Sigo recopilando las músicas expuestas en el blog y hay
en esos dos años un itinerario que a menudo tira a la nostalgia,
quizás porque en mayo de 2016 dejé los bártulos en la Gran Vía de
Bilbao y me jubilé. Parece que entrara uno en una especie de limbo
que dura unos meses en los que descubre un nuevo punto de vista de la
ciudad y las personas. También veo a algún músico o cantante que
apenas conozco, seguramente buscados con denuedo para equilibrar los
textos, como esos raros Oyku y Berk o Angelique Ionatos, a la que
tras volver a oír su versión de “Cette blessure” me he visto
impulsado a rebuscar y….... claro, las debilidades personales, como
Vincent Delerm, Paolo Fresu, Kings of Convenience, Julio Bustamante,
Leo Ferré o el omnipresente Bob Dylan. Volveremos...
El día y la
situación piden algo de juerga y pelea pero con cautela pandémica, que la cosa aún no está para brometas. Roba Estesa, grupo
folk de mujeres del Camp de Tarragona fundado en 2013, le pega a una
y otra vertiente de la vida: “Una altra ronda” y “Les Criades”.
UNA
ALTRA RONDA
Després
d'un mal dia al carrer em trobo la Jordina Que
avui fa l'aniversari, vol que l'acompanyi al bar Ens
mirem amb simpatia, amb un gest mutu d'empatia I
ja a la primera taula que comenci el festival... Que
comenci el festival!
Posa'm
un got de moscatell, una cassalla Ratafia,
un burret o una pomada! Una
mamadeta, un masclet, un rom cremat, un
got d'aigua de València o aromes de Montserrat!
Ja
havent agafat el "puntillo" amb una barreja mortal de
begudes de la terra, ens disposem a fer mal Doncs
m'agafa la mà esquerra, a l'atenció de la cambrera Ens
demanem una altra ronda i després ja veurem què tal... Després
ja veurem què tal!
Posa'm
un got de moscatell, una cassalla Ratafia,
un burret o una pomada! Una
mamadeta, un masclet, un rom cremat Un
got d'aigua de València o aromes de Montserrat!
I
aguantant la compostura, intentant fer-me la madura "què,
carai!" diu la Jordina "una altra no et farà pas mal!"
¡La
nit és jove, la nit és festa, demà ja en patirem la resta!
Però
avui fins que el cos aguanti traurà fum aquest local... Traurà
fum aquest local!
Posa'm
un got de moscatell, una cassalla Ratafia,
un burret o una pomada! Una
mamadeta, un masclet, un rom cremat Un
got d'aigua de València o aromes de Montserrat!
LES CRIADES
Tenim
l'alegria de viure
Tenim la sort de ser aquí
Volem
arribar més enllà
Sabem que no serà fàcil camí
Reservem
totes les forces
Perquè quan el dia arribi
Tinguem les
armes preparades i esmolades per lluitar
No
cosirem mai més els vostres botons
Ni la vora de baix dels
pantalons
Però atenció, no desarem mai les agulles
Que
ens han fet les mans tant dures, per ofegar tots els nostres
malsons
I per punxar-los els collons
Tenim
la dissort de ser valentes
Tenim les mans, tenim els
pits
Volem que per tot lloc ressoni
El que ha sigut
sempre el nostre crit
I
reservem l'afany de riure
Perquè el plor no ens
entristeixi
Tinguem les armes preparades i esmolades per
lluitar
No
cosirem mai més els vostres botons
Ni la vora de baix dels
pantalons
Però atenció, no desarem mai les agulles
Que
ens han fet les mans tant dures, per ofegar tots els nostres
malsons
I per punxar-los els collons
OTRA
RONDA
Después de una mal día en la calle me encuentro a Jordinaque hoy está de cumpleaños, quiere que la acompañe al bar. Nos miramos con simpatía, con gesto mutuo de empatía y ya en la primera mesa que empiece el festival...
¡Que empiece el festival!¡Ponme un vaso de moscatel, una cazalla, ratafia, un burrito o una pomada! ¡Una mamadita, un masclet, un ron quemado, un vaso de agua de Valencia o aromas de Montserrat!
Ya habiendo cogido el puntillo con una mezcla mortal de bebidas de la tierra, nos disponemos a hacer el mal. Pues me coge la mano izquierda, a la atención de la camarera, nos pedimos otra ronda y después ya veremos qué tal...
¡Después ya veremos qué tal!
¡Ponme un vaso de moscatel, una cazalla, ratafia, un burrito o una pomada! ¡Una mamadita, un masclet, un ron quemado, un vaso de agua de Valencia o aromas de Montserrat!
Y aguantando la compostura, intentando hacerme la madura "¡qué, caray!" dice Jordina "¡otra no te hará daño!"
¡La noche es joven, la noche es fiesta, mañana ya sufriremos el resto!
Pero hoy hasta que el cuerpo aguante echará humo este local...
¡Echará humo este local!
¡Ponme un vaso de moscatel, una cazalla, ratafia, un burrito o una pomada! ¡Una mamadita, una perilla, un ron quemado, un vaso de agua de Valencia o aromas de Montserrat!
LAS
CRIADAS
Tenemos la alegría de vivir Tenemos la suerte de estar aquí Queremos llegar más allá Sabemos que el camino no será fácil
Reservamos todas las fuerzas para que cuando llegue el día tengamos las armas preparadas y afiladas para luchar
No coseremos nunca más vuestros botones ni la vuelta del bajo de los pantalones, pero atención, no guardaremos las agujas que han endurecido nuestras manos, para ahogar nuestras pesadillas y pincharles los cojones
Tenemos la desdicha de ser valientes Tenemos las manos, los pechos, queremos que resuene por doquier el que ha siempre nuestro grito
Y reservamos el afán de reír porque el llanto nos entristece tenemos las armas preparadas y afiladas para luchar
No coseremos nunca más vuestros botones ni la vuelta del bajo de los pantalones, pero atención, no guardaremos las agujas que han endurecido nuestras manos, para ahogar nuestras pesadillas y pincharles los cojones
Mientras redacto estas líneas me entero de la muerte del poeta Joan Margarit, a quien precisamente había pensado hacer referencia una vez más en el preámbulo, por la confirmación de ese verso que dice que la "música consuela". Sirva pues de humilde homenaje a su poesía.
El caso es que tras ya
casi diez años de vida bloguera me ha parecido interesante revisar
las músicas que he ido dejando atrás, una especie de biografía sonora que
encuentro marcada por esa necesidad, la del consuelo, no ya por los
dolores propios, uno no se puede quejar, sino por los ajenos, quizás
por los futuros, esos que prevemos a quienes nos siguen. La música
compensa los sinsabores, es un remanso inmaterial de felicidad. Nos
emociona o nos hace bailar. Si alguna vez pienso en cómo me gustaría
morir, recuerdo a mi abuelo materno, que se fue oyendo música en un
viejo transistor. Si tuviera tiempo escogería eso que ahora se llama
playlist. Sería una larga lista muy difícil de graduar, tantas son
las canciones que nos acompañan en la vida, y la de estos casi
cuatro primeros años (entre 2012 y 2015) del blog creo que no
estarían nada mal.
A la hora de la
estadística veo que en estos años solo repiten Vincent Delerm y
Paolo Fresu, que sé también lo hacen en blogs posteriores, y que
aunque hay un poco de todo predominan los cantautores clásicos,
folkies y grupos o cantantes pop. Hay también alguna curiosidad,
como esa interpretación del gag de la máquina de escribir de Jerry
Lewis por la orquesta de Alfredo Anaya, y muchos “evidentes”, Serrat, Who, Beatles, Platters, Bruce Springsteen...Por algo se les puede clasificar así. Así que ahí está la playlist con sus enlaces correspondientes.
Una
de las obsesiones de mi madre cuando salíamos de casa era cerrar la
llave del gas. Pese a que recuerdo permanentemente abierta la ventana
de la cocina, en uno de cuyos rincones estaba la caldera que había pasado del carbón al gas, mi madre lo cerraba todas las noches y ese, su cierre, era también el
último gesto antes de salir de viaje.
Muchos años después, mientras compartía ese mismo piso con uno de mis mejores amigos, estuvimos a punto de saltar por los aires si él, al llegar a casa, no hubiera detectado un tremendo olor a gas. La goma que unía la instalación general con los fogones de la cocina estaba rajada y nosotros no teníamos la misma precaución que mi madre.
La foto que acompaño no es una llave de paso pero sí una llave del gas, la que mediante un simple giro manual a ciegas, es decir, sin graduación alguna, eleva la presión de la caldera de casa. Hace ya años que le serví en bandeja a un familiar de mi mujer, ingeniero experto en termodinámica, la posibilidad de hacernos ricos. La idea era simple: diseñar un sistema medible que sustituyera la endiablada llave. Como el hombre llevaba tiempo retirado decidió no complicarse la vida enriqueciéndose, de modo que seguí con la vieja y clásica llave del gas.
Cuando
renovamos la caldera hace ahora unos tres años pensé que
la cosa cambiaría. El instalador, tras confesarme que la
caldera desahuciada, con cinco lustros de buen servicio, era la más
vieja de la provincia, me advirtió que la nueva no sería tan
longeva. Como bien recoge Santiago Niño en su último libro
(“Capitalismo 1679-2065” – Ed. Ariel), más que recomendable
imprescindible para entender la evolución de ese sistema, “hoy en día
las inversiones en I+D son para ver cómo reducir la durabilidad de
los aparatos, más que para mejorarlos para el consumidor”. Estamos
hablando de la maldita obsolescencia programada, que el autor de la
frase, Benito Muro, denuncia y combate desde una fundación ad hoc.
No
obstante, el nuevo diseño y una aplicación informática para móvil
que te permite encender la calefacción a la temperatura que quieras
desde Houston o Reikiavik alentaron mi esperanza de que la modernidad
llegara por fin a la cocina de casa. En vano. La llave sigue ahí.
De
vez en cuando, afortunadamente, el móvil me avisa de que la presión
ha variado a situación de emergencia, aunque uno siga de vacaciones
en una de esas ciudades lejanas. Los alardes de la tecnología...
Solo hay un problema, para recuperar el tono barométrico deberé
trasladarme al aeropuerto, coger el primer avión, y ya una vez en
casa mover la llave hacia la pared con cuidado. La mitad del camino
ha sido recorrido. Solo queda mirar durante horas el indicador
luminoso de la caldera, porque es habitual que el giro manual no guarde la precisión de muñeca de un jugador de tenis o pingpong, y uno se quede
corto o se pase. En el primer caso habrá que insistir, y en el
segundo que recurrir al desagüe, también manual claro está, de los
radiadores. Tranquilos, el proceso solo suele durar unas tres o
cuatro horas. Superado el mal trago puedes volver a seguir tus vacaciones en alguna playa de las Maldivas.
Y
bien, valga este relato exhaustivo sobre mi prolongado litigio con
las llaves de gas como una metáfora de las contradicciones en el
mundo de las nuevas tecnologías, en su uso perverso o simplemente
torpe y despreocupado por parte de los fabricantes. Por cierto, si a
algún ingeniero o simple fontanero se le ocurre una solución,
bienvenido sea. Le pago la patente.
La obsolescencia programada en el caso de las personas genera bromas macabras. Mientras redactaba este blog se corrió como la pólvora que había fallecido Eric Burdon, cantante que fue de los queridos Animals de mi adolescencia (mi amigo "Patato" me llamaba Chas en honor de su bajista, Chas Chandler, y así firmaba yo mis cosas por entonces/ambos, mi amigo y Chandler sí cayeron hace años).
Esta actuación de los Animals cantando el "Boom, boom" de John Lee Hooker con una fuerza salvaje en Wembley-1965 va por todos ellos.
En
alguna ocasión he hablado de las reliquias que uno encuentra al
abrir libros que compró en su juventud: la dedicatoria de una novia
en una servilleta, billetes de tranvía, de ferrocarril, teléfonos
de vaya usted a saber quién...Pues bien, hace unas semanas y en un mismo día me topé con la mitad de mi vida laboral en tres
tarjetas. Como para no
creer en la “apofenia”…
Además
de haber perdido uso popular, en mi caso el bastardo de marcapáginas, la tarjeta de visita es hoy más un
reclamo estético que una herramienta de vinculación, pero en su
momento tuvo esa carga importante de consideración, fuera este profesional
o personal, a quien se le daba. El formato clásico utilizaba una
tipografía parecida e incluía en el centro nombre, apellidos y
profesión, y abajo, en letra más pequeña, el domicilio social o
particular y el teléfono siempre fijo. El modelo era tan clásico
que cuando algún familiar muy allegado fallecía, la tarjeta
incorporaba el luto en el perímetro o en uno de sus ángulos.
El clasismo se manifestaba a menudo en el contenido profesional, desde la ocultación a la impostura, pasando por la ostentación o la simple información. A lo largo de mi vida he visto tarjetas con jerarquías inexistentes o pomposas, como jefes de división o de área en empresas que solo tenían una trabajadora, la secretaria. Recuerdo que un amigo de mi familia se autosignaba la condición de abogado cuando sus conocidos sabíamos que no lo era, pero imagino que le daba el status que envidiaba en otros foros. En sentido contrario el reparto de tarjetas en la administración con el fin, se decía, de dotar a los funcionarios de la dignidad del ámbito privado, duró el tiempo que tardaron en darse cuenta de que era, como en el caso de los "expertos" del ministerio de sanidad, ponerlos al pie de los caballos de un usuario iracundo. En
cuanto a lo “de visita” es también algo pretérito, porque la
gente ya no se visita, simplemente se encuentra, y hasta podríamos
decir que nunca fue un apellido adecuado porque siempre fue más bien
una tarjeta de presentación ante desconocidos o la llave de papel
que te abría las puertas de un trabajo, un enchufe o un negociete.
Cuando la tarjeta de visita se batió en retirada, el PVC se acumuló en las carteras de bolsillo de millones de pretendientes a yuppie, a los que un vendedor de productos bancarios seducía con cantos de sirena. “Tenemos el placer de ofrecerle la tarjeta oro para clientes preferentes”, le decían, y el pavo caía sin remisión. No había aprendiz de ejecutivo que no luciera una colección de tarjetas de crédito y carnets deportivos como si fuera el medallero de un militar de alto rango o un atleta multilaureado.
El
móvil y sus múltiples aplicaciones ha traspasado a la nube el
vínculo de papel y por lo que veo en internet, la tarjeta, yo hace
lustros que no la uso, solo se mantiene como marca corporativa.
Acoge colores llamativos y una tipografía vanguardista que nada
tiene que ver con la que hace ya cincuenta años, sin que siquiera
constara mi nombre, era el salvoconducto de la primera empresa para
la que trabajé: COMERCO, una pequeña oficina instrumental y ya desaparecida que hacía los
estudios de mercado de la entonces primera empresa europea de alimentación. Pero eso es otra historia...
Como no se me ocurría nada relacionado con una tarjeta coloco una de esas piezas que uno escucha de vez en cuando para pegarse un subidón,"Lifeboat", de la Penguin Cafe Orchestra, en un curioso video de viaje por Dublín. Puedo presumir de haber disfrutado de una deliciosa actuación del grupo en Barakaldo, poco antes de que desapareciera tras la muerte prematura de su co-líder, Simon Jeffes.
Según datos publicados recientemente por el registro de la Asociación Innovación y Derechos Humanos (https://ihr.world/es/2020/12/17/con-la-depuracion-de-los-maestros-superamos-un-millon-de-registros/), el franquismo tramitó nada menos que 564.269 expedientes de depuración a trabajadores relacionados con la enseñanza. No solo se trataba de catedráticos y profesores, sino también de administrativos, ayudantes y colaboradores. Teniendo en cuenta que cerca de 60.000 profesor@s de la primera enseñanza pública, gratuita, laica, mixta y obligatoria de nuestra historia acabaron efectivamente depurad@s, sea mediante fusilamiento o apartamiento definitivo o temporal, y sustituid@s por gente cuya única solvencia pedagógica era su afinidad al régimen, nos podemos hacer una idea del desastre que pudo suponer para la alfabetización e instrucción de aquellas generaciones, e indirectamente para el desarrollo de la cultura, la ciencia y el progreso hasta nuestros días.
Para nuestra desgracia, la república, con sus errores y sombras, solo fue un pequeño paréntesis en la historia de los pueblos del estado. La educación cayó en gran parte en manos de iletrad@s y/o fanátic@s nacional católic@s, y quienes sobrevivieron y recuperaron su puesto lo hicieron a costa de autocensurarse para pasar desapercibidos. Los que coincidimos con alguno de aquell@s maestr@s recordaremos a personajes cautos, de silencios calculados, que hacían equilibrios para transmitirnos la curiosidad y autonomía de pensamiento que suele acompañar a los valores democráticos.
El doctor Luis Montes
Hace unas semanas una contundente mayoría parlamentaria aprobó el proyecto de Ley Orgánica Reguladora de la Eutanasia, pero el reguero de basura que la aprobación del proyecto de ley ha ido dejando hasta su aprobación forma parte de ese lastre sedimentado durante siglos. En 2005 el médico anestesista y excoordinador de urgencias del Hospital Severo Ochoa de Madrid, Luis Montes, fue acusado por el gobierno de Esperanza Aguirre de la realización de hasta 400 presuntas “sedaciones terminales irregulares”. Para Miguel Ángel Rodríguez, asesor de IDA, la presidenta actual, esas sedaciones fueron auténticos asesinatos a manos de un nazi. Según declaraciones de Luis Montes, cesado fulminantemente, linchado hasta su absolución por personajes como el citado, la acusación, que se llevó por delante a 27 médicos del servicio de urgencias, entre ellos a 7 supervisores, fue un ataque a la línea de flotación de la sanidad pública, una cortina de humo para la construcción con dinero público de ocho hospitales posteriormente privatizados. Luis Montes falleció en abril de 2018 sin que recuperara su puesto, pese a la sentencia favorable de la Audiencia Provincial y otra que condenó al borrachete Rodríguez por “delito continuado de injuria grave”, seguramente una condena que le dio puntos para ocupar su puesto actual. Montes defendía el derecho de las personas a disponer de su propia vida y aunque luchó por la legalización de la eutanasia siempre respetó la legislación del momento.
Otra víctima de la resistencia a un derecho tan simple como el de decidir cómo y cuándo uno muere es Ángel Hernández, que en abril de 2019 ayudó a morir a su esposa, enferma terminal, tras un reiterado e incluso filmado consentimiento. Ángel está a la espera de juicio oral porque la fiscalía le pide 6 meses de prisión por “violencia de género”, manda güevos…, una situación que la nueva ley esperemos deje en dique seco.
Decía Gil de Biedma que “de todas las historias de la historia la más triste sin duda es la de España, porque termina mal”. Un reciente informe del Peterson Institute for International Economics (PIEE) confirma el lastre que arrastramos, la herencia secular del poder entre unas cuantas familias que dominan como una telaraña la iglesia, las finanzas, la administración, la empresa, el ejército y...obviamente la monarquía. Tal como señala el informe, casi el 54% de las grandes fortunas españolas son heredadas, 21 de las primeras 100 desde hace varias generaciones.
Con estos mimbres es comprensible el poco dinamismo de la sociedad española. Cualquier cambio, del tipo que sea, se enfrenta a un muro conservador que hace imposible la escalera social e impide que l@s más capacitad@s estén en igualdad de condiciones. Un país en el que hablar de modelo de estado, derecho de autodeterminación, está simplemente vetado; hay capas de la sociedad que ni siquiera entienden que existan otras lenguas en su territorio, que dan por hecho que el español tiene que ser creyente porque el mundo le hizo así y cree que el ejército no está para defender de eventuales ataques externos, sino de cualquier pretensión de modificar el mapa social. Desde la transición esos sectores se han opuesto al divorcio, el derecho al aborto, el matrimonio homosexual, han puesto palos en las ruedas a la enseñanza pública y la sanidad universal, niegan la existencia de violencia de género y finalmente, solo hace unos días han llamado asesinos a los defensores de la eutanasia. Quién da más?
Resumiendo: seamos pragmáticos y dejémonos de hostias. Aprovechemos el momento actual y soltemos todo el lastre que podamos. No sabemos cuando tendremos otra oportunidad.
Aunque no niego su calidad nunca he sido fan de Van Morrison (creo que solo tengo dos discos suyos), pero desde que le vi en un concierto anodino y envarado en el Euskalduna hasta le tenía castigado. Una madrugada de estas la SER ofreció un recopilatorio de sus últimas grabaciones, entre ellas la que junto al organista y trompetista Joey DeFrancesco ha dedicado a versionar obras propias y ajenas, lo que me ha ayudado a perdonarle. Para la reconciliación he escogido esta actuación en el San Francisco Jazz Center.
Me
encantaría que las atípicas fiestas que nos esperan demuestren que
hay otras formas de acompañarse; que como dice Saramago “no pasa
nada”, nada importante, si es que no es importante esa mano,
“solamente tu mano” de la que sí depende “muchísimo del
mundo, la sucesión de las cuatro estaciones, el canto de los gallos,
el amor de los hombres”.
Pasadlo
lo mejor que podáis!!!
Navidad
Ni
aquí, ni ahora. Vana promesa De otro calor y nuevo
descubrimiento
Se deshace bajo la hora que anochece.
¿Brillan
luces en el cielo? Siempre brillaron.
De esa vieja ilusión
desengañémonos:
Es día de Navidad. No pasa nada.
Jose
Saramago (Azinhaga/Portugal – 1922-2010), premio Nobel de
literatura 1998.
Happy
New Year
Mira,
no pido mucho,
solamente
tu mano, tenerla
como
un sapito que duerme así contento.
Necesito
esa puerta que me dabas
para
entrar a tu mundo, ese trocito
de
azúcar verde, de redondo alegre.
¿No
me prestas tu mano en esta noche
de
fin de año de lechuzas roncas?
No
puedes, por razones técnicas. Entonces
la
tramo en aire, urdiendo cada dedo,
el
durazno sedoso de la palma
y
el dorso, ese país de azules árboles.
Así
la tomo y la sostengo, como
si
de ello dependiera
muchísimo
del mundo,
la
sucesión de las cuatro estaciones,
el
canto de los gallos, el amor de los hombres.
Julio Cortázar (Ixelles/Bélgica - 1914-1984)
Además de reo de la cárcel de Stockton con una condena de 19 años
de cárcel por el asesinato de la actriz Lana Clarkson, Phil Spector
es el gran genio de la producción musical de estudio. Leo que esta
grabación de 1963 con The Ronettes, The Crystals, Darlene Love, Bob
B. Soxx and the Blue Jeans está considerado el mejor disco de
villancicos de todos los tiempos. Solo es cuestión de comprobarlo.
Dashiell Hammett, si no el mejor sí el escritor que más ha influido en la historia de la novela negra, trabajó para la agencia de detectives Pinkerton entre 1915 y 1922. Sabía por tanto de qué hablaba cuando solo un año después creó al agente de La Continental, un tipo bajo y regordete, hermético y sagaz, cuya amante nocturna más preciada era una botella de güisqui King George. Si no habláramos de un personaje de novela que trabaja en la sucursal de San Francisco (USA) creeríamos que se trata del mismísimo Villarejo, ese hombre bajo, regordete, hermético y sagaz que mantiene en vilo al Estado y a buena parte de la clase política y empresarial. La única diferencia es que en el fondo el agente de La Continental, como el propio Hammett, era un sentimental que valoraba una cierto modelo de lealtad.
La agencia Pinkerton tiene una “inmaculada” hoja al servicio de grandes empresas y corporaciones. En 1875 detectives infiltrados acabaron con las revueltas de los Molly Maguires, un movimiento de origen irlandés que reivindicaba mejores condiciones laborales. Diez de sus dirigentes fueron ahorcados en 1877, tras un juicio lleno de irregularidades. En 1886 trescientos de sus agentes más aguerridos se trasladaron a Chicago para acabar con los últimos rescoldos de la huelga por la jornada de ocho horas que dio pie a la consagración del primero de mayo como día de los trabajadores. La agencia tampoco fue ajena a las masacres de la plaza de Homestead y Ludlow, en 1892 y 1914, y solo pasó a un segundo plano cuando la represión fue asumida por las policías de condado y se produjo un avance en los derechos laborales de los trabajadores a partir de la segunda década del pasado siglo.
AMAZON RESUCITA A LA PINKERTON
La noticia de que la Pinkerton viene trabajando para Amazon desde hace al menos dos años me ha llevado a revisar esa etapa más cruenta y visible de la agencia, desconociendo que seguía vivita y coleando, y de qué manera…
La agencia de detectives Pinkerton ya no necesita matones con más o menos modernas armas de repetición. Ahora todo es más sutil pero no menos contundente. Integrada como división de “inteligencia” y “protección” de la potente empresa sueca Securitas AB, su reaparición en los medios durante el presente siglo se produjo en la Universidad de York (Toronto) en 2003, cuando un pequeño grupo de detectives escoltó al activista de extrema derecha y ex asesor de Bush y Giuliani, Daniel Pipes. Pero su retorno al pasado anti sindical, algo más de cien años después de la masacre de Ludlow, se da en 2018, cuando trabajadores de Frontier Communications, en ese momento octava empresa proveedora de manga ancha en USA y en quiebra desde abril de 2020, denuncian que son seguidos e intimidados por miembros de Pinkerton.
Según diversas fuentes el trabajo para Amazon comienza en 2019, cuando la empresa de comercio electrónico introduce a “espías” de la Pinkerton en un almacén de Wroclaw (Polonia) alegando un supuesto fraude en la contratación de trabajadores. Según la portavoz de la empresa, Amazon solo pretendía "asegurar los envíos de alto valor en tránsito", no reunir información de inteligencia sobre los trabajadores del almacén; todas las actividades están "totalmente en consonancia con las leyes locales", pero lo cierto es que el Centro de Operaciones de Seguridad Global de Amazon, (a que acojona el nombre…) puso a sus analistas de datos a rastrear las actividades de las incipientes organizaciones sindicales, incluidas fecha, hora y lugar de sus reuniones.
Ese mismo año Amazon parece resuelta a cercenar el movimiento iniciado con las huelgas de 2018 en el centro de San Fernando de Henares, ahora en España, que pretendía relanzarse aprovechando el Black Friday. Además de las técnicas habituales de la compañía, entre las que se incluye la existencia de un video de “capacitación para acabar con los sindicatos” de casi treinta minutos, la multinacional se pone en comunicación con el hombre de la Pinkerton en nuestro país, Julián Peribáñez, propietario de la agencia de detectives Castor & Polux y autor del libro “Descubriendo el laberinto rojo”, sobre el nacimiento de Podemos. El encargo consiste en espiar las huelgas previstas durante el otoño de 2019, así como toda información colateral, principalmente periodística. El Diario.es habla específicamente de una especie de lista negra, en la que aparecería Juan Martínez, a quien los documentos internos de Amazon definen como “un periodista habitualmente crítico y muy próximo a los sindicatos". Según ese mismo diario en el encargo para espiar la huelga del 30 de octubre de 2019 en Barcelona, Castor & Polux contó con la colaboración de Antonio Giménez Raso, el hombre de Villarejo en Catalunya.
CONSPIRACIÓN Y CONTROL SOCIAL
Como husmeador de redes varias, he frecuentado durante la pandemia comentarios que achacan el virus a una conspiración universal con un objetivo final: insertarnos un chip, financiado por Soros y Bill Gates, con el que los enviados del diablo nos controlarían definitivamente.
Lo paradójico es que quienes defienden esas tesis lo hacen a menudo de forma hiperactiva a través de Goggle y un móvil cuyo mantenimiento en línea les cuesta una pasta mensual, es decir, de redes que saben hasta la talla de sus bragas o calzoncillos. Amazon no es una excepción: su base de 30 millones de clientes en 2010 o sus más de 200 millones de apuntados al Prime Day en 2017 son datos desfasados. En el interín Jeff Bezos, el fundador, se ha convertido en el tipo más rico del mundo vendiendo únicamente el 2% de su participación en la sociedad. El futuro pasa sin duda por él, un poder omnímodo que igual sirve para meterte un espía en casa (Alexa), colaborar con la CIA, financiar las tesis de grupos políticos que niegan el cambio climático y, desde luego, atacar cualquier intento de sindicación, o sea, de “sedición” de sus trabajadores. Si es difícil que a través de sus métodos de contratación se le cuele algún rojo, más difícil es que alguien conserve el puesto de trabajo si enrojece al ver las deplorables condiciones de trabajo en sus almacenes.
COSECHA ROJA
El primer personaje de la novela del mismo nombre es Bill Quint, un sindicalista de Chicago que pronto desaparece, quizás porque Dashiell Hammett, el autor y ex agente de la Pinkerton, quería subrayar que lo que se cuece casi siempre, en ese caso en Poisonville (“ciudad venenosa”), no es una reivindicación laboral, sino quién manda en la ciudad.
Hammett abandonó la escritura en 1934, veintisiete años antes de su fallecimiento, y apenas siguió escribiendo guiones cinematográficos que le servían para sobrevivir. Desde entonces se dedicó a desarrollar decenas de actividades por los derechos civiles que acumularon casi 300 páginas en los archivos del FBI y le llevaron una temporada a la cárcel. Todo ello, sin embargo, teñido del pesimismo profético y lúcido de quien siempre se supo perdedor.
El año de la publicación de "Cosecha roja" hubo por lo menos una buena recolección de canciones: entre otras "Aquellos ojos verdes", "Guantanamera", "More thank you now", "Siboney", la mismísima "Singin´in the rain" o "Lágrimas negras", lo que indica la importancia de la música cubana en esa época. De esta última hay numerosísimas versiones, pero yo me quedo con esta, callejera e improvisada, del documental "Cuba feliz".
En el capítulo anterior: tras un corto viaje al lugar de nacimiento de mis bisabuelos descubro que mi tío abuelo Blas, uno de los "calaveras" de la familia, litiga con la madre de Carlos Arias Navarro por un quítame esos terrenos, etcétera...
La empresa que conserva el legado de Arias Navarro fue fundada por un grupo de empresarios vascos en 1893, con la finalidad de abastecer de carbón a la siderurgia vizcaína, así como a la industria ferroviaria que, en pleno crecimiento, acometería pronto la construcción del tren de La Robla, trescientos treinta y cinco kilómetros de vía estrecha entre el pueblo leonés y la villa de Bilbao.
En el grupo de primeros accionistas aparece José Amézola, propietario de una de las empresas hulleras que se coaligan, los dueños de diversas explotaciones y un grupo de empresarios vizcaínos, entre ellos tres miembros de la familia Ibarra. Estos ostentan poca participación pero una más que evidente importancia estratégica, porque uno de ellos, José Antonio, consigue el primer contrato con otra sociedad de la que también es consejero, la empresa ferroviaria Compañía de los Caminos de Hierro del Norte, que ya en 1916 asume el 90% de la producción.
el mítico pozo Ibarra
Tras su esplendor durante las primeras décadas del siglo XX, en la llamada “orgía hullera”, la empresa entra en una fase de conflictos laborales que terminan con su cierre temporal por falta de liquidez y la expropiación durante el periodo republicano. La situación de ruina hace que Francisco de Ibarra, hermano de José Antonio, pida la intercesión del presidente del recién creado Instituto Nacional de Industria tras la guerra civil, pero es entonces cuando aparece la figura salvadora de Emilio del Valle y Egocheaga.
Cabe decir que si la compra de la empresa por Emilio del Valle y el traslado de su sede de Bilbao a León se hubiera producido en la actualidad, esta se interpretaría como una pérdida interesada del peso de la economía vasca, pero estamos hablando de otro momento y de una transferencia que se da entre una saga claramente alineada con el nuevo régimen, la de los Ibarra, y otra no menos comprometida en la causa franquista, la de los Del Valle.
La compraventa se efectúa en 1942, a razón de 716 pesetas por acción, y tras ella la familia del Valle se convierte en principal accionista de Hullera Vasco Leonesa. Del nuevo consejo desaparecen sus habituales apellidos vascos, que son sustituidos por los Del Valle Menéndez y sus socios, entre ellas María Luz, la que será años después esposa de Carlos Arias Navarro.
Carlos y Mari Luz, su esposa
No es extraño, por tanto, que entre el patrimonio actual de la empresa Hullera Vasco Leonesa, mejor dicho de su fundación, esté el Archivo del que fue penúltimo presidente de la dictadura, por más que su sucesor, ese sí fue el último, encabezara la transición hacia la democracia.
La página web de la fundación es austera y tiene una estética común a entidades que se presumen serias y rigurosas. Un color único, el granate, además del negro de los textos, y apenas tres enlaces a los productos editoriales de la institución. Abriendo el apartado “archivos” del menú lateral descubrimos el contenido del correspondiente a Arias Navarro que no ofrece, una vez más, ninguna sorpresa: con la excepción de un capítulo dedicado a sus “documentos personales” y otro a “vida religiosa”, el resto es una relación de su vida oficial, desde su paso por el gobierno civil de León hasta su retirada política. Nada nuevo bajo el sol.
Pese a ello, con el impulso inicial que da descubrir que alguien de tu familia pleiteó con la madre de un personaje tan de primera fila, me atreví a contactar con la fundación a través de su formulario de contacto. Nuevo error, porque no sabiendo muy bien cómo argumentar mi interés por los años de infancia y adolescencia de Arias, así como por su faceta personal, no se me ocurrió otra cosa que apelar al pleito de mi tío abuelo Blas, lo que, imagino, puso en guardia al receptor del formulario. El caso es que no me contestaron.
Solo cabía una posibilidad, ir al lugar donde tiene su sede social, es decir, a La Robla, a ver si había suerte, pero salvo que quisiera escribir una biografía exhaustiva y seguramente hagiógrafa de Arias Navarro, lo que no estaba entre mis planes, me pareció prescindible. Sí decidí continuar mi recorrido personal y no renunciar a conocer cuanto pudiera del personaje para redondear el blog.
CARNICERITO DE MÁLAGA
La calle Cocherito de Bilbao transcurre a apenas cien metros de casa. Está dedicada a Castor Jaureguibeitia Ibarra, antiguo conductor de cocheras de la villa y matador de toros entre 1904 y 1919. Su figura sigue alimentando un club taurino con su nombre y la llama en Bilbao de una afición en decadencia, la de los toros. He recurrido a esta referencia porque el torero bilbaíno es familia de uno de mis primos hermanos por vía paterna y me sirve de entradilla al apodo de Arias Navarro, Carnicerito de Málaga, que imagino debido a aficionados taurinos que sufrieron su “severidad” en la posguerra.
En 1933 Arias Navarro, que cursa la carrera de derecho, se doctora, oposita y obtiene una primera plaza en la Dirección General de Registros y Notarias, donde es subordinado de D. Manuel Azaña, y más tarde, por concurso, la de fiscal de la ciudad de Málaga, complementando esa actividad profesional, que algunas fuentes tildan de excesivo rigor, con el fervor religioso heredado de su madre, Nieves Navarro.
Cuando la sublevación del 18 de julio provoca su destitución como fiscal por sus posiciones ultraconservadoras, Arias Navarro simula cambiar de chaqueta y se introduce en patrullas anarquistas de la mano de Juan Castro, un militante con prestigio en la CNT. Leo repetidamente que ese acomodo le servía para pasar información al general Queipo de Llano, quien le acabará poniendo en peligro por sus excesos verbales. Sabiéndose en el disparadero, Arias recurre a finales de 1936 al presidente de la audiencia provincial, que le esconde y protege, primero en la misma Málaga y más tarde en la casa que el hijo del juez tiene en el pueblo de Pizarra, hasta que es descubierto y trasladado a la cárcel.
Entre la soldadesca se solía decir que Franco tenía “baraka”, una especie de
Los franquistas entran en Málaga
don divino que le daba suerte en los momentos más complicados. Arias Navarro no podía quejarse. Durante esos años tampoco le faltó la potra que le salvara una y otra vez de ser apresado y quién sabe si fusilado, fuera por la intermediación del hijo del juez, Pelayo Varea, o de un anarquista que le reconoce en prisión y consigue que sea liberado y desaparezca durante los meses que preceden al triunfo del golpe militar en la provincia.
A partir de esa fecha, febrero de 1937, Arias se desprende del supuesto halo libertario y reaparece como capitán honorario, participando con saña en una represión de la resistencia republicana que, según datos del Foreign Office británico, alcanzó en Málaga la cifra de 17.000 ajusticiamientos.
Para un mejor conocimiento de esa nueva faceta, y con las cautelas que ofrece todo testimonio partidista, transcribo literalmente lo que en su momento expresó el comunista malagueño Cristóbal Criado: “Cuando Málaga fue ocupada, el anarquista Juan Castro fue detenido por las tropas franquistas. El cenetista se quedó estupefacto al ver a su amigo y compañero de patrulla anarquista ocupando el cargo de capitán honorario adscrito al cuerpo jurídico militar del ejercito franquista, firmando innumerables sentencias de muerte. El acompañante salvador de Arias Navarro desde Pizarra hasta Málaga también fue detenido, nadie intercedió por él. D. Pelayo Varea Rodriguez fue condenado a pena de muerte, notificándose la sentencia en la cárcel de Málaga el 26 de febrero de 1937. A las doce de la noche del 2 de marzo fue fusilado.”
Hay otros testimonios que ilustran la faceta dura, alejada del olor a incienso y la contemplación mística, del personaje. Se dice que a menudo cerraba las vistas judiciales con un “como es muy tarde y no tenemos tiempo de deliberar, pena de muerte para los restantes”.
Porfirio Smerdou
Igual de concluyente es la experiencia del cónsul mexicano Porfirio Smerdou, a quien el periodista Diego Carcedo llama “Schindler español” y dedica el siguiente episodio: “En la Málaga ocupada, D. Porfirio Smerdou quiso interceder por su amigo el alcalde republicano D. Eugenio Entrambasaguas Caracuel. Por ello le pidió audiencia y el fiscal le recibió en una actitud muy cordial. El cónsul le expuso con todo lujo de detalles la ayuda que había prestado el alcalde a muchas personas amenazadas de ideologías de derechas, ayudando incluso a familias enteras a abandonar la ciudad, sobre todo a través del puerto; le detalló el rechazo social del edil a la violencia criminal y sobre todo que sus manos no estaban manchadas de sangre. Arias Navarro escuchó atentamente, llegando a convencer a Porfirio de que sus argumentos estaban dando resultado; al final de su alocución el fiscal le sonrió, moviendo la cabeza de derecha a izquierda y respondió: "Le entiendo señor Smerdou, pero nada puedo hacer. El alcalde de Málaga es una persona fusilable de oficio.”
“Carnicerito” no solo consiguió que el alcalde fuera fusilado el día 6 de marzo de 1937, junto a otras 93 personas. También procesó al cónsul con la intención de encarcelarle como cómplice, cosa que, afortunadamente y gracias a numerosos testimonios favorables, no pudo lograr.
PRUEBAS DE TIRO
No querría cerrar el periplo vivido por Arias Navarro en Málaga sin hacer mención a la matanza que se dio en la carretera que la une a Almería. Un hecho del que hay numerosas pruebas gráficas, entre ellos los documentales “A sangre y fuego” y “1937, memoria de una huida”, que he visionado para conocer el entorno en el que se movió el ex presidente. El caso es que tras la toma de la ciudad por las fuerzas franquistas se produce un éxodo masivo de civiles hacia Almería, a unos 200 kilómetros, a través de la carretera paralela a la costa; un blanco fácil para los bombarderos y las baterías de los barcos rebeldes. En uno de los documentales una voz radiofónica habla sin escrúpulos de “pruebas de tiro”. El resultado, una carnicería de entre cinco y quince mil civiles, en gran parte niños que huyen con sus madres.
ESA EXTRAÑA MORAL...
Me cuesta entender la moral que hace que una persona sea capaz de establecer una relación tan mística con un ente inasible como para llegar a ingerirlo (comulgarlo) y dé la orden de matar a mansalva a gente de carne y huesoen apenas unas horas. Imagino que a mi tocayo Carlos le impresionaría que el colegio en el que pasó su infancia, las Escuelas Pías de San Fernando, ardiera un día después del golpe militar a manos de un grupo de milicianos. Imagino que la muerte de dos de sus hijos y la moral disoluta de esposo e hijos supervivientes quebraría el carácter de la madre y que él, apenas un niño, fuera refugio en el que consolar tanto dolor. Imagino que los avatares del triunfo republicano, tan inestables y zozobrantes para el vástago de una familia burguesa, alentarían el instinto de conservación que convierte a seres vulnerables en asesinos en serie. Este lo llegó a ser, y además con los parabienes que da detentar el poder.
Tras la guerra y durante unos pocos años, “carnicerito” trocó el traje de luces y el delantal de matarife por el más grave y gris de notario hasta poco después de la muerte de su madre en 1943. Este hecho le sume en una tristeza que, cosecha propia, pudo incluso hacerle pensar en coger los hábitos, pero es entonces cuando entra en contacto con la que será su esposa: tal como hemos dicho anteriormente, la hija del dueño de la Hullera Vasco-Leonesa, Mari Luz .
La conoce en León, en la etapa en la que Arias es gobernador de la provincia. Su
padre, Emilio del Valle había recurrido a él tras el secuestro de uno de sus hijos por maquis refugiados en la zona montañosa de la provincia. El secuestro tiene su coña, porque la primera intención de los guerrilleros era llevarse a otro de los hijos, el que fanfarroneaba de esquivarlos, pero al no encontrarle se llevaron al hermano. El caso es que Arias se involucra directamente y consigue su liberación, no sin el pago previo de un rescate que según los guerrilleros ascendió a medio millón de pesetas, un auténtico dineral que les permitió huir a Francia en pocos días. A raíz de su amistad con don Emilio, Carlos Arias inicia el largo, lejano y púdico noviazgo de diez años con Mari Luz, ya que en el interín es destinado a la notaría de Almódovar del Campo y más tarde a los gobiernos civiles de Tenerife y Navarra.
Su historia posterior, un ascenso meteórico siempre a la sombra del dictador, es conocida. Director General de Seguridad, Alcalde de Madrid, Ministro de Gobernación y Presidente de Gobierno entre diciembre de 1973 y julio de 1976. Abre ese último periodo con el anuncio de la muerte del dictador y de una supuesta apertura, la del "espíritu del 12 de febrero", que no supera la prueba del algodón democrático. De modo que, sabiendo que no ha pasado el casting, cierra su trayectoria política con un último ejemplo de crueldad: el franquismo reencarnado en él muere matando al anarquista Puig Antich, al polaco alemán Georg Michael Welzel, más conocido como Heinz Chez (1973), a los miembros de ETA Txiki y Otaegi, y a los del FRAP Baena, Sánchez Bravo y García Sanz. Sin duda una rúbrica macabra.
Después, la caída en el ostracismo por su incapacidad de adaptarse a los nuevos tiempos y el marcaje al que le someten viejos compañeros de viaje; una oscura retirada al desván de la historia hasta su muerte a los ochenta años de edad, siempre envuelto en el aroma a cera quemada y la oscuridad lóbrega de las catedrales.