fechador giratorio. 

No deja de ser chocante que en un contexto muy informatizado, donde el papel está en desuso, la comunicación se ejercita mediante buzones corporativos virtuales y muchos trámites pueden ser autogestionados por los usuarios, sobrevivan sellos y fechadores de caucho, por más que estemos acostumbrados a  ver a una funcionaria del Tribunal Constitucional registrando con un sello aparatoso el último recurso. Todo ello, por cierto, tras un mostrador (otro anacronismo) a modo de barricada.

El caso es que como apenas me quedan unos meses para jubilarme le he dado al fechador que sigue en mi mesa de trabajo un cierto valor simbólico, con esa vieja y permanente función de dar fe del paso de los días, los meses y los años, y como amante de la arqueología urbana y contemporánea me he distraído relacionando los restos prehistóricos que aún pueden encontrarse  en una cata más o menos superficial de mi entorno: una cajita con clips, una grapadora (una curiosidad: hace años las grapadoras que adquiría la administración siempre eran suizas, imagino que un signo de calidad), un calendario de hojas múltiples, con su santoral y su frase del día, dos gavetas metálicas, un cubilete con lápices y rotuladores…instrumentos que fueron de indispensable utilidad, como en mi infancia otros objetos desaparecidos: tinteros, punteros, plumillas, secantes o gomas de borrar.

Bueno, supongo que a todos nos hubiera gustado plantarnos en algún momento de nuestras vidas, como el niño del tambor de hojalata; conseguir que la rueda del fechador se bloquease en un momento feliz, pero como por el momento es imposible, conformémonos con que el deseo de Tequila se haya cumplido, aunque solo sea en parte: “Que el tiempo no te cambie”.

jueves, 7 de enero de 2016

EL ESTAMBUL DE ORHAN PAMUK

Acabo de leer el libro autobiográfico que Orhan Pamuk dedicó a “Estambul” en 2003, con una visión de la ciudad, ahora, trece años después, si cabe más melancólica y asociada a la palabra amargura, y he encontrado reflexiones sabias, como éstas que parecen enseñar el trasfondo de algunas de las cosas que están pasando ahora mismito por éstos y aquellos mundos… 


“La primera vez que me llevaron a la mezquita…Descubrí de nuevo que la religión era algo de los pobres pero también que, al contrario de los que se deducía por las caricaturas de los periódicos y por el ambiente republicano de casa, los piadosos eran personas inofensivas.

Pero por el ambiente despectivo de casa, que a veces se convertía en una furia autoritaria, también podía comprender que, aunque aquella gente fuera buena y pura, existía una contradicción entre su bondad y las cosas que creían que dificultaba grandes proyectos de modernización, de europeización y el desarrollo. No tanto como propietarios de bienes materiales sino como poseedores del derecho a juzgar, ya que éramos positivistas y occidentalizados, debíamos oponernos violentamente a que aquellos ignorantes se vincularan excesivamente a sus creencias, no solo para defender nuestros intereses sino también los del país…

Notaba que aquellas simpáticas creencias delos pobres podían alcanzar horribles dimensiones, que llegaban a amenazarnos a nosotros y a la patria y al Estado, que sentíamos más nuestros que suyos; también podía intuir que de esa manera quedaba justificada nuestra existencia como clase dominante…

La burguesía occidentalizada de Estambul siempre ha apoyado los golpes y las intervenciones de los militares en política que acontecían en Ankara, no por miedo a los ataques de la izquierda, sino, sobre todo, porque un día las clases inferiores y los ricos provincianos podían hacer bandera de la religión y unirse contra su estilo de vida.”


Buscando música turca he encontrado esta curiosidad. Se trata de Öykü y Berk Gürman, dos hermanos estambulís amantes del flamenco.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Joseph Brodsky

UN POEMA DE NAVIDAD DE JOSEPH BRODSKY 

Encarcelado cinco años por su condición de poeta, es decir, de “parásito social”, en los años de esplendor de la Unión Soviética, el poeta y premio Nobel de literatura de 1987, Joseph Brodsky, inició en 1962 un curioso proyecto, escribir un poema sobre la navidad todos los años, cosa que hizo hasta su muerte. 

Aunque recientemente he leído alguna crítica sobre la rentabilidad que Brodsky le sacó al cautiverio, una vez exiliado en los Estados Unidos (ver “Limonov” de Emmanuel Carrère), su obsesión me ha parecido merecedora de un homenaje, así que he aquí el poema compuesto en 1986.

Cae la nieve dejando al mundo reducido.
En esa época, se dan al desenfreno, los Pinkerton,
y te descubre a ti mismo, de cualquier manera,
la huella impresa en ella con descuido.
Esos hallazgos no exigen tributo.
Silencio por todo el barrio.
!Cuánta luz se metió en ese trozo de estrella
al llegar la noche! Tanta como fugitivos en una balsa.
No te ciegues, !mira! Tú también eres huérfano,
Desarraigado, canalla, estás fuera de la ley;
no busques, porque nada tienes. De tu boca,
como de un dragón, salen bocanadas de humo.
Mejor será que reces en voz alta, como un segundo Nazareno,
por los reyes sin reino que vagan por los presentes
en ambos confines de la tierra,
y por todos los niños en sus cunas.

De acompañamiento musical una rareza de Tom Waits que he encontrado buscando una de las canciones de navidad que conservo en vinilo, “Christmas card from a hooker in Minneapolis”, la amarga postal de navidad de una prostituta en un remix con la inevitable “Silent night” (Noche de paz).

Pues eso, felices fiestas…



viernes, 11 de diciembre de 2015

UNA CANCIÓN PARA EL VIERNES

Llevo unos días escuchando el último disco de "Yo la la tengo", un grupo de culto con 30 años de historia pero desconocido para mí hasta hace unas semanas, y como entre otras joyas hay una interpretación folk de "Friday i´m in love" ("Viernes,estoy enamorado"), uno de los himnos de The Cure, qué mejor para empezar el fin de semana que las dos versiones amorosas de un mismo viernes.





jueves, 3 de diciembre de 2015

LA “CLACA”

Esta semana me he acercado a la sala de exposiciones del Archivo Foral para ver la que han dedicado a la censura en los carteles cinematográficos durante el franquismo y la transición, en torno a la figura de Francisco Fernández Zarza, más conocido como Jano.

Jano no fue solo un buen y prolífico ilustrador y cartelista, sino un malabarista del mensaje visual, un moderno Daniele da Volterra, alias “Il braghettone”. Si éste se dedicó a cubrir los genitales que iba descubriendo su maestro Miguel Ángel, Jano tapaba escotes, alargaba faldas y convertía bikinis en bañadores recatados.

Como en otras ocasiones, la exposición solo tenía dos visitantes: otro señor y yo. Digo como otras veces que he ido yo y, por lo que me dicen, lo habitual vaya quien vaya, lo que es un poco triste, porque las propuestas de la sala suelen ser originales. Ahora bien, ¿quién es el otro señor? Lo he comentado con un amigo y hemos fabulado que debe ser un contratado, un figurante pagado que impide la desertización de la galería, alguien que hace de claca.

Al nombrar la palabra claca, equivalente catalán a claque, ambas en desuso, he recordado que gracias a un compañero de universidad practiqué ese oficio en alguna ocasión en el teatro Poliorama de Barcelona. Para los más jóvenes informar de que se llamaba claca o claque a un grupo de personas que cobraban por asistir a una representación para aplaudir y asegurar su éxito.

El caso es que mi amigo conocía por alguna circunstancia al hombre que la dirigía, un señor muy mayor que solía estar frente al local, y si el evento lo merecía ofrecía nuestros servicios. Creo recordar que el pase era una especie de cartón numerado que nos permitía acceder a un lugar del anfiteatro no especialmente bueno para seguir el espectáculo, pero a nosotros,
Teatro Poliorama
que no cobrábamos en dinero sino en especie, ver alguna obra teatral o cantante nos parecía premio suficiente, así que aplaudíamos más por convicción que porque se nos obligara.

El truco dejó de funcionar hace tiempo. Solo se me ocurre algo similar en la calificación que las redes hoteleras dejan a sus huéspedes, porque a menudo parecen falseadas por “claqueros” entusiastas o derrotistas, así que, literatura aparte, no creo que el espectador de la exposición de carteles cobre por ello, salvo que aceptemos que una buena parte de nuestras vidas es la claca que nos permite sobrevivirlas.


Como la que más recuerdo es la que practiqué viendo a Pau Riba en el viejo Poliorama, qué mejor que acabar con el primer éxito del muchacho: https://open.spotify.com/track/5ApXaLRBjPPVJlqtGNfCWL

lunes, 23 de noviembre de 2015

EL PERFIL

Hasta no hace tanto el perfil era únicamente la línea sinuosa que identificaba un rostro o un cuerpo ladeado y daba mucho juego en las descripciones literarias para dar consistencia a los personajes. El maestro Monterroso, tan buen escritor como verdulón, dio muestra de ello en uno de sus relatos. Decía que cuando pensaba en las mujeres no importaba la parte que fuera, pero si la parte era de adelante o de atrás mejor. Y parecía menospreciar el perfil: “No sé por qué nunca pienso en los otros dos lados que las mujeres tienen en el cuerpo”.

Pero ahora gastamos infinidad de perfiles. Unos, los profesionales, que nos son designados en función del nivel jerárquico o de responsabilidad en la empresa. Otros, los de las llamadas redes sociales, que nos damos como representación en imágenes y palabras de lo que creemos o queremos ser, entre ellos uno al que he estado dando vueltas estos días por ser de los más usados y actualizados: el perfil fotográfico del WhatsApp. La cita verbal la dejaremos para más adelante.


Suelo prestar atención a los cambios de este perfil. Me meto y agrando sus imágenes, intentando interpretar los mensajes cifrados que contiene, el estado de ánimo de su posesor, su evolución sentimental, su peripecia vital…No en vano se supone que estos perfiles expresan el “momento”, “su momento”.

Se les puede clasificar por edades, nacionalidad, aficiones, ideología, situación. Los muy jóvenes son lo que más cambian el perfil, pero no de perfil, porque todos son iguales: selfie con el chico o chica y colegas del momento. Las amamas/abuelas se hicieron una foto con el/la niet@ cuando lo llevaban en brazos, y como no se renueven imagino ese mismo perfil con el/la niñ@ acabando la carrera de ingenieros. Los activistas van cambiando la bandera de la república por la ikurriña, y ésta por el símbolo feminista o de la paz. Tengo un amigo perdidamente enamorado que se retrata dándole un piquito una mujer a la que lleva 30 años. A las sudamericanas les gusta lucir palmito, a los viajeros presumir de lo propio con imágenes de lugares comunes, a los deportistas dar fe de sus proezas, a los intelectuales demostrar que están al día. Los menos creativos utilizan un estilo directo, autorretrato de carnet, y finalmente los pusilánimes, entre los que me cuento, nos agazapamos en imágenes impersonales que creemos imaginativas, como queriendo esconder que nos importan.

En todos los casos hemos asumido que para estar conectados a los demás debemos  figurar en un escaparate virtual permanente, so pena de que nos digan que qué anticuados o atrofiados estamos, que hace meses que no cambiamos de perfil…


Como no se me ha ocurrido nada musicalmente pero el otro día vi el estupendo musical “Whisplash”, fonéticamente parecida a WhatsApp, me atrevo a desvelar su contenido final con la apabullante versión de “Caravan”. 

miércoles, 11 de noviembre de 2015

EL AQUASPINNING


Como ya advertí en un blog de hace unas semanas he decidido poner a salvo mis caderas, dejando de correr, y me he convertido en nadador nocturno, esa especie de personajes solitarios que permanecen en silencio mientras se desnudan en los lúgubres vestuarios de los polideportivos públicos. Bueno, no voy a insistir en su descripción; para eso ya estaba el poema de Manuel Vilas que publiqué el mes pasado (http://charlievedella.blogspot.com.es/2015/09/los-nadadores-nocturnos-otro-poema-de.html).  

Esta vez vengo a hacer una defensa corporativa del gremio. Veamos: en el polideportivo de mi barrio suele haber dos calles de ida y una de vuelta para nadar en los diferentes estilos que uno sea capaz de practicar, un número un poco apretadito en horas punta, en las que los nadadores nocturnos aparecemos como una plaga dispuesta a adelantar, variar el ritmo o el estilo, con tal de hacer un largo tras otro, como autómatas aventados. Parece de recibo que una, e incluso dos de las calles de la pileta estén dedicadas a enseñar a
nadar a renacuajos a menudo asustados y llorosos, pero hay algo que me viene irritando últimamente, a saber, que la calle “formativa”, para entendernos, se destine habitualmente a la práctica del “aquaspinning”, una moda de deporte semiacuático, para modernos y similares, robando una calle a los nadadores clásicos.

Creía que las piscinas eran para nadar y las bicicletas, además de para el verano, un medio de locomoción ecológico y saludable, pero la moda de los deportes híbridos ha llegado al paroxismo con estos grupos de ciclistas pedaleando dentro de una piscina a ritmo de música electrónica. 

Como en otros casos he hecho repaso al pasado, y he recordado a los ciclistas “de paseo”, una modalidad que ya no existe, a mi modo de ver desde que la circulación convirtió al ciclismo en deporte de riesgo y sus practicantes de cualquier índole se uniformaron con casos y gafas que los hacen irreconocibles. Como contraste he rescatado esta foto del

viaje que hice por el litoral de Galicia hace tres décadas y me he quedado perplejo al observar mi vestimenta, más propia de un turista que va a la compra que de un viajero que se  pedalea la costa de Vivero a Pontevedra. Recuerdo que en los veintitantos días que duró el viaje solo me crucé con otro ciclo turista en una carretera secundaria cercana a Cedeira. Nos dio tanta alegría que empezamos a levantar los brazos y a gritar como locos. Supongo que ninguno de los dos pensó que treinta años más tarde podíamos acabar viajando en una bicicleta estática sumergida en metro y medio de agua clorada. Pero es lo que hay.

Para musicar el blog, una de mis canciones favoritas de Francesco de Gregori: “Il bandito e il campione”.

domingo, 1 de noviembre de 2015

UN POEMA DE MARIÀ MANENT (1898-1988), 
PARA EL 1 DE NOVIEMBRE


He elegido para la ocasión de este nuevo 1 de noviembre un poema de Marià Manent y la versión de Al Tall de una pequeña canción del mismo autor ("A una oreneta que em desvetllà a trenc d'alba").


Barcelonés de origen pequeño burgués, Manent es creador de una poesía cristalina que presume de alcanzar el silencio ("La poesía ha de expresar con palabras el esplendor que reposa en el silencio"). Al margen de su propia obra, introdujo como traductor a Keats, Shelley, Dylan Thomas, William Blake o Emily Dickinson. Casi nada...


LA TOMBA DE RILKE
Reposes en l'extrem
cementiri, damunt la roca fosca,
amb l'heura muntanyana, que no tem
el gebre del febrer. Tens una creu ben tosca,
de fossar de pastors i camperols,
i cenyeix el teu clos una pedra corcada
com les arques de núvia. Neus i sols
han fet grisa la creu, amb color de boirada.
Però en la teva tomba hi ha una mica d'urc:
un escut cisellat, una mica de faula
de l'Àustria antiga, coronant el burg
solitari i extrem de la teva paraula.
Ací reposa el front que s'inclinà sovint
al silenci i a l'ombra;
i quan el vent dels Alps la neu escombra
damunt l'herbeta morta, els camperols, venint
de les vinyes, on tenen els ceps forma de lira,
no saben que s'amaga sota la creu el blau
i la por dels teus ulls d'infant, i que sospira
l'heura sobre el teu cor que ignorava la pau.

LA TUMBA DE RILKE
Reposas en el extremo
cementerio, sobre la oscura roca,
con al hiedra de monte, que no teme
la escarcha de febrero. Tienes una cruz tosca,
de osario de pastores y labriegos,
y ciñe tu cercado una piedra horadada
como un arca de novia. Nieves, soles,
han vuelto gris la cruz, niebla coloreada.
Pero en tu tumba hay un poco de orgullo:
un escudo labrado, algo de fábula
de la Austria antigua, coronando el burgo
solitario y final de tu palabra.
Aquí yace la frente que inclinó a menudo
a la sombra, al silencio;
y cuando barre la nieve alpino viento
sobre la hierba muerta, llegando los labriegos
de las viñas de cepas con figura de lira,
ignoran que la cruz cubre la azul mirada
y el miedo de tus ojos de niño, y que suspira
la hiedra, sobre tu corazón que la paz ignoraba.

martes, 20 de octubre de 2015

ATZAVARA


Paseando de noche por el centro de Reus hace unos días, nos llamó la atención el nombre de una tienda, Atzavara, porque nos recordaba el nombre de una novela que Vázquez Montalbán publicó en un ya lejano 1987. No en vano el propio VM nos dejó hace ya una eternidad, 2003, mientras hacía escala en el aeropuerto de Bangkok, una de las ciudades en las que Pepe Carvalho, su alter ego, protagonizó una de sus múltiples aventuras. Me entero de que la Atvazara es una planta tan común que un ejemplar decora un rincón de la terraza de casa. Yo la conocía como pita, y casualmente porque un libro de Juan Goytisolo, “Campos de Níjar”, me llevó a recorrerlos y descubrir su vegetación desolada. En la novela de VM Atzavara es el nombre ficticio de la localidad en la que se desarrolla la trama.

Supongo que el nombre de la tienda de Reus no es una referencia literaria, pero sinceramente, nos alegró la noche. Nos recordó al gordo que se colaba en todo tipo de coplas y festejos en los años setenta del pasado siglo, pese a una fe leninista en retroceso. Un placer.

atzavara
Las tiendas de toda la vida suelen sacar pecho histórico, sea subtitulando el nombre con el año de apertura o subrayando que actualmente la regentan los herederos de…….., a veces hijos o hasta nietos del fundador. Las más modernas se adaptan a modas y abrazan anglicismos o se refugian en lenguas identitarias, pero lo más común es relacionar el nombre del negocio y lo que se vende. La tienda de juguetes del barrio de mi infancia se llamaba “Los Reyes”, que era entonces el día elegido para recibirlos, y solo una cierta pereza mental las titulaba con el nombre de la calle, de la mujer o de los hijos. La referencia cultural o el exotismo era para las librerías y los cines, en tiempos pretéritos ejemplo de modernidad (Moderno, Nuevo, Novedades…)

Una elección desafortunada o un equívoco todavía puede pagarse con algún problema legal, pero en otras épocas la cosa podía complicarse. En la misma manzana de la casa de mis padres había una librería que se llamaba “Internacional”. Estaba dedicada al libro técnico y su nombre no tenía connotación política alguna, pero durante el franquismo un grupo fascista la tomó con ella y la dedicó artefactos explosivos en varias ocasiones. 

En mi juventud regenté con mi tocayo CV una tienda de discos a la que también dimos  un nombre vegetal: “La mandrágora”. Era socorrido porque le daba un toque esotérico y contracultural. Duró tres años en los que demostramos que no servíamos para el negocio. A un grupito seguidor de Bob Marley y Peter Tosh les solía repetir, muy chulo yo, que no me gustaba el reggae, de lo que me arrepentiría oyendo cantar a Marley con sus Wailers en la Monumental de Barcelona no mucho antes de morir. Un veterano que me pedía novedades de jazz, se revolvía cabreado repitiendo que aquello no era jazz cuando le sacaba lo último de Chick Corea y la Weather Report. Siempre haciendo clientes…

Pese a nuestras preferencias, tengo que reconocer que algunos de los discos que más vendimos eran de Julio Iglesias, el inevitable de Eydie Gorme y Los Panchos - no sé si se seguirá editando pero era un crack en ventas - y en navidad, de Parchís y otros grupos de niños insoportables. Como podéis ver todo muy underground. Eso sí, hicimos muchos amigos, nos lo pasamos bien y no perdimos dinero, que ya es. Hace unos dos años me localizó un cliente del que no sabía nada desde hacía más de treinta años a través de Facebook y confieso que me hizo mucha ilusión. Como cuando vi el rótulo de la atzavara en la tienda de Reus.

Para los que puedan pensar que copiamos el nombre de Mandrágora del famoso primer disco de Sabina, Krahe y Alberto Pérez, decir que nuestra tienda abrió antes de su publicación, lo que no obsta para aprovechar el viaje:

lunes, 5 de octubre de 2015

ESTRAFALARIA SOLIDARIDAD

Mucho antes de que se convirtiera en un nacionalista radical leí escribir a Fernando Savater que la solidaridad era la “soledad compartida”, una definición que me gustó, quizás porque se ajusta a la que soy capaz de ejercer y espero recibir, y se escapa del concepto de caridad, un gesto pretendidamente altruista que solo se ejerce desde posiciones de poder.

Leí hace días que en mi barrio se iba a celebrar un curioso evento solidario consistente en reunir a todo energúmeno dispuesto a comerse 13 bocadillos en 120 minutos, con el fin de que quien no lo consiga destine el pago de la manduca a una asociación contra el cáncer infantil. Supongo que habrá alguna razón personal, pero ¡¡¡Hostia!!!

La idea me ha recordado las famosas “mariscadas pro presos” que los abertzales festejan o festejaban en este mismo barrio, a los que siempre he imaginado chupando cabezas de langostinos mientras los destinatarios de su solidaridad se pudrían en las cárceles entre huelga y huelga de hambre.

En fin, creo que aún persisten los mercadillos “solidarios” y múltiples colectas a beneficio de enfermos, perseguidos y menesterosos, casi siempre ajenos o lejanos - a los cercanos que les parta un rayo – que gente bien, y de bien, aprovecha todavía para lucir joyero y vestuario. Pero lo que más me repatea es esta nueva plaga, más humilde y popular, de decorar la mala conciencia con patrocinios filántropos, en algunos casos, como el de la bocadillada, sencillamente estrafalaria.


La canción no tiene que ver nada con el tema y el video no mola, pero a mí me parece escuchar a los primeros Pretenders…(Florence+The Machine – “Ship to wreck”)