EL PORTERO AUTOMÁTICO
En la última película de los Cohen, desarrollada en 1961, el
protagonista se ve obligado a hacer uso del portero automático repetidamente
para acceder a la casa de su ex novia, lo que me pareció un cierto anacronismo
en estas latitudes. Pues bien, el primer portero automático también llegaría al
País Vasco a principios de los sesenta. Un asturiano de Villaviciosa había
traído la idea y parte del acabado de Venezuela e introducido el producto en la
zona norte de la península de la mano del sector inmobiliario, en pleno auge, y
el impulso financiero de un ejecutivo del entonces Banco de Vizcaya.
El invento no solo hirió mortalmente a los porteros de
fincas urbanas, que abundaban en los barrios de clase media y hoy solo
subsisten en vivienda de alto standing de las grandes ciudades, sino también a
los serenos, aunque abrir puertas solo fuera una de sus funciones secundarias.

La portera de la escalera gemela se llamaba Carmen. Aunque su
cara fuera siempre una exagerada combinación de coloretes, lo que más me llamaba
la atención es que se pintara las cejas que se había depilado previamente. La
señora Carmen era aficionada al canto, y en verano, cuando las ventanas
permanecían abiertas para combatir el calor, se la oía entonar trozos escogidos
de zarzuela.
La puerta de la escalera se cerraba con llave a partir de
las diez de la noche, y si la olvidabas, había que buscar una cabina telefónica
o al sereno. En mi caso no era necesario picar palmas, el sistema habitual, porque
el del barrio, harto de hacer la ronda, descansaba en un portal del chaflán que
tenía sofá.
Cuando abandoné Barcelona la portería seguía regentada por una
persona de carne y hueso, la mujer de un guardia civil (seguía la tradición), de
modo que aún no se había impuesto el artefacto automático introducido por el
inventor asturiano.
Muchos años después los porteros automáticos tienen videocámara
en color y sirven para cribar el acceso a los inmuebles, incluidos encuestadores,
buzoneadores y testigos de Jehová.
En “El hijo de la novia” el director argentino Juan José Campanella
inventó un nuevo plano cinematográfico mediante un uso novedoso del portero
automático. Salud.
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