RASCACIELOS
He leído estos
días que Nueva York, más o menos pasada la resaca del 11-S, vuelve a mirar al
intermitentemente a tierra y cielo con la idea de levantar varios edificios de
respetable altura en la zona de Manhattan. Descartado competir con chinos y
emires, los neoyorquinos se conforman con edificar el inmueble más alto del
llamado mundo occidental. Una mole de 520 metros de altura en Park Avenue.
Hubo un tiempo en
que yanquis y rusos pugnaron como niños por llegar al cielo, fuera mediante
estructuras de hierro y hormigón, o metiendo a perritas y aventureros en
pequeñas cápsulas que daban vueltas inútiles al globo terráqueo.
En 1953, el mismo
año en que fallecía Stalin, los rusos terminaban el edificio central de la
Universidad de Moscú, en aquel momento el 7º en el top ten de los edificios más
altos del mundo. Casi al mismo tiempo construían uno similar en Varsovia, el
Palacio de Joseph Stalin, un regalo envenenado del pueblo soviético. Quizás
pensando en escribir algún día esta reseña me subí a los dos en tiempos
pretéritos. Toda una experiencia… Entonces
había que ir en viajes organizados, y los guías hacían de tripas corazón,
alababan el colosalismo de la obra y sobre todas las cosas la velocidad de sus
ascensores.
La misma pugna
por esa hegemonía se reproducía entre barceloneses y madrileños mucho antes de
la ley de consultas. Era entonces algo parecido a “a ver quién la tiene más
larga”, y cada vez que de niño iba a la capital del reino a visitar a mi abuela
paterna tenía envidia malsana de sus
rascacielos. El más alto y característico era el Edificio España, en la plaza
del mismo nombre. Diseñado por los hermanos Otamendi , en 1953 era todo un símbolo
del pre-desarrollismo franquista, que presumía del exotismo de albergar una
piscina en su azotea. Tras extraños movimientos inversores fue vaciado en 2007,
y así permanece desde entonces, como una fachada de cartón piedra sin vida
interior. Hace dos años el cineasta Víctor Moreno presentó un documental sobre
hecho y situación tan peculiares en el Zinemaldi, del que he conseguido
localizar el tráiler.
Mientras los
madrileños presumían de rascacielos y copas de europa, el edificio más alto de
Barcelona seguía siendo uno de mis preferidos, no por su belleza, sino por su
textura melancólica: el edificio Fábregas, en la plaza Urquinaona. Erigido en
1944 por Gutiérrez Soto, otro de los arquitectos del régimen, fue, con solo 15
plantas, el edificio más alto de la ciudad durante algunos lustros. Después brotaron
otras setas de altura considerable, el edificio Colón, el más alto hasta la
olimpiada del 92, el de Autopistas, el Banco Atlántico, pero casi siempre por
detrás de los que iban creando una suerte de pequeña skyline en la zona norte
de Madrid.
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El primer rascacielos de Bilbao antes de su remodelación |
Por cierto, el
recién remozado rascacielos de la calle Bailén de Bilbao, antigua sede de la
Magistratura de Trabajo, es de la misma época, y aunque hoy nos parezca
minúsculo fue el de mayor altura de la ciudad hasta 1968.
En fin, una vez
le oí decir a Sáenz de Oiza, el arquitecto siempre polémico de El Ruedo, en la
M-30 de Madrid, y del más cercano Santuario de Aranzazu, que adoraba los
rascacielos porque desde ellos podía verse la ciudad. Sin duda una boutade de
alguien que había proyectado varios, porque lo mejor parece lo contrario,
verlos a distancia, como en Manhattan, su línea sinuosa rompiendo el cielo. Mejor
con la música que Bernstein compuso para el lado oeste de la ciudad: http://youtu.be/C4YpibbJFoM
Y ojo con el
vértigo.
trailer de Edificio España
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